Mi 'Feliz Austria'
Mientras que la lectura matutina de EL PA?S, acompa?ada de un caf¨¦ negro grande en la plaza de Pollensa, me ha hecho feliz con la precisi¨®n de un reloj suizo, abrir simplemente el n¨²mero de Die Zeit de esta semana y ver que tienen la desfachatez de conceder espacio al se?or Peymann, el m¨¢s terrible de los directores del Burgtheater, para que nos comunique con un t¨¦lex diab¨®lico-delirante que va a dirigir Tartufo, me ha llenado en la totalidad de mi persona de espanto y repugnancia ante todo y cualquier papel impreso. El se?or Peymann, como usted sabe, sufre de la incurable enfermedad de los cl¨¢sicos, que, como tambi¨¦n sabe usted, en los ¨²ltimos meses se ha vuelto maligna y galopante; y ya veo que este se?or no dejar¨¢ de llevar a la escena hasta que se muera todos esos insoportables, primitivos y ordinarios autores cl¨¢sicos ingleses, franceses y espa?oles conocidos y temidos bajo los nombres de Shakespeare, Moli¨¨re, Lope de Vega, etc¨¦tera, y que desgraciadamente son indestructibles en su primitivismo, vulgaridad e inconsistencia.Dramones
En mi opini¨®n, estos escritores de dramones han envenenado los teatros de toda Europa e incluso del mundo entero hasta los cimientos y por tiempo indefinido, y por desgracia no se podr¨¢n sanear nunca m¨¢s de la plaga cl¨¢sica. Chernobil, ese esperpento sovi¨¦tico-ortodoxo, no es nada comparado con una de esas piezas de Shakespeare que explotan cada d¨ªa, al menos una vez, en cualquier parte del mundo; una Tempestad shakespeariana causa m¨¢s da?o a Europa que 10 cat¨¢strofes del tipo de la de Chernobil o incluso de Basilea, cr¨¦ame. Shakespeare, ¨¦l solo, ha contaminado y destruido el mundo teatral por siglos, por no decir eternidades, ?cr¨¦ame! Y el se?or Peymann nos cuenta que en marzo pone en escena Tartufo, por cierto una de las obras de teatro m¨¢s tontas que jam¨¢s se han escrito y sacado a un escenario, cr¨¦ame, yo s¨¦ lo maravilloso que resulta cuando se saca un vaso de cerveza al escenario, cr¨¦ame, pero jam¨¢s una obra dram¨¢tica. El se?or Peymann se empe?a en estrenar Tartufo en marzo y en el Burgtheater, seg¨²n dicen, y exactamente ¨¦ste es el motivo de m? desesperaci¨®n, si no de mi destrucci¨®n, cr¨¦ame, porque el se?or Peymann me hab¨ªa prometido que en marzo s¨®lo iba a representarse una obra en el Burgtheater, a saber, mi Feliz Austria, cr¨¦ame. ?Acaso el se?or Peymann ha olvidado que el Estado austriaco me ha dado una subvenci¨®n de 38 millones de chelines para esta pieza y por mi propio montaje, como una especie de satisfacci¨®n a mi persona, a la que el Estado austriaco -como ¨¦l bien sabe- ha atropellado de todas las maneras posibles? Si el se?or Peymann efectivamente monta Tartufo -que con el reparto anunciado a¨²n resulta m¨¢s rid¨ªcula de lo que en s¨ª es-, eso significa con toda seguridad y absoluta certeza mi destrucci¨®n. Como el se?or Peymann sabe, llevo ensayando desde hace cinco meses aqu¨ª, en Mallorca, mi drama Feliz Austria, para el que he encontrado, cr¨¦ame, el reparto total. En vista de que el se?or Peymann ahora estrena Tartufo con el se?or Waldheim, no puedo por menos que exponerles un hecho hasta ahora mantenido en riguroso secreto de acuerdo con el se?or Peymann: desde hace cinco meses ensayo mi Feliz Austria, aqu¨ª, en Pollensa, en la Finca Cat¨®lica, no se lo van a creer, con el se?or Waldheim y el se?or Kreisky en los papeles principales. El se?or Kreisky interpreta en mi obra el papel de Gran Dudoso; el se?or Waldheim, el de Entremeses Variados. Al se?or Heller le he contratado para ser el porquerizo. El se?or Heller lo har¨¢ gratis, el se?or Waldheim ha recibido un adelanto de se?s millones de chelines, y el se?or Kreisky, uno de tres solamente, lo que corresponde a los c¨¢nones, cr¨¦ame. Ambos caballeros exig¨ªan que sus honorarios fueran absolutamente libres de impuestos: el se?or Waldheim los quer¨ªa en una cuenta de Liechtenstein, y el se?or Kreisky, en una de Andorra. Las citadas cantidades ya fueron ingresadas en octubre. Al se?or Heller le di tres millones para los ciegos de Hamburgo y, cr¨¦ame, los acept¨® con mucho gusto. Para m¨ª es el austriaco m¨¢s importante, cr¨¦ame. El se?or Waldheim quer¨ªa a toda costa dinero negro, como tambi¨¦n el se?or Kreisky. Como ¨¦ste reside, como usted sabe, en Mallorca, me decid¨ª a ensayar aqu¨ª mi pieza. Por cierto, el viejo zorro no dud¨® ni un segundo en aceptar mi proposici¨®n. Primero ensay¨¦ con ¨¦l solo; luego, con Waldheim, y, finalmente, con Vranitzky. Las condiciones eran ¨®ptimas. ?Por fin una gran obra m¨ªa, bajo mi propia direcci¨®n, en una atm¨®sfera rayana en lo ideal! El caso es que durante las ¨²ltimas semanas nev¨® aqu¨ª casi ininterrumpidamente, algo raro en Pollensa, y la Finca Cat¨®lica me parec¨ªa una caba?a situada por encima de los 2.000 metros en los Alpes. Las condiciones ideales para ensayar: en una isla mediterr¨¢nea y, sin embargo, en plenos Alpes, ?imag¨ªnese! Desgraciadamente hay tantos actores en mi Feliz Austria que no puedo enumerarlos aqu¨ª; son m¨¢s de 300, creo, que 329, pero a los m¨¢s importantes ya los he nombrado. Waldheim, Kreisky, adem¨¢s Vranitzky, el se?or Mock y el Papa, que se ha declarado dispuesto a participar en los ensayos finales, y, cr¨¦ame, el Papa ya estuvo aqu¨ª tres veces e hizo su papel estupendamente. Lleg¨® con el texto completamente aprendido, de noche, por supuesto, como tambi¨¦n el se?or Waldheim, al que traje en avi¨®n tres veces por semana desde Viena, a diferencia del Papa, que vino desde Roma, y quisiera puntualizar que los gastos de avi¨®n los pagaron el Estado austriaco y el Vaticano, respectivamente; a m¨ª me hubieran resultado un poco excesivos. El se?or Waldheim llegaba aqu¨ª puntualmente a las seis de la tarde, al anochecer, para dar un paseo a caballo antes del ensayo. Y pude observar que el se?or Waldheim, aunque sabe montar, monta muy mal, y eso que hab¨ªa dicho que montaba bien, y en mi obra tiene que montar, montar y montar, no se lo creer¨¢ usted. El Papa s¨®lo juega un papel secundario en mi obra: aparece una vez y besa suelo austriaco. Claro que hay que ensayarlo, cr¨¦ame. Para ello he hecho venir al Papa siete veces. Ya besa bastante bien el suelo austriaco, cr¨¦ame. El se?or Vranitzky, que usted conocer¨¢ como canciller austriaco, baila con el se?or Kreisky un vals izquierdoso, y los dos a¨²n no aciertan, aunque espero que hasta el 11 de marzo lo consigan. Si le digo que el se?or Kreisky se empe?a con denuedo, al igual que el se?or Waldheim, el Papa y el se?or Vranitzky, no me creer¨¢. Mi obra consta de s¨®lo dos actos: el primero se desarrolla al amanecer en el Ballhausplatz; el segundo, al anochecer en el Hofburg. El se?or Kreisky es el protagonista en el amanecer, y el se?or Waldheirn, en el anochecer. El se?or Vranitzky est¨¢ ausente durante toda la obra, sin nada que decir. Pero, como ya sabe usted, los papeles mudos son los m¨¢s dif¨ªciles, y por eso llevo desde octubre ensayando con el se?or Vranitzky en la Finca Cat¨®lica.
Una botella fr¨ªa
El se?or Vranitzky rechaz¨® todo honorario con el argumento de que tiene ya m¨¢s dinero del que jam¨¢s pudiera imaginarse, cosa que creo sin dificultad. El se?or Vranitzky resulta ideal para el papel mudo porque, como usted sabe, le cuesta hablar y no quer¨ªa obligarle a decir medias frases; en mi obra ¨¦sas corresponden al hombre que hasta ahora he olvidado citar: al arzobispo de Viena, Groher. Este hombre, cr¨¦ame, se ha revelado como el mayor talento dram¨¢tico que se me haya puesto delante jam¨¢s. Muchas escenas que hab¨ªa escrito para el se?or Vranitzky se las he pasado a Groher. ?ste incluso se entiende bien con el Papa, ambos beben despu¨¦s del ensayo una botella (muy fr¨ªa) de coca-cola, pero s¨®lo hasta la mitad, pues se han metido en la cabeza donar la botella semivac¨ªa a los sedientos de Eritrea. Como ve, aqu¨ª se ha pensado en todo, incluso en el desinter¨¦s, que, como es l¨®gico, es central en mi pieza, aunque no se lo crea. En principio hab¨ªa pensado dar un papel importante al presidente alem¨¢n, el se?or Von Weizs?cker, pero luego no me he podido decidir a ello. El se?or Waldheim abre la primera escena y el se?or Kreisky la cierra; refugiado en Mallorca y asqueado de Austria, le dice a su mujer, que, tumbada en una hamaca junto al muro de la casa, acaba de despertar: "Feliz Austria". Al inicio del segundo acto, el se?or Vranitzky se lanza a la piscina de la familia Kreisky y pone perdidos a todos los Kreisky, que huyen despavoridos. Este segundo acto se titula Anochecer porque todos empiezan a tener la tenebrosa certeza de que Austria est¨¢ perdida. Feliz Austria no es, pues, m¨¢s que una alusi¨®n ir¨®nica. En este sentido es tambi¨¦n una pieza cl¨¢sica, como las de los autores cl¨¢sicos. S¨®lo que mi obra cl¨¢sica es de hoy, y las dem¨¢s son obras cl¨¢sicas indiscutiblemente de ayer. Si considera usted que siete meses de ensayo con Waldheirn, Kreisky, Vranitzky, Groher y consortes (sin olvidar al obispo de Viena, se?or Krenn, que en mi obra hace el papel de Veneno de Ratas Episcopal) me han conducido casi al borde del agotamiento total y han consumido casi por completo mi subvenci¨®n estatal de 38 millones de chelines, comprender¨¢ -espero- que est¨¦ furioso con el se?or Peymann, que ahora quiere montar Tartufo en lugar de mi obra. Mi trabajo est¨¢ casi terminado y alcanzar¨ªa precisamente el 11 de marzo su punto ideal; en esa fecha saldr¨ªa con ¨¦l al escenario del Burgtheater como si se tratara de una fiesta para toda Austria. Yo mismo me he atribuido en mi pieza el papel de aguafiestas. Pero ahora me entero por su nota del 26 de febrero que todo mi esfuerzo, que como siempre y l¨®gicamente es un esfuerzo total, va a ser en vano. Es una pena, no s¨®lo por el tiempo de ensayos con ¨¦sta, la m¨¢s fant¨¢stica de las compa?¨ªas de teatro, sino tambi¨¦n por los 38 millones de subvenci¨®n del Estado austriaco que se pierden al estrenar Peymann Tartufo en vez de mi Feliz Austria en el Burgtheater. ?As¨ª se desperdicia una de las m¨¢s grandes oportunidades del teatro -que significa nada menos que el mundo- y la culpa la tiene el se?or Peymann!
Posdata
Al se?or Peymann le alquil¨¦ el Burgtheater para todo el mes de marzo de 1988, pero el se?or Peymann no se atiene a contratos. El se?or Waldheim ten¨ªa permiso para ausentarse del Hofburg durante todo el mes de marzo para que interpretara el papel de Entremeses Variados en mi obra, y tambi¨¦n el se?or Vranitzky ten¨ªa permiso para dejar el Ballhausplatz. En la catedral de San Esteban no se dir¨¢ misa durante el mes de marzo ni se dar¨¢n sermones de Cuaresma, porque he incluido a los se?ores Groher y Krenn en mi compa?¨ªa, no se lo va a creer usted, ?por cuatro perras! En el Anochecer, Waldheim (Entremeses Variados), con camis¨®n de franela, ser¨¢ estrangulado al un¨ªsono por Kreisky (Gran Dudoso) y los ni?os cantores de Viena, despu¨¦s de lo cual la Filarm¨®nica de Viena tocar¨¢ media Eroica. La se?ora Waldheim (llamada en mi pieza Nazissa Temprana) se arroja desde la habitaci¨®n presidencial del Hofburg al Ballhausplatz. El se?or Peymann, como mil veces ya, ha roto -por lo que se refiere a mi Feliz Austria- el contrato y, como otras mil veces, no ha cumplido su promesa en lo que concierne a mi Feliz Austria. ?El se?or Peymann es un perjuro y un c¨ªnico rompecontratos! ?Su Tartufo, el 11 de marzo, significa mi destrucci¨®n! Nunca volver¨¦ a montar una Feliz Austria, aunque el se?or Peymann me lo pida de rodillas, porque nunca reunir¨¦ un elenco tan ideal y nunca m¨¢s tendr¨¦ las ganas de montar una obra propia; s¨®lo me ha sucedido esta vez, cr¨¦ame. He perdido siete meses de mi vida por el perjurio y la ignorancia del se?or Peymann, ?cr¨¦ame! El se?or Peymann no s¨®lo ha destruido mi pieza con ese Tartufo del 11 de marzo, sino toda mi existencia. Ya no me queda otra salida que quemar mi Feliz Austria en el horno de pan de la Finca Cat¨®lica y olvidar mi montaje, subir a la roca de Formentor e, impelido por la desverg¨¹enza milenaria del se?or Peymann, tirarme desde la m¨¢s cruel punta al mar. ?Adi¨®s, se?or, usted s¨®lo es el redactor, mientras que yo, el lector que le escribe esta carta, soy un autor de teatro destrozado y hasta destruido por un director del Burgtheater cualquiera!
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