Cocinero despu¨¦s que fraile
Tres estudiantes de la universidad de Navarra animaban a Gabriel Urralburu un d¨ªa de 1975 a que diese la espantada y no se convirtiera en sacerdote. "C¨®mo vas a ser t¨² cura", le dec¨ªan, "con lo bien que les caes a las mujeres". La escena se desarrollaba en el comedor del colegio mayor del Verbo Divino, un centro dirigido por religiosos progresistas que pronunciaban conflictivas homil¨ªas y que tan pronto predicaban en la iglesia como en la c¨¢rcel.
Gabriel Urralburu, presidente del Gobierno de Navarra, ten¨ªa entonces 24 a?os y desde tiempo atr¨¢s aspiraba a ingresar en la orden. Pero su militancia socialista le hab¨ªa originado problemas con la oficialidad eclesi¨¢stica. Las dificultades, no obstante, consiguieron que la idea de ser cura se convirtiera casi en una obsesi¨®n revolucionaria.
Evoluci¨®n
Cuando le otorgaron por fin el permiso para ordenarse sacerdote ya hab¨ªa deca¨ªdo un poco su ¨¢nimo, a fuerza de esperar; pero le habr¨ªa quedado muy, mala conciencia si se hubiera echado atr¨¢s, a tenor de tanta insistencia previa. As¨ª que se orden¨® sacerdote, pese a los consejos de sus compa?eros de colegio mayor.
La campa?a electoral de junio de 1977 a¨²n le alej¨® m¨¢s de la actividad religiosa, y no tardar¨ªa en pedir la dispensa papal. As¨ª que la batalla la libr¨® luego al rev¨¦s, y por fin se cas¨® en octubre de 1985. Una sociedad tradicionalmente cat¨®lica como la navarra tiene ahora un presidente que se sali¨® de cura.
"Navarra ha evolucionado mucho", explica Urralburu al respecto, "no s¨®lo en los ¨²ltimos a?os, sino fundamentalmente, por razones econ¨®micas, a partir de los a?os sesenta. Navarra, a pesar de tener unas tradiciones sin duda muy interiorizadas en muchas gentes, se ha incorporado al mundo moderno sin ninguna reserva. A pesar de todo, sin duda habr¨¢ habido gente a quien no le haya gustado que yo gobierne, pero, m¨¢s que por mi antigua condici¨®n, por mi pertenencia al partido socialista. No creo, sin embargo, que yo, por mis caracter¨ªsticas personales o por mi historia personal, caiga especialmente mal. Yo nunca he hecho de mi antigua condici¨®n cualidad pol¨ªtica de ning¨²n tipo. Y tengo una buena relaci¨®n personal con casi todos, no s¨®lo con las fuerzas pol¨ªticas sino tambi¨¦n con otras instituciones".
?Sigue siendo cat¨®lico?
"Me sigo considerando", responde, "un creyente no demasiado ortodoxo, no practicante habitualmente, pero ni siquiera rechazo como principio la pr¨¢ctica religiosa. Y no he tenido que rectificar en esa materia nada fundamental, porque mi aproximaci¨®n al fen¨®meno religioso hab¨ªa sido depurada ya hace muchos a?os". Se le escapa la ¨²ltima sonrisa y a?ade: "Por fortuna".
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