Un filme para un actor
El hombre de la lluvia (Rain man)
Direcci¨®n: Barry Levinson. Gui¨®n: Barry Morrow. Fotografia: John Seale. M¨²sica: Hans Ziminer. Estados Unidos, 1989. Int¨¦rpretes: Dustin Hoffinan, Toni Cruise, Valeria Goulino. Estreno en Madrid: cines Callao, Carlos III, La Vaguada y (en versi¨®n original subtitulada) Pe?alver.
Rain man (prescindimos de su t¨ªtulo en traducci¨®n literal, que esta vez traiciona su sentido dentro de la pel¨ªcula al romper la casi identificaci¨®n sonora que en idioma ingl¨¦s se produce entre Rain man y Raymond, nombre del personaje central del filme) triunf¨® en el festival de Berl¨ªn, y al haberse convertido ¨¦ste -cuesti¨®n de fechas y de conveniencias de escaparate- en un ensayo general de los oscars, de rebote se elev¨® desde all¨ª a cand¨ªdata principal a la preciada estatuilla de oro fingido, pese a que enfrente tenga un filme, como dice su t¨ªtulo, peligroso para ¨¦l: esas Relaciones peligrosas de Stephen Frears que en el mismo Berl¨ªn se perfil¨® como serio rival de ¨¦ste en las anuales decisiones abrile?as de los acad¨¦micos de Hollywood.En Espa?a se est¨¢ estrenando Rain man en versi¨®n doblada, y s¨®lo en algunos pocos cines con su banda sonora integral. Es, a nuestro juicio, indispensable asistir a este filme en versi¨®n no doblada si se quiere disfrutar enteramente de su mayor m¨¦rito, que es la formidable creaci¨®n de Dustin Hoffman, una interpretaci¨®n tan inspirada, tan ir¨®nica, tan experta, que deja en calzones de comparsas y muletas al resto de los nombres que aparecen en los t¨ªtulos de cr¨¦dito.
En esta perfecta creaci¨®n del actor, el empleo de su voz met¨¢lica y casi impersonal, de la que de improviso salen destellos de una identidad en¨¦rgica y profunda, es vital. O¨ªr a Hoffman es, si se tiene en cuenta la solidez y el acabamiento de su trabajo, una parte inseparable de verle. Es m¨¢s, el actor confes¨® que la zona m¨¢s compleja de su trabajo, en la que tuvo que dar m¨¢s de s¨ª y que le trajo literalmente de cabeza, fue precisamente la locuci¨®n, su mimo a la palabra. Y es una gloria o¨ªr a Hoffman como parte inseparable de contemplarlo.
El actor como autor
El filme es Hoffman. Cuando est¨¢ en pantalla todo crece, cuando sale de ella todo mengua. Rain man es una de esas pel¨ªculas que en Hollywood tienen antecedentes de relumbr¨®n, en la que el todo converge en una parte, en un rostro, en una forma de relaci¨®n casi amorosa entre una c¨¢mara y un actor. De la misma manera que Montgomery Clift se apoder¨® de la autor¨ªa de Freud, Greta Garbo de la de Camille, Spencer Tracy de la de Vencedores o vencidos y Gary Cooper de la de Solo ante elpeligro, Dustin Hoffman hace de su director -correcto, solvente, pero nada m¨¢s- Levinson un amanuense, convierte al excelente fot¨®grafo Seale en un observador obseso y maravillado por las sutilezas de su composici¨®n y sit¨²a a su oponente Tom Cruise -pese a que aqu¨ª el bonito divo se crece, est¨¢ a mil millas por encima de su engendro Cocktail y es capaz de adquirir modos de verdadero actor: los que aprendi¨® de Paul Newman en El color del dinero- en funciones de front¨®n, de augusto contra el que van a chocar las gracias del clown.
En el filme, bien ordenado y graduado, con un buen gui¨®n como soporte, Hoffinan barre todo lo dem¨¢s y, de paso, lo ennoblece y eleva. Sin Hoffman, ¨¦sta ser¨ªa una pel¨ªcula aceptable, con ¨¦l dentro es una pel¨ªcula indispensable. ?Por qu¨¦? No es f¨¢cil decirlo. Su trabajo es aparentemente f¨¢cil, pero en realidad complej¨ªsimo, pues est¨¢ concebido en clave gestual exagerada, histri¨®nica y, sin embargo, dentro del barroco aparato expresivo de un actor -que posee recursos t¨¦cnicos de simulaci¨®n insuperables, surgen instantes casi imperceptibles, hilados con la seda de lo indirecto, de lo insinuado, de la antiexageraci¨®n y el antihistrionismo.
Es ¨¦se el signo del talento: Hoffman, mediante un endiablada lecci¨®n de ternura contenida, convierte un trabajo que para ¨¦l podr¨ªa haber sido rutinario en extremadamente dificultoso.
Huye de la l¨ªnea de menor resistencia y se mete en proezas mayores, pues desde la limitaci¨®n exterior de su personaje revela su ?limitado interior, desde su. excepcionalidad descubre su Intrincada condici¨®n com¨²n, desde su deformidad accede a su oculta armon¨ªa, desde la incapacidad de autoexpresi¨®n propia de un autista profundo, con destellos en los ojos, logra la haza?a de conmovernos con el misterio de un cerebro acorralado, con el secreto movimiento de una inteligencia que demuestra su existencia escondi¨¦ndose, ocult¨¢ndose tras de su par¨¢lisis.
Y el actor, convertido en autor del filme, hace de un relato sobre la soledad un canto a la solidaridad, de un documento sobre el aislamiento un poema sobre la efusi¨®n. Y todo ello ba?ado en una mezcla m¨¢gica de ternura y de humor, envuelto en ese gozoso juego por el que un actor de genio se las ingenia para otorgar ese su genio a un filme que por s¨ª solo no lo tiene e incluso est¨¢ lejos de tenerlo.
Babelia
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.