Ahora que es tiempo
AGUERRIDOS COMBATIENTES de gui?ol estos que ayer asesinaron en Santiago de Compostela a dos guardias civiles que custodiaban la entrada de una sucursal bancaria. Heroica acci¨®n: uno de los guardias le¨ªa una revista sentado en una silla, el otro paseaba por all¨ª. Les dispararon sin mediar palabra, directamente a la sien. A falta de confirmaci¨®n, la impresi¨®n de las autoridades es que se trata m¨¢s probablemente de un atentado de los Grupos de Resistencia Antifascista Primero de Octubre (GRAPO) que del Ex¨¦rcito Guerrilleiro do Povo Galego Ceibe. En realidad, es relativamente secundario que la acci¨¢rt sea firmada por unas u otras siglas, reveladoras en ambos casos del axioma seg¨²n el cual la longitud y sonoridad del nombre es, cuando de grup¨²sculos armados se trata, inversamente proporcional a la entidad del colectivo al que designa y a la inteligencia de sus inspiradores. Se realicen en nombre de la patria gallega o en el del proletariado mundial, esos cr¨ªmenes servir¨¢n para sembrar el dolor, pero no para hacer avanzar un ¨¢pice causa alguna, sea ¨¦sta respetable o rid¨ªcula.Si se confirmase la hip¨®tesis de que se trata de un comando de los GRAPO, ser¨ªa probablemente el mismo que en mayo pasado asesin¨® en La Coru?a a un empresario, y meses despu¨¦s, en Madrid, a un polic¨ªa nacional que prestaba sus servicios en una oficina del documento nacional de identidad. Este Comando residual, especie de banda de Bonnie y Clyde que recorre Espa?a asesinando, atracando y extorsionando, constituye la imagen m¨¢s pat¨¦tica de la degeneraci¨®n moral de unas personas cuya obsesi¨®n por emular las haza?as criminales de ETA les ha conducido al bandolerismo sin caretas.
Ahora que en Euskadi parece abrirse paso la posibilidad de un futuro sin violencia -perspectiva que para la generaci¨®n m¨¢s joven resulta in¨¦dita-, y cuando algunas importantes fuerzas pol¨ªticas de esa comunidad lamentan haber tardado tanto en reaccionar contra un fen¨®meno que ha minado los resortes morales de la sociedad vasca, surgen, en Catalu?a primero, con Terra Lliure, y en Galicia ahora, brotes del mismo mal. Hace poco m¨¢s de un mes, el ex¨¦rcito acribillaba a un guardia civil que se hab¨ªa detenido para auxiliar a sus asesinos, que hab¨ªan fingido un accidente de carretera.
Quienes conocen lo dificil que es desmontar el mecanismo de la violencia, incluso para los mismos que lo pusieron en marcha y llevan aflos sin saber c¨®mo desengancharse de esa droga, podr¨ªan aportar experiencias de gran utilidad para la sociedad gallega, ahora que todav¨ªa es tiempo. Y la primera lecci¨®n es que cualquier actitud de condescendencia por parte de las fuerzas pol¨ªticas o de pasividad por parte de la sociedad es interpretada por estos profetas de s¨ª mismos como un est¨ªmulo para perseverar. De ah¨ª la responsabilidad especial que recae sobre quienes, sin por ello asumir los riesgos e incomodidades inherentes al activismo, dedican todos sus afanes (literarios) a enardecer a adolescentes dispuestos a tomar en serio sus sofiarnas. Y si la incidencia del terrorismo ha sido hasta ahora escasa en Galicia, los predicadores dispuestos a glosar sus haza?as florecen como los champi?ones tras la lluvia.
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