El Museo Picasso acoger¨¢ y una gran muestra del escultor Henri Laurens
El pr¨®ximo mi¨¦rcoles se inaugurar¨¢ en el Palau Meca del Museo Picasso de Barcelona una gran exposici¨®n de Henri Laurens (1885-1954), artista casi desconocido para el p¨²blico espa?ol, pero que fue calificado por Werner Hofmann como "el sumo representante de Francia en la escultura de nuestro siglo". Con los dos pintores Braque y Matisse, a?ad¨ªa Hofinann, Laurens es uno de los tres grandes franceses consagrados a celebrar la vida con la energ¨ªa de una sensualidad refinada y disciplinada.
La obra de Henri Laurens puede dividirse, de hecho, en dos per¨ªodos muy diferenciados: el per¨ªodo cubista, que abarca hasta 1925, y el per¨ªodo posterior, caracterizado por sus figuras femeninas.Nacido en el seno de una familia obrera, se inici¨® en la escultura a los 14 a?os, en el taller del p¨¨re Perrin. En 1911 conoci¨® a Georges Braque, con quien le unir¨ªa una estrech¨ªsima amistad. El mismo a?o conoce a Picasso, Gris y L¨¦ger. En sus primeras construcciones de yeso y de hierro aparece la utilizaci¨®n din¨¢mica de cilindros ' conos, esferas y pir¨¢mides que recuerdan a las de la Section d'Or; hacia 1915 comenzar¨¢ a policromar sus relieves, realizados en madera o yeso, que derivan de las realizaciones de Picasso de 1913-1914, pero con resultados altamente personales y cualitativamente espl¨¦ndidos.
Un puesto en la historia
Obras como Botella y vaso (1917-1918) o Frutero y uvas (1918) ya le aseguraron, de hecho, su puesto en la historia del arte del siglo XX, junto a Botella girando en el espacio, de Boccioni (1921) o las Guitarras de Picasso de 1914.
Hacia 1919, Laurens vari¨® sutilmente su concepci¨®n del cubismo sint¨¦tico e inici¨® una serie de figuras talladas directamente en la piedra, en las que las masas p¨¦treas parecen engranarse unas en otras y crean huecos y ¨¢ngulos salientes; paralelamente, el escultor cre¨® tambi¨¦n toda una serie de bajorrelieves muy planos, generalmente de naturalezas muertas y derivados de sus propios papiers-coll¨¦s.
Aunque Douglas Cooper sugiere que estos bajorrelieves pretend¨ªan ser decorativos, lo cierto es que su simplicidad y la originalidad que supone ser piedras policromadas (para paliar el efecto de la luz en las escultura) les confieren un alt¨ªsimo inter¨¦s. Igualmente estrictos y bellos son sus papiers-coll¨¦s, en los que a veces aparece un destelleante color azul junto a los ocres, blancos y negros.
Asegurada su situaci¨®n material gracias al marchante L¨¦once Rosenberg y m¨¢s tarde por D. H. Kahnweiller, Laurens variar¨¢ su estilo, y a partir de 1924-1925 tomar¨¢ del cubismo el sentimiento tect¨®nico puesto al servicio del cuerpo animado. Hay figuras sentadas (Gran cari¨¢tide, 1930), macizas y compactas; hay Ondinas estiradas y todo tipo de gestos que releen, por as¨ª decirlo, la tradici¨®n cl¨¢sica de su admirado Maillol.
Releer subvirtiendo, sin llegar a las transgresiones agresivas del Picasso de los a?os treinta, aunque las mujeres de Laurens tambi¨¦n agranden sorprendentemente muslos y pies, o se aproximen a veces al mundo vegetal o mineral.
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