Los pa¨ªses isl¨¢micos tratan de eludir el 'caso Rushdie'
Los representantes del mundo isl¨¢mico se enfrentan estos d¨ªas a una dif¨ªcil elecci¨®n. Los ministros de Asuntos Exteriores de los 46 pa¨ªses miembros de la Organizaci¨®n de la Conferencia Isl¨¢mica (OCI), que se re¨²nen del 13 al 16 en Riad, deber¨¢n adoptar alguna postura ante el pol¨¦mico asunto Rushdie. La reuni¨®n preparatoria del pasado fin de semana ha eludido incluir de forma expl¨ªcita el asunto Rusdhie en la agenda. El tema, uno de los puntos centrales del encuentro, ser¨¢ probablemente debatido bajo el ep¨ªgrafe Estrategia unficada de informaci¨®n isl¨¢mica.
Esta f¨®rmula es s¨ªntoma de un presunto triunfo de las posturas m¨¢s moderadas, que se desmarcan as¨ª del radicalismo iran¨ª. En esta l¨ªnea, se manifest¨® el delegado egicio, el ministro de Informaci¨®n, Safwat al Sherif, seg¨²n manifest¨® poco antes de abandonar El Cairo. Al Sherif va a proponer que se estudie la puesta en pr¨¢ctica de una estrategia informativa ya aprobada, que "contrarreste las campa?as que pretenden menoscabar la imagen del Islam, y rectificar conceptos err¨®neos que van en decrimento de ¨¢sus¨¦normas religiosas".
Una delegaci¨®n del Ministerio de Exteriores iran¨ª lleg¨® el pasado mi¨¦rcoles a la capital saud¨ª para participar en los trabajos preparatorios de la conferencia y regres¨® el viernes a Teher¨¢n para consultas. Este hecho, que hubiera pasado inadvertido en otras circunstancias, ha llamado especialmente la atenci¨®n, dado que la rep¨²blica isl¨¢mica carece de relaciones diplom¨¢ticas con el. reino saud¨ª desde abril del a?o pasado, en que fueron interrumpidas por iniciativa de Riad.
Elecci¨®n comprometida
La inopinada reacci¨®n del m¨¢ximo dirigente iran¨ª ante una obra que por lo demas ya hab¨ªa sido prohibida en algunos pa¨ªses musulmanes -tal es el caso de Egipto- ha provocado no s¨®lo un esc¨¢ndalo en Occidente, sino, lo que es quiz¨¢ mucho m¨¢s grave, la necesidad de una elecci¨®n comprometida en todo el mundo isl¨¢mico, y muy especialmente en su cuna ¨¢rabe. Escindidos entre la necesidad de modernizaci¨®n, que conduce por la senda de Occidente, y una realidad social cuyos valores chocan casi frontalmente con los de aqu¨¦l, los gobernantes del islam se ven obligados a optar por la espada o la pared.
El apoyo a la condena de Jomeini les granjear¨ªa de inmediato la enemistad del mundo desarrollado, celoso de una libertad de expresi¨®n que ¨¦l mismo s¨®lo ha logrado despu¨¦s de muchos esfuerzos. La defensa de ¨¦sta y de quienes la practican pondr¨ªa de inmediato contra ellos a sus propios gobernados, muchos de los cuales han vuelto sus miradas a lo m¨¢s radical de su religi¨®n en busca de una respuesta que hasta ahora nadie les ha sabido dar. El temor al estallido del integrismo en esos pa¨ªses explica la ambig¨¹edad con la que han reaccionado muchos de sus dirigentes.
En medio de todo este tinglado, la Uni¨®n Sovi¨¦tica ha ofrecido oportunamente su mediaci¨®n. Mosc¨² es, sin embargo, un juez refutable, porque teme a su vez la transmisi¨®n del descontento a su propia minor¨ªa musulmana. Por lo dem¨¢s, la v¨ªa del comunismo tampoco ha salvado, en ninguno de sus intentos, a los seguidores de Mahoma. Las buenas caras que sovi¨¦ticos e iran¨ªes intercambiaban en la reciente visita de Edvard Shevardnadze a Teheran dif¨ªcilmente casan con las ejecuciones de los seguidores del partido comunista iran¨ª en la segunda fase de la revoluci¨®n.
Los resultados de este tipo de conferencias rara vez cambian el devenir de sus participantes, pero lo que resulta Innegable es que el encuentro de Riad va a poner sobre el tapete no s¨®lo diferencias de pareceres, sino las propias contradicciones de la sociedad isl¨¢mica a las puertas del siglo XXI.
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