El ¨¦xito y lo racial
Con Yo eleg¨ª el flamenco pienso que Yoko Komatsubara ha realizado el sue?o de su vida: montar un espect¨¢culo plenamente flamenco y hacerlo con tal dignidad que pueda subir a uno de los primeros teatros de Espa?a con todos los honores.Una idea elemental, mero pretexto para hacer no demasiado incre¨ªble la presencia de una japonesa en el arte jondo, permite el engarce de bailes, cantes y toques flamencos. La presencia del elemento japon¨¦s en el escenario es s¨®lo una referencia que se va diluyendo a medida que avanza una densa representaci¨®n de dos horas sin descanso.
Motor del espect¨¢culo
Yo eleg¨ª el flamenco
Ballet Espa?ol de Yoko Komatsubara, con familia Fern¨¢ndez, Mar¨ªa la Burra, Chocolate y Manolo Mar¨ªn. Direcci¨®n: Miguel Narros. Madrid. Teatro Espa?ol, 14 de marzo.
Yoko baila discretamente y con humildad. Ha creado un excelente espect¨¢culo en el que ella es una m¨¢s entre varios nombres de prestigio. Pero ella es el motor del empe?o, para cuya creaci¨®n se ha rodeado de un equipo eminente. En primer lugar el director Narros, un hombre que ama el flamenco; Manolo Mar¨ªn que brilla con luz propia, tanto en la coreograf¨ªa como en su actuaci¨®n personal.El buen cante, el excelente cante de Chocolate y Curro Fern¨¢ndez. Cuatro j¨®venes y espl¨¦ndidos bailaores, Carmen Ledesma y Manuela R¨ªos, los guitarristas -un Diego Carrasco que hizo tambi¨¦n un cantecito con su sello propio y los cantaores Curro de Triana y Antonio Sanl¨²car.
Y una Mar¨ªa la Burra que a sus 60 a?os, uno arriba o abajo, se halla en estado de gracia flamenco. Con dos breves actuaciones mereci¨® las m¨¢s clamorosas y espont¨¢neas ovaciones de la noche. Canta sin voz y hace un bailecito casi est¨¢tico pero de se?or¨ªo imponente. Y est¨¢ en el secreto, sobre todo, del raio, de la jondura, de todos esos misterios que hacen de este irte algo tan especial e inexplicable. Lo que nos deber¨ªa llevar a la reflexi¨®n, una vez m¨¢s, acerca de la prioridad, quiz¨¢, de lo racial, de las ra¨ªces, sobre cualquier otro valor a?adido, que en este caso es, desde luego, admirable.
Babelia
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