El universo

Salga de su casa una noche sin nubes. T¨²mbese de espaldas en el suelo. T¨¢pese las orejas para que no le molesten los ruidos. Cierre los qjos y ¨¢bralos al cabo de un minuto. Aqu¨ª est¨¢ el universo. Los rayos estelares rebotan sobre su piel, los neutrinos venidos del fondo del espacio le atraviesan de parte a parte. Es bonito, ?no? Ahora imagine que esta cosa grande a la que se llama Tierra es una nave y que, pegado a su superficie, usted atraviesa el espacio. De hecho, usted no tiene que imaginar nada, es la realidad. El primer homo sapiens que hizo esto debi¨® de sentir, como usted, una agradable sensaci¨®n visual seguida de inmediato por una de angustia: "de hecho, ?qu¨¦ estoy haciendo aqu¨ª? ?Qu¨¦ es todo aquello de all¨¢ arriba? Por qu¨¦ vivo?" Acababa de inventar la angustia c¨®smica.Incluso en nuestros d¨ªas algunos pueblos de ?frica Central, de Papuasia o de la Amazonia, viven permanentemente situ¨¢ndose en el cosmos. El hecho de ver todas las noches este decorado fant¨¢stico invita a la reflexi¨®n. Cuando comen, imaginan que comen bajo el cielo, cuando mueren ven que: mueren bajo el universo. En nuestro mundo "civilizado" la percepci¨®n de nuestra situaci¨®n en este universo se ha desgastado lentamente. Desde hace algunos a?os, astrof¨ªsicos con pinta de profeta ya no prev¨¦n el apocalipsis para el peque?o planeta azul, el tercero a partir del sol. Al contrario, hacen so?ar de nuevo al hablar de cuerdas c¨®smicas y de agujeros negros.

22 de marzo