La batalla del Jarama, segunda parte
El Ej¨¦rcito retira bombas de la guerra civil sin estallar en dos fincas de Rivas-Vaciamadrid
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Ingenieros del Ej¨¦rcito marcharon hace semanas sobre Rivas-Vaciamadrid, localidad situada a 15 kil¨®metros de la capital. Objetivo: el cerro de Coberteras, en la finca Casa Eulogio. Misi¨®n: desactivar las decenas de bombas que desde la guerra civil permanecen enterradas en aquellos campos poblados de toros, trincheras, alambradas, metralla y balas. Los artefactos, casi familiares para los antiguos pobladores de la zona, representan un grave peligro para una poblaci¨®n que en la d¨¦cada de los ochenta ha pasado de 800 a 14.000 habitantes.
La finca Casa Eulogio tiene lo que pocos lugares en los alrededores de Madrid: ¨¢rboles de hoja rosada casi ¨²nicos y bombas, bombas de muy grueso calibre. Ha pasado ya medio siglo desde la guerra civil y los obuses siguen apareciendo cada dos por tres en este singular paraje del sureste de Madrid.Rivas-Vaciamadrid es, como Mesopotamia, una tierra entre dos r¨ªos: Manzanares y Jarama. Este ¨²ltimo dio nombre a una de las m¨¢s famosas batallas durante el cerco de Madrid, en 1937.
Fue en el mes de febrero del fat¨ªdico a?o cuando las tropas franquistas abrieron un frente entre Vaciamadrid (entonces sin Rivas delante) y San Mart¨ªn de la Vega, con la intenci¨®n de estrechar el cerco sobre la capital, que resist¨ªa a duras penas el asedio. Toda la zona, especialmente el cerro de Coberteras, qued¨® triturada a bombazos de aviones, ca?ones y tanques en los sucesivos ataques y contrataques de uno y otro bando. Murieron cerca de 20.000 hombres.
Alambradas y 'bunkers'
Cincuenta y dos a?os despu¨¦s, montes y valles conservan todav¨ªa las profundas huellas de aquella espectacular batalla: trincheras, alambradas, metralla, balas, cr¨¢teres, bunkers...Un paseo por la zona sin conocer el terreno es poco menos que aventurado. Decenas de bombas que prefirieron no hacer explosi¨®n surgen por doquier. El visitante que inspecciona los cerros por primera vez tiene la sensaci¨®n de estar surcando un campo de minas.
"Toda la zona en la que se desarroll¨® la batalla del Jarama est¨¢ llena de artefactos", afirma Pablo Font, concejal de Urbanismo de Rivas. "El otro d¨ªa, un tractor levant¨® una bala de ob¨²s sin estallar de grandes proporciones en el Porcal"
"Lo que m¨¢s nos preocupa es que a Rivas ha llegado en los ¨²ltimos a?os mucha gente que desconoce esta zona y que no sabe que por todas partes quedan restos de la guerra intactos o casi intactos", a?ade. Y su temor est¨¢ fundado: Rivas ha pasado de ser un apacible pueblo de 800 habitantes donde todos se conoc¨ªan a una ciudad de 14.000 almas dif¨ªcil de controlar.
A quitar bombas fueron los ingenieros del Ej¨¦rcito despu¨¦s de que el alcalde de Rivas, el socialista Francisco Jos¨¦ de Pablo Tamayo, se pusiera de acuerdo con el Ministerio de Defensa para realizar tan operaci¨®n. Sin embargo, se llevaron una sorpresa: los propietarios de la finca Casa Eulogio se negaron a dejar pasar a los soldados.
Un mandamiento judicial fue el arma que consigui¨® abrir brecha para poder recorrer el monte en busca de explosivos. Y encontraron algunos. Uno de ellos, un ob¨²s de gran tama?o que permanec¨ªa semienterrado en un camino de monta?a. Otro apareci¨® casi intacto en una peque?a llanura y fue preciso hacerlo explotar.
"Esto no es nada, por aqu¨ª sabemos que existen hasta almacenes escondidos, ya que el Ej¨¦rcito Rojo tuvo que huir precipitadamente dejando gran parte de sus pertrechos", afirma Jos¨¦ Luis Hern¨¢ndez, t¨¦cnico de medio ambiente de la localidad.
El cerro almacena numerosos secretos. Surcado por cuevas, rodeado por trincheras y por una alambrada oxidada, parece estar al acecho para la segunda parte de la batalla.
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