?Por qu¨¦ no fue posible un acuerdo?
El pasado mes de febrero se daban por finalizadas, sin resultados positivos, las negociaciones mantenidas por el Gobierno y1os sindicatos en torno a las reivindicaciones que en buena medida hab¨ªan dado lugar al paro general del d¨ªa 14 de diciembre. Las expectativas abiertas en nuestra sociedad, que esperaba una reconsideraci¨®n en la actitud de distanciamiento, cuando no de confrontaci¨®n, mantenida por el Gobierno hacia las organizaciones sindicales, que esperaba que la Administraci¨®n socialista diera a su pol¨ªtica econ¨®mica y a sus formas de gobernar un giro m¨¢s social, m¨¢s acorde a las necesidades de su base social, se saldaron con un fracaso.El Gobierno no entendi¨® lo que signific¨® el 14-D y no tuvo la necesaria inteligencia pol¨ªtica y sensibilidad social para asumir que no es posible, para alguien que se llama socialista, gobernar alejado de las demandas de los trabajadores y enfrentado a las organizaciones sindicales.
Recientemente, en Italia, pa¨ªs pr¨®ximo a nosotros pol¨ªtica, cultural y econ¨®micamente, el Gobierno, en el que tambi¨¦n se sientan socialistas, negociaba con los sindicatos y llegaba a un acuerdo satisfactorio ante el anuncio de una movilizaci¨®n general. Sin duda, son otras formas de entender la acci¨®n de gobierno y, sobre todo, de comprender la importancia que para un pa¨ªs tiene el consenso social.
Son lecciones que debemos aprender, ya que, desde mi punto de vista, lo m¨¢s grave de la ruptura de las negociaciones no es solamente el no haber conseguido las reivindicaciones que motivaron el paro general. Lo que adquiere una mayor importancia es la gran frustraci¨®n que cada vez con m¨¢s intensidad sienten los sectores; de nuestra sociedad que apostaron decididamente por el cambio en 1982.
En este sentido, es lamentable constatar c¨®mo se ha actuado ante la impresionante manifestaci¨®n de descontento social que supuso el 14-D. Con este comportamiento, el Gobierno ha cometido dos importantes errores en muy poco tiempo: primero, por ignorancia del descontento latente 3t que se expres¨® con contundencia y sin ambig¨¹edades; segundc, porque no supo recoger lo que (le positivo para un proyecto pol¨ªtico progresista hab¨ªa en ese impulso social manifestado en el paro general.
Los dos errores son consecuencia de una evidente obstinaci¨®n y de una muy particular manera de entender la autoridad del Gobierno. Las consecuencias que se deriven no ser¨¢n, en cualquier caso, positivas para nuestro pa¨ªs.
Demandas sociales
Con esta forma de entender lo que es gobernar dif¨ªcilmente se puede avanzar en profundizar la democracia, en vertebrar la sociedad; es decir, en reconocer el papel de las organizaciones intermedias en la canalizaci¨®n de demandas sociales y en la necesidad de atender estas demandas siempre que sean justas y posibles, como ocurre en estos momentos con las reivindicaciones del movimiento sindical.
Fortalecer las organizaciones intermedias es vital para que los ciudadanos sientan que el vivir en democracia es algo m¨¢s que votar cada cuatro a?os y que la participaci¨®n es fundamental para conseguir que se resuelvan positiva y negociadamente los conflictos.
Que una tendencia a alejarse de la participaci¨®n se instaure en la sociedad puede ser el mayor fracaso del Gobierno tras el 14 de diciembre.
A este respecto, la actuaci¨®n de la Administraci¨®n despu¨¦s del paro general ha ahondado, consciente o inconscientemente, en esa tendencia, ya que se plante¨® recuperar la iniciativa que hab¨ªa perdido no buscando el logro del consenso social, el acuerdo con los sindicatos, sino m¨¢s bien agrandando la brecha que la separaba de ellos.
El Gobierno es consciente -lo reconoce p¨²blicamente de que ha recibido un importante rev¨¦s en su credibilidad y que este golpe proviene fundamentalmente de su base social. Igualmente, piensa que el margen de actuaci¨®n de los sindicatos es limitado y que sobre ellos va a recaer una gran responsabilidad y presi¨®n social.
Como consecuencia de este an¨¢lisis actu¨® con dos objetivos muy precisos: reducir el gran capital moral acumulado por las centrales tras el ¨¦xito del paro o intentar demostrar a la opini¨®n p¨²blica que los sindicatos no ten¨ªari. voluntad de llegar a un acuerdo y que sus posiciones eran poco flexibles e intransigentes.
En relaci¨®n a la posici¨®n de los sindicatos, y en especial de la UGT- debe reconocerse que sobre el principal motivo de desacuerdo, el 48% de cobertura de desempleo, ten¨ªamos un margen de maniobra muy limitado, y esto es as¨ª por pura coherencia, porque se trataba de hacer cumplir un acuerdo que se negoci¨® en 1984, que se firm¨® por el presidente del Gobierno y que llevaba cuatro a?os sin cumplirse. Se puede pedir flexibilidad en una negociaci¨®n, pero lo que no es de recibo es incumplir un acuerdo y querer renegociarlo a la baja cuatro a?os despu¨¦s.
Concesiones
No obstante, y en este punto en concreto, los sindicatos realizamos concesiones en un intento de aproximar posturas: planteamos gradualizar la aplicaci¨®n de la prestaci¨®n por desempleo, de manera que el coste de financiaci¨®n no fuera excesivamente elevado en el ejercicio presupuestario del presente a?o; propusimos concretar los colectivos y las personas desempleadas para posteriormente proteger las situaciones de necesidad de cada uno de ellos, y aceptamos que todo el esfuerzo se realizara en el nivel asistencial (de mucho menor coste que el contributivo), lo que representaba una reducci¨®n de 120.000 millones sobre la petici¨®n de las centrales, que se estableci¨® inicialmente en 270.000 millones de pesetas.
Igualmente, no se gestion¨® como inflexible y r¨ªgida la petici¨®n de recuperar dos puntos del poder adquisitivo perdidos por los colectivos que dependen de los presupuestos generales, cuando la inflaci¨®n hab¨ªa superado las previsiones en 2,8 puntos. Adem¨¢s, en este cap¨ªtulo, los sindicatos propusimos que para los funcionarios la recuperaci¨®n de los dos puntos se efectuara sobre las retribuciones b¨¢sicas y no sobre todos los conceptos, con el ahorro consiguiente, que intervienen en su n¨®mina.
Con similar voluntad actuamos en lo referente a la equiparaci¨®n de las pensiones m¨ªnimas contributivas al SMI y en lo concerniente al derecho de los empleados p¨²blicos a la negociaci¨®n colectiva.
En resumen: la firma no era un problema de r¨ªgidas posiciones sindicales o de dinero, aunque fuera un acuerdo caro (como no pod¨ªa ser de otra manera despu¨¦s de un paro general). El desacuerdo no es achacable a inflexibilidad negociadora, tiene otras motivaciones claramente pol¨ªticas: el Gobierno, a pesar de su aparente humildad, no hab¨ªa encajado el golpe del 14-D y no admit¨ªa suscribir un acuerdo fruto de dicha fecha, no quer¨ªa, con la firma, reconocer errores que justificaran el paro general y segu¨ªa echando un pulso a los sindicatos. Igualmente, no estaba interesado por llegar a un acuerdo que no avalaba su pol¨ªtica econ¨®mica, que no le garantizaba la paz social y que supon¨ªa de hecho fortalecer el movimiento sindical.
?stas son, desde mi punto de vista, las principales claves de por qu¨¦ no fue posible el acuerdo.
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