?Revisar qu¨¦?
En este mes de marzo que hoy concluye se cumplen cuatro a?os desde que el Plan General de Madrid fue aprobado definitivamente. Transcurrido ese plazo, de acuerdo con la ley, se ha de proceder a la revisi¨®n del programa de actuaci¨®n del plan.?ltimamente se viene hablando de esa revisi¨®n sin precisar en qu¨¦ consiste. A esa indefinici¨®n quiz¨¢ hemos podido contribuir todos, refiri¨¦ndonos gen¨¦rica e impropiamente a una revisi¨®n del plan. Consciente o no de lo que ello implicar¨ªa, algunas voces han reclamado expresamente la revisi¨®n del plan, imputando a ¨¦ste indebidamente efectos que se derivan de otras causas o pretendiendo quiz¨¢ con ello atajar problemas que ya deber¨ªa estar claro que un plan general no puede resolver.
La distinci¨®n entre revisi¨®n del plan y revisi¨®n del programa no es una mera disquisici¨®n t¨¦cnica. Si fuera as¨ª, no merecer¨ªa la pena entrar en ello. Se trata, por el contrario, de una diferencia esencial, de orden pol¨ªtico, que el Ayuntamiento ha de establecer de antemano con claridad y precisi¨®n, como marco y referente en el que todos sepamos a qu¨¦ atenernos y no se generen indebidas expectativas o confusiones, al menos respecto a lo que se pretende acometer. El programa es algo acotado y ciertamente limitado, y el plan, en su conjunto, es otra cosa mucho m¨¢s amplia y bien distinta.
S¨®lo cabr¨ªa acometer una nueva revisi¨®n del plan general vigente de 1985 si, transcurridos estos cuatro a?os, se hubiese mostrado su fundamental inadecuaci¨®n como esquema para la ciudad a medio-largo plazo en el seno de la regi¨®n metropolitana que es Madrid. S¨®lo podr¨ªa, por tanto, tener sentido hacerlo si estuviera en cuesti¨®n su validez como base y gu¨ªa de la previsible y pretendida evoluci¨®n de nuestra ciudad en los pr¨®ximos a?os. Se tratar¨ªa entonces de una revisi¨®n anticipada del plan en su conjunto, de las que se vienen haciendo, con enorme esfuerzo, complejidad y coste, cada 15-20 a?os.
Eso precisamente fue lo que se hizo entre 1981 y 1985, cuando se revis¨® el anterior plan, de 1963. No es ¨¦se el caso. No es ¨¦sa la tarea que el equipo de gobierno municipal pretende acometer ahora, porque no es esto lo que cree que es necesario hacer hoy.
Lo que ahora es preceptivo acometer consiste tan s¨®lo -pero quiz¨¢ nada menos- en ajustar y adecuar las previsiones y condiciones de programaci¨®n del plan, realizadas hace cuatro a?os, respecto a lo que hoy puedan aparecer como nuevas necesidades y demandas en la ciudad.
Revisi¨®n del programa
El programa del plan encierra dos componentes esenciales. De un lado, se programan las inversiones p¨²blicas en infraestructuras y equipamientos, as¨ª como la obtenci¨®n del necesario suelo p¨²blico para realizar despu¨¦s aqu¨¦llas. De otro lado, recoge la programaci¨®n del suelo que se estima que puede y debe ponerse en el mercado en los primeros ocho a?os de vigencia del plan. Con ello se establece, dentro del suelo clasificado como urbanizable, el que no por casualidad se denomina en la ley "suelo urbanizable programado". ?sos son, pues, los componentes que hay que revisar ahora expresamente como contenido espec¨ªfico y obligado de la revisi¨®n del programa. Ambos componentes se programan por per¨ªodos cuatrienales. L¨®gico es, pues, que se reajuste esa programaci¨®n, previa comprobaci¨®n de lo que se ha cumplido y de lo que resta por hacer de lo previsto en su d¨ªa.
En principio, reajustar no implica necesariamente ampliar. La dimensi¨®n del suelo urbanizable programado fijada en el plan vigente puede cubrir las demandas de distintos usos que en la ciudad puedan darse en los pr¨®ximos a?os. Ahora bien, la experiencia muestra que no es una cuesti¨®n s¨®lo de cantidad. Ese suelo apenas se ha puesto de hecho en el mercado. Esto es lo que hay que tener en cuenta.
La revisi¨®n del programa parece, pues, que habr¨ªa de perseguir un objetivo prioritario: conseguir que ese suelo, estrat¨¦gicamente seleccionado hace cuatro a?os, se ponga efectivamente en el mercado. Contemplar otras opciones de suelos hasta ahora no urbanizables no debe constituir una distracci¨®n de aquel objetivo principal. Incluso si se tratase simplemente de sustituir unos suelos por otros, la cuesti¨®n seguir¨ªa siendo la misma: c¨®mo garantizar que esos suelos se pongan de hecho en el mercado en los pr¨®ximos a?os para ser edificados, en lugar de retenerse por tratarse de suelos seguros, como ha ocurrido en muchos casos. En todo caso, contemplar la posibilidad de ampliar el suelo urbanizable, recalificando suelo no urbanizable, no ser¨ªa revisar el programa. Se tratar¨ªa de modificar el plan general. Y esto es otra cuesti¨®n que hay que tratar separadamente.
Al hilo de esa obligada revisi¨®n del programa puede surgir la conveniencia de modificar algunas determinaciones del plan general. Cabe pensar que los estudios y discusiones que la revisi¨®n del programa exija realizar pudieran poner de manifiesto esa conveniencia. Si eso llegase a ocurrir, se tratar¨ªa de aprovechar esa ocasi¨®n para producir algo que no forma parte, ni es en modo alguno consustancial ni obligado, en esa limitada y especial revisi¨®n cuatrienal s¨®lo del programa. En todo caso, las modificaciones del plan general, pese a su reconocida excepcional ?dad, se podr¨ªan haber acometido y acometer, en el futuro, en cualquier momento que se estimase necesario.
En estos cuatro a?os, el Ayuntamiento ha recurrido en muy contadas ocasiones a la modificaci¨®n puntual del plan general. En nuestra opini¨®n, no s¨®lo no ha sido necesario, sino que hacerlo hubiera sido contraproducente respecto al criterio principal de mantener unas normas firmes y estables. Este criterio b¨¢sico no ha cambiado. Se sigue pensando que contamos con un plan general adecuado y que ha servido precisamente como base y soporte para controlar y dirigir la evoluci¨®n de la ciudad y la acelerada din¨¢mica de su transformaci¨®n reciente. Tambi¨¦n puede seguir constituyendo esa base en los pr¨®ximos a?os. No obstante, su modificaci¨®n -o modificaciones- puntual podr¨ªa constituir algo posible, pero, insistimos, distinto a lo que ahora se ha de hacer preceptivamente. Por ello, esa eventualidad conviene considerarla, pero como algo separable de la actividad principal: la revisi¨®n del programa de actuaci¨®n.
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