El fruto de un incesto
En la segunda mitad del siglo XIX, Jos¨¦ de Murga, marqu¨¦s de Linares, senador del Reino, deb¨ªa ser un hombre satisfecho de s¨ª mismo. Aparte de una gran fortuna, ten¨ªa un hijo ¨²nico, a quien quiz¨¢ maleducaba recalc¨¢ndole las poco discutibles ventajas de ser rico: "Cuando llegue el momento de elegir a la que haya de ser tu esposa, hijo, no te gu¨ªes sino por el amor y tu gusto, porque para eso aportas t¨² todo lo que es necesario en esta vida".Un d¨ªa el hijo le confes¨® que estaba profundamente enamorado de una muchacha, eso s¨ª, muy modesta.
-No importa nada su situaci¨®n; siempre te he dicho que lo fundamental es el amor. ?Est¨¢s seguro de que la quieres? ?Me das una gran alegr¨ªa ?Qui¨¦n es ella?
-Estoy seguro, padre, de que nunca querr¨¦ tanto a ninguna otra mujer. Es la hija de la estanquera de la calle de Hortaleza.
La actitud del padre cambi¨® dram¨¢ticamente y, sin dar al hijo tiempo de reaccionar, le embarc¨® para Londres. El hijo parti¨® destrozado pensando que a su padre en realidad le importaban la posici¨®n y los blasones mucho m¨¢s de lo que hab¨ªa pretendido. Poco despu¨¦s de llegar a Londres, recibi¨® otra triste noticia: su padre hab¨ªa fallecido repentinamente (probablemente de infarto).
Volvi¨® a Madrid sin demora, buscando el consuelo de su amada. Decidieron seguir los impulsos del coraz¨®n y se casaron. La felicidad volvi¨® a sonre¨ªr al joven marqu¨¦s. Pero un d¨ªa, cuando los papeles de su padre, se encontr¨® una carta que le escribi¨® aquel nefasto d¨ªa en que parti¨® para Londres: "Te habr¨¢ sorprendido, querido hijo, mi reacci¨®n, despu¨¦s de haberte dicho tantas veces lo contrario, a la confesi¨®n de tu amor por la hija de la estanquera; pero es que esa muchacha es tu hermana..."
El mundo se abri¨® bajo los pies del infortunado joven. Ante tan ins¨®lita situaci¨®n, el matrimonio decidi¨® recurrir al papa Le¨®n XIII, y este sabio y santo var¨®n dict¨® una bula que se titul¨® Casti convivere (vivir juntos, pero en castidad).
Fue entonces cuando el joven marqu¨¦s emprendi¨® la construcci¨®n del magn¨ªfico palacio de la plaza de Cibeles. En ¨¦l se reservaba el marqu¨¦s la planta baja y los semis¨®tanos, donde instal¨® sus oficinas y la gerencia de su gran fortuna. La planta noble estaba toda destinada a la marquesa, y en el piso tercero situ¨® algunos cuartos de hu¨¦spedes y las habitaciones del servicio. Todo ello soberbio y espacioso. La decoraci¨®n fue encargada a los principales artistas de la ¨¦poca (las ¨²ltimas d¨¦cadas del siglo XIX). La magn¨ªfica escalera imperial con las balaustradas de m¨¢rmol, los techos pintados.... Nada se escatim¨® en la suntuosa mansi¨®n que hab¨ªa de velar la castidad de los enamorados c¨®nyuges.
Un detalle curioso: en ninguna parte se encuentran rastros de lo que deb¨ªa ser una gran cocina... Parece que toda la comida ven¨ªa de Lhardy.
En mi muy lejana ni?ez recuerdo la casa habitada y el jard¨ªn cuidado. En mi camino hacia el Retiro, entre coches de caballos y algunos raros autom¨®viles, ve¨ªa gentes y criados de librea en las puertas de carruajes siempre abiertas.
Como es natural, los marqueses murieron sin descendencia. El t¨ªtulo pas¨® a unos parientes, pero el palacio pas¨® a una sobrina lejana que hab¨ªa sido adoptada. ?sta se cas¨® con el conde de Villapadierna, por donde lleg¨® a su hijo Pepe Villapadierna, tan simp¨¢tico y popular en los ambientes de Madrid, que nunca vivi¨® en ¨¦l. Despu¨¢s de la guerra lo alquil¨® a la compa?¨ªa Trasmediterr¨¢nea y l¨¢s tarde lo vendi¨® a la Confederaci¨®n de Cajas de Ahorros.
Despu¨¦s del ¨¦xito de su pel¨ªcula La escopeta nacional, Luis Berlanga y Azcona escribieron otro gui¨®n que continuaba la saga del marqu¨¦s. Se requer¨ªa un palacio medio abandonado y Berlanga puso los ojos en el de Linares.
El palacio es mucho m¨¢s importante por su interior que por su fachada. Se conservan telas y muebles con las armas de los Murga y la L del marquesado de Linares. Berlanga buscaba un t¨ªtulo ap¨®crifo que empezara con ele, y por fin dio con el de Leguineche, que ostent¨¦ durante el rodaje.
Mary Santpere, Amparo Soler Leal, Jos¨¦ Luis L¨®pez V¨¢zquez, Alfredo Mayo, J. Luis de Vilallonga y los dem¨¢s actores fuimos felices rodando Patrimonio nacional en tan magn¨ªfica mansi¨®n a las ¨®rdenes del gran Berlanga.
Terminada la pel¨ªcula, el palacio volvi¨® a su quietud y sus recuerdos. La Caja no se decidi¨® a instalarse en una mansi¨®n cuya belleza no parece indicada para oficinas, y unos a?os despu¨¦s la vendi¨®. Ahora, Emiliano Revilla, a su vez, la traspasa al Ayuntamiento, que esperemos sabr¨¢ dar a tan extraordinario palacio un destino acorde con su categor¨ªa y su belleza.
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