Elecciones europeas
El pr¨®ximo 18 de junio, los 12 pa¨ªses de la Comunidad van a elegir a sus diputados para el Parlamento Europeo. No hay ninguna autoridad equivalente al prestigio que posee el sufragio universal. Sin embargo, ¨¦ste confiere poder para revocar la comisi¨®n de Bruselas y rechazar el presupuesto. Su legitimidad se resiente menos que la del Consejo de Ministros de los doce, que dispone de poder esencial de decisi¨®n. El sentimiento nacional est¨¢ m¨¢s arraigado y es m¨¢s poderoso en todas partes que el sentimiento comunitario. El primero no debe debilitarse porque la riqueza de Europa se sustenta en la diversidad de sus culturas. Pero el segundo debe acrecentarse para que Europa no se quede en un simple mercado y para que se convierta en una realidad viva. El objetivo de 1993 no es s¨®lo la supresi¨®n total de las fronteras econ¨®micas, sino tambi¨¦n el advenimiento de una aut¨¦ntica solidaridad, fundamento indispensable para una verdadera uni¨®n en pol¨ªtica extranjera y de defensa. El Acta ¨²nica recuerda en su t¨ªtulo III que tal es el objetivo final de las instituciones que se han ido desarrollando a partir de las iniciativas de Winston Churchill y de Jean Monnet.Cuando se eligi¨® por primera vez el Parlamento Europeo por sufragio universal, hace ya 10 a?os, algunos esperaban que seguir¨ªa el ejemplo de los Estados Generales de Versalles de 1789, asamblea consultiva que se proclam¨® constituyente porque encarnaba la soberan¨ªa popular. El aniversario de la Revoluci¨®n Francesa no bastar¨¢ para resucitar una perspectiva tal que hoy d¨ªa parece ilusoria. El Parlamento electo de 1984 fue sabio al calibrar la falta de realismo del proyecto de uni¨®n pol¨ªtica votada por su predecesor. Sin duda, su sucesor se har¨¢ eco del mismo empirismo. Pero el Acta ¨²nica implica adem¨¢s un refuerzo de las instituciones comunitarias. La tercera legislatura elegida en sufragio universal podr¨ªa influenciar profundamente las reformas indispensables para debates m¨¢s amplios, esclareciendo las decisiones de un Consejo de los doce m¨¢s dotado para el compromiso que para la imaginaci¨®n.
Adem¨¢s ser¨ªa preciso que las pr¨®ximas elecciones no se debilitaran por las dos tareas que han ensombrecido los escrutinios precedentes: por un lado, la amplitud de la abstenci¨®n, y por otro, el car¨¢cter ante todo nacional de las posturas. S¨®lo B¨¦lgica e Italia alcanzaron una participaci¨®n elevada en 1979, con poco nivel de abstenci¨®n: la primera, un 8% (gracias al voto obligatorio), y un 14% la segunda (la obligaci¨®n era menos rigurosa, pero se dejaba sentir la coacci¨®n). El Reino Unido, con m¨¢s del 68% de abstenci¨®n, y Dinamarca, con m¨¢s del 52%, expresaban su poca fe en Europa. Holanda, con el 42%; Francia, con el 39%, y Alemania Occidental, con el 34%, manifestaban un entusiasmo muy moderado. En 1984, la abstenci¨®n baj¨® cuatro puntos en Dinamarca, y un punto en el Reino Unido, mientras que creci¨® cuatro puntos en Francia, ocho en Holanda y mueve en la Rep¨²blica Federa de Alemania. Los nuevos miembros han sido m¨¢s serios, con un 23% de abstenci¨®n en Grecia, un 28% en Portugal y un 11 % en Espa?a.
?Conseguir¨¢ toda la publicidad en torno al gran mercado de 1993 desarrollar la participaci¨®n electoral en los pa¨ªses fundadores de la Comunidad o al menos en un Reino Unido que cont¨ªnuamente mira hac¨ªa "el inmenso mar" antes que hacia Europa, como dec¨ªa De Gaulle? De la respuesta depender¨¢ en parte la influencia moral del Parlamento Europeo. Pero a este respecto todav¨ªa ser¨¢ m¨¢s importante el entorno pol¨ªtico de su elecci¨®n. En la mayor¨ªa de los pa¨ªses a afectados, dicha elecci¨®n se ha hecho hasta ahora atendiendo m¨¢s a criterios nacionales que a criterios comunitarios. M¨¢s que echar luz sobre las perspectivas de la Comunidad, ha servido de bar¨®metro para calibrar la influencia respectiva de los partidos sobre la vida pol¨ªtica de cada Estado. Las diferencias con los resultados de las elecciones legislativas anteriores se han considerado como una prueba de popularidad de Gobiernos y oposiciones.
A veces las distorsiones han sido muy fuertes. De esta forma, el Partido Socialista franc¨¦s perdi¨® m¨¢s de 17 puntos entre las legislativas de 1981 y las europeas de 1984, pasando de un 37% a un 20%. En Espa?a, los socialistas han retrocedido cinco puntos en las europeas de 1987 con relaci¨®n a las legislativas de 1986 .En la RFA, los democristianos descendieron tres puntos entre las legislativas de 1983 y las europeas de 1984. Las diferencias m¨¢s significativas se produjeron en Portugal en 1987. En votos emitidos el mismo d¨ªa, el partido socialdem¨®crata ob uvo la mayor¨ªa absoluta en las legislativas (50,2% de los sufragios) y 13 puntos menos en las europeas (37,5%.), mientras que el centro se encontraba en un a situaci¨®n inversa, con un 4,3% en las legislativas y 11 puntos m¨¢s en las europeas (15,4%). Esto se debe, sin duda, a la personalidad del jefe del PSD, a quien se quiso llevar al poder en Lisboa. Actualmente se espera (tanto en Par¨ªs como en Bonn o en Roma y en Madrid) que el escrutinio del 18 de junio esclarezca la popularidad respectiva de los grandes partidos en el Gobierno y de sus contrincantes. Los comunistas italianos esperan mucho m¨¢s. Si pudieran aumentar su marca algunos puntos en relaci¨®n -a las legislativas, como hicieron en 1984, eso justificar¨ªa su orientaci¨®n liberal y les colocar¨ªa en buena posici¨®n en su rivalidad con los socialistas.
El hecho de que las elecciones europeas ayuden tambi¨¦n a calibrar el reparto de las fuerzas pol¨ªticas en cada uno de los Estados de la Comunidad no tiene nada de chocante en s¨ª mismo. Pero ser¨ªa lamentable limitar a esto el inter¨¦s de esta gran consulta. La autoridad de los diputados que se elegir¨¢n a trav¨¦s de ella ser¨¢ proporcional a la transparencia del mandato que ¨¦stos recibir¨¢n de manos de sus electores. Los objetivos de la legislatura de este modo investida no estaban claramente definidos en 1979 ni en 1984.
Hoy d¨ªa lo est¨¢n en el marco de un mercado ¨²nico que hay que realizar antes del 1 de enero de 1993, adem¨¢s de ponerlo en marcha en una etapa de rodaje durante los meses siguientes. Una asamblea que se haga eco de las largas esperas de los pueblos de Europa, de sus esperanzas y de sus temores, es indispensable en un per¨ªodo donde deber¨¢n inventarse muchos mecanismos nuevos que luego ser¨¢n menos maleables. El Parlamento Europeo no podr¨¢ establecerlos por s¨ª rri¨ªsmo, pero podr¨¢ pesar mucho sobre su elaboraci¨®n y su puesta en forma si sus deliberaciones se apoyan en un gran debate popular en el conjunto de la Comunidad. En este aspecto, la campa?a para el escrutinio de junio ofrece una ocasi¨®n excepcional a condici¨®n de que la elecci¨®n europea no se transforine en 12 elecciones nacionales.
Traducci¨®n: Daniel Sarasola.
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