Federico Coullaut Valera
Una fidelidad recompensada a la escultura figurativa
Se cri¨® en el estudio de su padre, entre barro y escayola, rodeado de tallas de madera, de estatuas de bronce y de figuras de piedra, y all¨ª, de la mano de tan insigne maestro, adquiri¨® los conocimientos t¨¦cnicos que el oficio requiere. Descendiente del novelista Juan Valera, Federico Coullaut Valera, de 77 a?os, se inclin¨® por seguir la llamada del arte que flu¨ªa en sus venas, ya la muerte de su padre, acaecida en 1932, el hijo, se vio en la tesitura de concluir el inacabado monumento a Cervantes de la plaza de Espa?a de Madrid con 24 figuras de cuatro metros de altura. Pr¨®ximamente se instalar¨¢ en Bruselas una r¨¦plica de su Don Quijote y Sancho Panza en una nueva plaza de Espa?a en la capital belga.
"Siempre he vivido del encargo", se lamenta el maestro sin rastro de amargura. "Es por eso por lo que casi no tengo obra propia". Y puesto a aceptar encargos, lleg¨® a realizar una gigantesca estatua ecuestre del anterior jefe del Estado (la m¨¢s grande de Espa?a), que todav¨ªa debe permanecer instalada en El Ferrol.Y en verdad, su prol¨ªfica obra se yergue aqu¨ª y all¨¢ en los lugares m¨¢s inauditos: treinta y tantos pasos de Semana Santa, cada uno de ellos compuesto por una docena de figuras policromadas, se desperdigan por la zona de Levante; millares de bustos de asombroso parecido ennoblecen otros tantos domicilios particulares, en Espa?a y en el extranjero; ocho obispos gigantes hacen guardia ante el frontispicio de la Diputaci¨®n Provincial de Soria; su colosal Carlos III desaf¨ªa los elementos en Los ?ngeles, en Corpus Christi (California) y en la Embajada de Espa?a en Washington; su mujer alada parece a punto de remontar el vuelo desde la c¨²pula del edificio Metr¨®polis, en la intersecci¨®n de la Gran V¨ªa con Alcal¨¢, y en el Retiro destaca el conjunto dedicado a los hermanos Quintero, o su P¨ªo Baroja, que dir¨ªase de carne y hueso, con su boina y su bufanda...
"La gente pasa por delante de las esculturas, pero nadie se fija en la firma del autor; los escultores somos seres an¨®nimos y desconocidos", dice Coullaut Valera; "pero el artista siempre obtiene alguna satisfacci¨®n, como la que yo experimento ante la inminente instalaci¨®n de una r¨¦plica del don Quijote y Sancho Panza en Bruselas".
Instalado desde hace dos d¨¦cadas en La Granja de San Ildefonso, en la misma hermos¨ªsima y confortable villa llena de recuerdos y de obras de arte, villa que perteneciera a su padre y a la cual sol¨ªa acudir de visita Alfonso XIII, Federico Coullaut Valera sigue trabajando a diario en su estudio, ocupado ahora en dar volumen a los aguafuertes de Goya. Los sue?os de la raz¨®n producen monstruos o Los desastres de la guerra cobran corporeidad en manos del maestro, que, siempre fiel al estilo figurativo y neocl¨¢sico que aprendi¨® de su padre, nunca se aventur¨® en experimentalismos m¨¢s o menos extravagantes, a diferencia de muchos de sus disc¨ªpulos, que, habiendo aprendido cuatro rudimentos en el taller de Federico, tuvieron la osad¨ªa de pretenderse geniales, rompieron los moldes antes de dominarlos y de este modo torn¨¢ronse ricos y famosos.
T¨ªmido, sencillo y humano a m¨¢s no poder, el art¨ªfice del monumento a Cervantes trabaja incansablemente a sus 77 a?os en su pl¨¢cido retiro, lejos de todo fasto y rodeado del calor de los suyos.
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