Exhibici¨®n de una actriz
Sigue llegando a nuestras pantallas la secuela de agravios dejados atr¨¢spor el ¨²ltimo reparto de los oscars de la Academia de Hollywood.Ver Madame Sousatka y preguntarse uno por qu¨¦ razones no eligieron a Shirley MacLaine candidata a la mejor actriz (cuando dos de las elegidas, incluida la ganadora, Jodie Foster, act¨²an en niveles sensiblemente inferiores y en registros de composici¨®n mucho m¨¢s f¨¢ciles), y a Peggy Aslicroft para el cap¨ªtulo de las actrices secundarias, es todo uno. No hay razones, y si las hay se nos escapan, porque tanto una como la otra realizan, dentro de sus respectivos personajes, dos trabajos mod¨¦licos.
Toda la pel¨ªcula discurre alrededor de la construcci¨®n que de su personaje hace la actriz norteamericana. Esto perjudica al filme, ya que lo convierte en una exhibici¨®n casi unipersonal y, por tanto, en una simplificaci¨®n muy propia de las leyes del divismo. Pero no impide que a la hora de buscar m¨¦ritos en Madame Sousatzka los encontremos, y no triviales. As¨ª lo han reconocido los cr¨ªticos de Nueva York, que eligieron a Shirley MacLaine como mejor actriz dram¨¢tica de 1988, y el jurado del ¨²ltimo festival de Venecia, donde le concedieron la copa Volpi a la mejor interpretaci¨®n femenina.
Madame Sousanka
Direcci¨®n: John Schlesinger. Gui¨®n: Ruth Prawer Jhabvala y John Schlesinger. Fotografia: Nat Crosby. M¨²sica: Gerald Gouriet. Reino UnidoEstados Unidos, 1988. Int¨¦rpretes: Shirley MacLaine, Peggy Ashcroft, Shabana Azmi, Twiggy, Leigh Lawson, Geoffirey Bayldon. Estreno en Madrid: cines Pompeya y (en versi¨®n original subtitulada) Infantas.
Realizaci¨®n sobria
La pel¨ªcula no es nada del otro mundo, y menos de ¨¦ste, pero se ve con agrado gracias a la presencia de estas dos actrices, bien secundadas por un reparto bien conjuntado por el brit¨¢nico Schiesinger, que es director de no abundante talento pero siempre solvente, y en el cap¨ªtulo de direcci¨®n de actores, m¨¢s que solvente. Schiesinger, despu¨¦s de concesiones -algunas tan conocidas como Cowboy de medianoche- a la tentaci¨®n de originalidad en la primera etapa de su carrera, se ha instalado en su madurez en el buen oficio y en el esfuerzo por lograr realizaciones sobrias y poco visibles.Esto quiere decir que John Schlesinger se ha convertido en un realizador, si se quiere, convencional, pero que tiene el buem gusto y la humildad de saber ceder mucho terreno -que otros directores se apropian y capitalizan- a su equipo y en especial a los actores, que -y esto en Madame Sousatzka es evidente- derrochan sensaci¨®n de libertad y comodidad ante la c¨¢mara.
Las divertidas y fugaces presencias de la veterana Peggy Ashcroft. dan una sensaci¨®n de facilidad rara en el cine de hoy, donde la actuaci¨®n est¨¢ por lo general subordinada, con el consiguiente agarrotamiento, a las argollas de la producci¨®n, la direcci¨®n e incluso del fot¨®grafo en cuanto fabricante de esa cosa imprecisa y de puro gancho mercantil que llaman look, epidermis en colorines de la falta de enjundia.
Por su parte, la veterana Shirley MacLaine supera con elegancia el artificio del divismo y hace de su exhibici¨®n un buen ejemplo de autocontrol: pese a tender instintivamente a exagerar, la actriz sabe aqu¨ª contenerse y otorgar mesura a un personaje que podr¨ªa hab¨¦rsele escapado de las manos a la menor concesi¨®n al histrionismo. Asume Shirley MacLaine sus arrugas, las acent¨²a incluso, y es un gozo ver c¨®mo convierte a un personaje aparatoso y epid¨¦rmico en un buen ejercicio de sencillez y de rigor interpretativos. Contemplar su trabajo redime de las muchas insuficiencias de esta pe!¨ªcula.
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