Carmen Bravo, la mitad de Mompou

Uno de los m¨¢s interesantes ciclos musicales organizados por la Caja Postal esta temporada es el dedicado a Federico Mompou y su entorno. Lo inici¨® la pianista Carlota Garriga el pasado d¨ªa 3 y lo clausurar¨¢ el tambi¨¦n pianista Juli¨¢n L.Gimeno el pr¨®ximo d¨ªa 26. Si todas las actuaciones -las cantantes Fondeville y Sarroca, el Tr¨ªo Mompou, el guitarrista Jos¨¦ M.Gallardo y el cuarteto Arcana- alcanzan una evidente calidad por el prestigio que esos nombres garantizan, la sesi¨®n del lunes tuvo adem¨¢s singulares matices de emoci¨®n.Carmen Bravo, casada con Mompou en 1957, ha vuelto al piano s¨®lo para dedicarse a la obra del gran m¨²sico desaparecido y hacer as¨ª de su soledad una cierta permanencia de lo que todos conoc¨ªamos como los Mompou. Carmen fue primera oyente, primera cr¨ªtica, primera int¨¦rprete de una m¨²sica maravillosa.

Por ello, ahora puede decir verdades sobre los pentagramas de Mompou. Con una cierta timidez de gesto, como la ten¨ªa Federico, pero con una firmeza y claridad de conceptos musicales admirable, nos dio versiones hondamente fieles pero no id¨¦nticas a las que ofrec¨ªa el propio autor.

Desde los Suburbis, de 1917 -casi memorias del joven Mompou-, revividos por Carmen Bravo con plasticidad po¨¦tica de alto estilo, a la M¨²sica callada, primer cuaderno, de 1959, nacida ya junto a la int¨¦rprete, pasamos por las Variaciones, de 1921; Cuatro preludios (1930/1943), y las Canciones y danzas primera y tercera (1918/1928), para revisar una vez m¨¢s el mundo m¨¢gico de un creador tan espiritual, humano, original y perfeccionista que ocupa, un lugar se?ero en el panorama musical del siglo XX. Carmen Bravo sirvi¨® todas las obras desde una interioridad iluminante. Por eso habl¨¢bamos de la especial emoci¨®n de un recital que convoc¨® a mucho p¨²blico y provoc¨® largas ovaciones.