Hait¨ª, un drama viviente
La poblaci¨®n contempl¨® la rebeli¨®n militar preocupada por la supervivencia
,Puerto Pr¨ªncipe, o lo que es lo mismo, Hait¨ª, se asienta en la normalizaci¨®n pol¨ªtica y militar. El pasado jueves se acort¨® el toque de queda en otras dos horas y qued¨® completado el consejo electoral provisional que organizar¨¢ las pr¨®ximas elecciones, que los m¨¢s optimistas no esperan hasta antes de un a?o. Pero la otra batalla, la de la lucha por la subsistencia, no conoce tregua ni proceso de normalizaci¨®n alguno. De hecho, la poblaci¨®n civil haitiana ha asistido a lo recientes acontecimientos desde la barrera, preocupada por atender a las necesidades m¨¢s primarias.
El viernes 14 de abril volvi¨® a cesar toda actividad econ¨®mica en Hait¨ª. Es la fiesta de las Am¨¦ricas, arranque de un puente que llega apenas superada una semana tr¨¢gica, en la que del 2 al 9 de abril la capital haitiana qued¨® totalmente paralizada. Una semana sin que la gente pudiera comprar y vender. "Si esa situaci¨®n se prolonga m¨¢s d¨ªas, el pa¨ªs habr¨ªa explotado de verdad", afirma el empleado de una gasolinera. Sin embargo, el estallido lleva m¨¢s de tres a?os de espera.Todos los dirigentes pol¨ªticos consultados coinciden en que la tarea prioritaria del pa¨ªs al mismo nivel, y consustancialmente unida a la recuperaci¨®n de la democracia, es satisfacer las necesidades m¨¢s elementales y b¨¢sicas del pa¨ªs, el m¨¢s pobre del hemisferio occidental y en el que el 80% de la poblaci¨®n vive por debajo del umbral de la miseria absoluta. "No hay trabajo, la comida es cara y no hay dinero con la que comprarla. La gente est¨¢ perdiendo la cabeza, enloqueciendo de hambre. En este pa¨ªs hay cada d¨ªa m¨¢s locos: usted los puede ver por la calle", comenta un camarero entrado en a?os. Reconoce que la rebeli¨®n militar sofocada por el general y presidente Prosper Avril fue un problema muy grave, "pero se ha solucionado mientras nosotros seguimos sin hospitales, sin empleos y sin casas".
La renta per capita haitiana no alcanza los 320 d¨®lares al a?o. El crecimiento econ¨®mico no es que est¨¦ estancado, resulta que es negativo en los ¨²ltimos a?os, mientras el desempleo alcanza a m¨¢s de la mitad de una poblaci¨®n cuya esperanza de vida no llega a los 54 a?os y ve morir a 112 ni?os de cada 1.000 que nacen vivos. El 80% de los adultos son analfabetos.
Las perspectivas de cambio no son alentadoras. Hait¨ª, con 6,5 millones de habitantes, carece de recursos minerales y su principal fuente de energ¨ªa la suministra la madera, con lo que se est¨¢ deforestando alarmantemente el pa¨ªs. Sus principales recursos de explotaci¨®n son los productos tropicales, que est¨¢n sometidos a fuerte competencia en una zona con costes y precios m¨¢s bajos. La industria propia de tal nombre es pr¨¢cticamente inexistente.
Contrabando
Para colmo, la vida econ¨®mica est¨¢ totalmente desorganizada por culpa del contrabando, una lacra de tal magnitud que est¨¢ dejando a cero los ingresos fiscales del Estado. Es un problema tan grave como -el del tr¨¢fico de droga, reconocen los dirigentes pol¨ªticos. "As¨ª se explica que los mercados de la calle est¨¦n llenos de productos, incluso los m¨¢s modernos y nuevos", dice Albert Leger, secretario general del centrista Partido Agrario Industrial. "Si no fuese por el dinero de esa sucia procedencia no existir¨ªa el comercio callejero a tal nivel", a?ade. Sobre la acera se vende todo, desde chicles hasta vestidos, y se puede encontrar un puesto en el que se venden los ¨²ltimos modelos de frigor¨ªficos rodeados de monta?as de ruedas y c¨¢maras de coches.El salario medio de un empleado en una empresa en Puerto Pr¨ªncipe o en un hotel es de tres d¨®lares diarios, un salario con el que dif¨ªcilmente se puede mantener a una familia. Baste pensar en el precio del arroz: una marmita (medida de peso haitiana) cuesta 2,60 d¨®lares y es una cantidad que permite comer a una familia de cuatro personas durante tres d¨ªas. Y ese precio es del arroz de contrabando, el que viene de Miami, porque el local es m¨¢s caro a¨²n. El az¨²car, el ma¨ªz o la harina tienen tambi¨¦n precios desorbitados para los fondos de los vac¨ªos bolsillos haitianos.
Cada cual se gana la vida como puede. En el Ministerio de Informaci¨®n, un joven que trabaja all¨ª trata de sacarse unas propinas orientando a los ciudadanos por los entresijos de la burocracia. Dice que lo ahorra todo porque no le cuesta nada vivir, ya que vive a costa de sus t¨ªas, que le alimentan a ¨¦l y a sus hijos. Con lo que va sacando quiere comprarse un visado para Estados Unidos y sue?a despierto con que le toque la loter¨ªa y escapar a Nueva York. "All¨ª es m¨¢s f¨¢cil ganar dinero", afirma Adri¨¢n, un ch¨®fer por cuenta propia que era antes contable de una empresa que cerr¨® dej¨¢ndole en la calle. "Desde que cay¨® Duvalier no he podido trabajar en mi oficio", dice. Se gana la vida como taxista, conduciendo ni?os al colegio o alquil¨¢ndose a precios elevados a turistas y hombres de negocios, que se aventuran hasta Hait¨ª.
Ya no queda ni siquiera la esperanza de que el turismo se convierta en motor de la econom¨ªa. La inseguridad pol¨ªtica, el miedo al SIDA, los altos precios y la falta de infraestructuras e instalaciones sit¨²an en inferioridad a este pa¨ªs con respecto a cercanos y m¨¢s baratos para¨ªsos tropicales caribe?os.
Adri¨¢n dice que no es pol¨ªtico, que no le interesa la pol¨ªtica, que lo que quiere es llegar a casa sano y salvo, con dinero para su mujer y sus hijos. Espera tener un d¨ªa lo suficiente para poder dar estudios a sus tres peque?os. Dice que la gente se habr¨ªa muerto de hambre si no fuese por el dinero que env¨ªa el mill¨®n de emigrantes haitianos, que se concentran fundamentalmente en Estados Unidos y Canad¨¢.
Pero no a todos les va tan mal. "Le parecer¨¢ escandaloso lo que le voy a decir: mientras la mayor¨ªa de la gente es cada vez m¨¢s pobre, yo estoy ganando ahora m¨¢s dinero que nunca". Quien as¨ª habla es Philipe Armand, un empresario de 40 a?os, desenga?ado de la pol¨ªtica y de familia pudiente. Dice que su ¨¦xito est¨¢ en invertir en lo que la gente quiere y tiene salida. "Gano unos cientos de miles de d¨®lares, que no es demasiado, soy un empresario mediano, y hay un pu?ado de hombres que sacan en este pa¨ªs millones y milones al a?o. Le parecer¨¢ escandaloso, pero as¨ª es".
Armand est¨¢ contento de que Avril haya superado la rebeli¨®n militar. Cree que el general traer¨¢ finalmente la democracia y con ella vendr¨¢ el restablecimiento de la ayuda econ¨®mica norteamericana.
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