Los redactores de 'The Washington Post' y de 'The New York Times' no podr¨¢n participar en manifestaciones
?Puede, no ya debe, un o una periodista norteamericano participar en una manifestaci¨®n? Si pretende trabajar para alguno de los grandes diarios del pa¨ªs, no. Esta es la tajante respuesta dada por los directores de The New York Times, la biblia del periodismo mundial, y de The Washington Post, el diario que acab¨® con Richard Nixon gracias a su tenaz investigaci¨®n del esc¨¢ndalo Watergate. Otros peri¨®dicos podr¨ªan adoptar una decisi¨®n similar.
La manifestaci¨®n a favor del derecho al aborto, que congreg¨® hace dos domingos en Washington a m¨¢s de 300.000 personas, ha provocado el debate sobre cu¨¢l es el puesto de un periodista en relaci¨®n con las grandes cuestiones de su tiempo. Y si su trabajo como reportero limita sus derechos como ciudadano. Muchas periodistas y tambi¨¦n colegas varones marcharon a favor del derecho al aborto.Enterado de que una buena parte de su redacci¨®n hab¨ªa participado en la manifestaci¨®n de Washington, el director de The Washington Post, Benjamin C. Bradlee, public¨® una nota en la que se establece la prohibici¨®n de manifestarse, independientemente de que se est¨¦ cubriendo el tema del aborto. "Una vez m¨¢s recordamos a los profesionales de la Redacci¨®n que no es profesional (otra cosa son sus familiares) tomar parte en manifestaciones pol¨ªticas o sobre cuestiones candentes, no importa en qu¨¦ lado o lo aparentemente meritoria que sea la causa. ?sta es la elecci¨®n que hacemos cuando elegimos trabajar en este negocio y en este peri¨®dico". La nota de Bradlee a?ade que "en el caso de los que olvidaron esto el domingo d¨ªa 9, espero que cada uno de ellos se recuse de cualquier futura participaci¨®n en la cobertura del tema del aborto".
El edicto, en el que est¨¢ tambi¨¦n de acuerdo el editor, Donald E. Graham, ha provocado ciertas cr¨ªticas en la Redacci¨®n. El jefe de la secci¨®n de ciencia, Boyce Rosenberger, que junto con su hijo acudi¨® a ver, desde la acera, la marcha, le ha contestado al director en estos t¨¦rminos: "Estoy confundido. ?C¨®mo puede el Post permitir a sus reporteros y a sus editores expresar sus opiniones a trav¨¦s de art¨ªculos de opini¨®n, an¨¢lisis informativos y columnas, pero prohibir a la misma gente hacerlo a trav¨¦s del derecho de reuni¨®n pac¨ªfica?".
En The New York Times, depositario de la probidad informativa por excelencia en este pa¨ªs, la alarma se desat¨® cuando la reportera que cubre el Tribunal Supremo, Linda Greenhouse, le dijo al jefe de la oficina del peri¨®dico en Washington, Howell Raines, que hab¨ªa participado en la manifestaci¨®n pro-aborto. La periodista recibi¨® un toque de atenci¨®n, pero seguir¨¢ informando sobre el Supremo. "Reconoce que cometi¨® un error. Pero tenemos total confianza en su profesionalidad", explic¨® Raines.
Greenhouse admiti¨® que se hab¨ªa negado a firmar, sin embargo, una carta sobre el aborto y que pensaba que marchando de forma an¨®nima no violaba la pol¨ªtica del peri¨®dico. Pero Raines, con el apoyo del director Max Frankel, a?adi¨® que "el hecho de que tenemos que disciplinar nuestras opiniones forma parte de nuestra profesi¨®n, y esto no significa que no tengamos opini¨®n".
Conflicto de intereses
Y The New York Times ha aprovechado la ocasi¨®n para reiterar su pol¨ªtica respecto al conflicto de intereses. "La integridad del Times requiere que los miembros de su equipo directivo eviten el empleo o cualquier otro compromiso, obligaci¨®n, relaci¨®n o inversi¨®n que cree o produzca la apariencia de crear un conflicto de intereses con su trabajo profesional para el peri¨®dico o, de otra forma, comprometa la independencia o la reputaci¨®n del Times".Sharon Walsh, periodista financiera de The Washington Post, explica que acudi¨® a la manifestaci¨®n "despu¨¦s de pens¨¢rmelo mucho y muy seriamente", y lo hizo porque el tema era de gran importancia moral para ella. Pero admite que la mayor¨ªa de sus colegas en el peri¨®dico no apoyan su decisi¨®n de participar. "Hay mucha gente en la redacci¨®n que no est¨¢ de acuerdo con los periodistas que nos manifestamos".
Los directores de Chicago Tribune y de Philadelphia Inquirer han hecho saber que su pol¨ªtica sobre manifestaciones es tan restrictiva como la de sus colegas del Post y del Times. Por su parte, Shelby Coffey, director de otro de los grandes de la Prensa norteamericana, Los Angeles Times, declar¨® que su peri¨®dico era menos restrictivo y s¨®lo prohib¨ªa manifestarse a los reporteros que cubren ese tema. "Hay un ¨¢rea oscura", dice el director de Baltimore Sun, Frank Starr. "Si un reportero m¨ªo marcha en una manifestaci¨®n de este tipo, es mi problema el cuidar que no sea asignado a escribir sobre el derecho al aborto".
El ombudsman de The Washington Post dedic¨® su columna del pasado domingo al tema. Richard Harwood escrib¨ªa que el edicto de Bradlee forzando a los que participaron a, voluntariamente, rechazar cubrir el tema del aborto es "un arreglo posterior al hecho, pero no una soluci¨®n".
"Nosotros en el periodismo estamos obsesionados con la rectitud. Podemos detectar pecado, duplicidad y conflictos de inter¨¦s en un pol¨ªtico, en mitad de la noche, a cientos de millas de distancia. Tenemos privilegios ¨²nicos como poseedores de las rotativas y como titulares de pases de prensa. Cuando miramos en los espejos nos quedamos ciegos".
Probablemente en Europa sorprenda la pol¨ªtica restrictiva de- los medios de comunicaci¨®n estadounidenses en materia de conflicto de intereses. Aqu¨ª, no tanto. Es un producto de los a?os dif¨ªciles de la guerra de Vietnam, cuando centenares de periodistas tomaron partido p¨²blicamente, se manifestaron y firmaron escritos pidiendo la dimisi¨®n de Lyndon Johnson o Richard Nixon. A ra¨ªz de entonces se prohibi¨® a los reporteros manifestarse sobre los temas que cubr¨ªan.
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