El vuelo de un ¨¢ngel
Hace unas semanas, Frank Capra, cineasta de 92 a?os nacido siciliano a finales del siglo pasado y renacido estadounidense a primeros de ¨¦ste, patale¨® y suplic¨® en su silla de ruedas: unos mercachifles hab¨ªan coloreado -para meterla en el saco de cromos del mercado audiovisual- su ?Qu¨¦ bello es vivir!, la perfecci¨®n, en blanco, gris y negro, hecha pel¨ªcula.En su tiempo, algunos expertos la tildaron de llorona e ideol¨®gicamente conformista. El tiempo ha hecho tragar a estos obtusos la espina de sus palabras. La ideolog¨ªa del filme -exaltaci¨®n algo beata del liberalismo rooseveltiano del New Deal- se ha esfumado, y queda de ¨¦l otra cosa, algo no f¨¢cil de determinar, que convierte sus aspectos convencionales (sentimentalismo, ternurismo, angelismo incluso) en un asunto insignificante, desbordado por el vigor y la hermosura que hay bajo ellos.
Los or¨ªgenes de Capra como cineasta se remontan hacia 1920. Aprendi¨® cine en todos los escalones de la elaboraci¨®n de filmes y mostr¨® extraordinarias dotes para la miniatura, lo que le convirti¨® en un dominador de los ritmos vertiginosos y de los torrentes de ocurrencias. En sus filmes largos hay huellas de este origen: por moroso y sentimental¨®n que sea lo que cuenta, de repente se le acelera la imaginaci¨®n y nos hace correr detr¨¢s de ella, sin que lleguemos a alcanzarla. Sus giros se adelantan a la capacidad adivinatoria del espectador, y ¨¦ste, en cada secuencia, por obvia que parezca una vez vista, se encuentira ante la sorpresa de lo imprevisto. Y comienza ese algo indefinible aludido.
?Qu¨¦ bello es vivir! es un compendio de esa singular cualidad. Las secuencias del filme son primorosas miniaturas que -y ah¨ª entira un segundo componente del algo indefinible- aunque tienen entidad aut¨®noma, est¨¢n, no obstante, llenas de funcionalidad, son parte de un engarce o de un mecanismo vivo con sus componentes tan bien acoplados que las peque?as unidades no se perciben como tales, sino como concreciones instant¨¢neas de otra unidad mayor envolvente.
Vertiginosas transiciones
En el filme pueden aislarse muchas secuencias y deducir de ellas que no se puede ir m¨¢s all¨¢. Y no obstante se va. Capra compone el filme ¨²nicamente con instantes de cima: no da respiro al espectador, y sin embargo, ¨¦ste respira en ¨¦l a pleno pulm¨®n, en medio de una intensa sensaci¨®n de comodidad. La pel¨ªcula salta de cumbre a cumbre sin pasar por ning¨²n valle, por ninguna zona de reposo, y pese a ello, no crea sensaci¨®n de esfuerzo. ?C¨®mo tan extrema dificultad discurre con tanta sencillez? ?Qu¨¦ hace de su densidad una transparencia?Las escenas del ni?o que descubre veneno en una receta del farmac¨¦utico, la de la primera crisis del peque?o banco, la b¨²squeda de James Stewart y Thomas Mitchell del dinero robado y, sobre todo, el rev¨¦s y el derecho del vuelo final del ¨¢ngel son a su vez vuelos cinematogr¨¢ficos insuperables. Las veloces transiciones de lo cotidiano a lo m¨¢gico, de lo m¨¢gico a lo c¨®mico, de lo c¨®mico a lo pat¨¦tico, de lo pat¨¦tico a lo tr¨¢gico y de lo tr¨¢gico a lo risue?o sacuden al espectador, que hace interiormente suyos estos tremendos vaivenes del sentimiento, arrastrado por ese algo, desvelado ahora como identidad secreta entre risa y l¨¢grima, a la altura sublime de Qu¨¦ verde era mi valle, de Candilejas, de la escena final de Capitanes intr¨¦pidos y de otras, tan escasas como el oro, concreciones del milagro del buen llorar.
?Qu¨¦ bello es vivir! se emite a las 2.00 del lunes en TVE-1.
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