"Europa debe mirar a EE UU
Renato Ruggiero, ministro de Comercio italiano, a favor de una zona de libre intercambio comercial en el Atl¨¢ntico norte
ALBERTO LUENGO, Apasionado defensor de la unidad europea, el ministro de Comercio italiano, Renato Ruggiero, ha propuesto ir m¨¢s all¨¢ despu¨¦s de 1992: crear una zona de libre comercio entre la Comunidad Europea (CE) y la comunidad formada por Estados Unidos y Canad¨¢. ?El objetivo? Evitar que Estados Unidos en la d¨¦cada de los noventa se sienta tentado a acercarse m¨¢s hacia los pa¨ªses del Pac¨ªfico. "Hay que mantener", dice, "el centro de atenci¨®n pol¨ªtica y econ¨®mica del mundo en el At l¨¢ntico norte".
Pregunta. ?Qu¨¦ perspectivas y consecuencias tiene la propuesta Delors para la plena integraci¨®n europea en el mercado ¨²nico de 1992?Respuesta. La realizaci¨®n del mercado interno europeo tiene videntes implicaciones pol¨ªticas. Es dif¨ªcil pensar, por ejemplo, que el mercado interno norteamericano pueda funcionar con doce monedas, doce bancos centrales, doce pol¨ªticas fiscales. El mercado interior europeo implica necesariamente la creaci¨®n e una banca central y una moneda europeas. Comprendemos que esto es un objetivo que llevar¨¢ tiempo y no necesariamente tendr¨¢ que estar funcionando en 1992. Pero es claro que la direcci¨®n se?alada por la propuesta Delors es una direcci¨®n necesaria.
P. Pero la propuesta de Deors no fija plazos temporales.
R. ?l ha hecho muy bien en presentar su programa sin una exces¨ªva rigidez de calendario, con una programaci¨®n flexible en el tiempo. La propuesta tiene tres etapas. Cada una tiene su l¨®gica, y la tercera, que debe conducirnos a una banca central com¨²n y una moneda ¨²nica, es pol¨ªticamente la m¨¢s importante. La flexibilidad permitir¨¢ ir adelante por etapas, y todos los pa¨ªses est¨¢n de acuerdo en comenzar a caminar en esa direcci¨®n. Hay alguno que, como el Reino Unido, mantiene una posici¨®n reticente ante la etapa final, pero ser¨¢ dif¨ªcil para ellos caminar hacia el mercado interno europeo sin aceptar sus consecuencias en el plano monetario e institucional.
Soberan¨ªa econ¨®mica
P. ?No se ver¨¢ afectada de forma inaceptable la soberan¨ªa econ¨®mica de cada pa¨ªs, de cada Gobierno?
R. Ya hay en la CE ocho pa¨ªses que han aceptado una disciplina com¨²n en el Sistema Monetario Europeo (SME), y eso impone ciertas restricciones en tasas de cambio y en los temas b¨¢sicos de pol¨ªtica econ¨®mica. Si el Reino Unido puede no participar en el SME, es debido a que los otros ocho pa¨ªses aseguran la estabilidad de las tasas de cambio en la cual la econom¨ªa brit¨¢nica se apoya. Si alguno de nosotros no aceptara esta disciplina cambiaria probablemente ser¨ªa el propio Reino Unido el que luchar¨ªa por su existencia.
P. La principal potencia econ¨®mica de los a?os noventa probablemente ser¨¢ Jap¨®n. ?Cu¨¢l deber¨ªa ser la pol¨ªtica de la CE ante esa realidad?
R. Debemos luchar por mantener el centro de atenci¨®n econ¨®mica y pol¨ªtica del mundo en el Atl¨¢ntico norte, entre Europa y Estados Unidos. Tenemos que evitar que la atenci¨®n econ¨®mica de EE UU se oriente m¨¢s hacia el Pac¨ªfico. Debemos pensar en la b¨²squeda, inmediatamente despu¨¦s de la realizaci¨®n del mercado ¨²nico de 1992, de una zona de libre cambio en el Atl¨¢ntico norte, entre EE UU y Canad¨¢ y todos los pa¨ªses de la CE. Al mismo tiempo, es necesario reforzar las relaciones comerciales, econ¨®micas y pol¨ªticas entre estas tres ¨¢reas sim¨¦tricas: EE UU, la Comunidad Europea y Jap¨®n. No creo en una uni¨®n de dos de estos polos en contra del tercero, pero s¨ª creo que una zona de libre cambio en el Atl¨¢ntico norte permitir¨ªa adoptar una pol¨ªtica com¨²n m¨¢s fuerte tanto hacia Jap¨®n como hacia los pa¨ªses de Europa del Este, especialmente la Uni¨®n Sovi¨¦tica, para favorecer el proceso de pluralismo que se comienza a percibir en esa zona.
P. Caminamos hacia una Europa plenamente unida en materia econ¨®mica, pero ?c¨®mo ve la constituci¨®n de la Europa de los ciudadanos?
R. Cuando era peque?o, todos dec¨ªan en mi pa¨ªs que era inevitable una guerra entre los pa¨ªses occidentales europeos en las siguientes d¨¦cadas. Ahora copnsideramos imposible tal posibilidad. Hemos adquirido la noci¨®n de vivir en una Europa que no es s¨®lo una suma de las nacionalidades, sino una entidad superior. Si todav¨ªa no nos sentimos plenamente ciudadanos de Europa, es m¨¢s culpa de los Gobiernos nacionales y de las instituciones europeas que de ellos. El mercado ¨²nico constituir¨¢ un paso muy importante.
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