Los obispos debieran tomar la iniciativa
He le¨ªdo en EL PAIS del 17 de abril de 1989 el relato impresionante de las dificultades e incomprensiones por las que ha tenido que pasar el benem¨¦rito P. B. H¨¢ring, uno de los mejores te¨®logos moralistas de nuestro tiempo. Es lamentable que se den tales situaciones.Hoy leo el manifiesto de adhes¨ª¨®n de 62 te¨®logos y te¨®logas espa?oles a la Declaraci¨®n de Colonia del 6 de enero de 1989, realizada, por 163 te¨®logos centroeuropeos, a los que se unieron posteriormente algunos m¨¢s. Personalmente no he enviado ninguna adhesi¨®n formal a ninguno de estos grupos, aunque confieso queestoy bastante de acuerdo con casi todo lo que se dice en la Declaraci¨®n de Colonia. En este sentido envi¨¦ una nota de tres folios a Vida Nueva a finales de febrero que no ha sido publicada. Este hecho y la postura p¨²blica de un grupo de te¨®logos me invitan a expresar modestamente mi opini¨®n:
1. La declaraci¨®n de los te¨®logos de Colonia no es ning¨²n -panfleto y merece atenci¨®n y respeto.
2. Los hechos que denuncia la declaraci¨®n son evidentes e innegables. No han sido los te¨®logos los que han creado ese clima de protestas, de desconfianza, de divisi¨®n en las iglesias locales, principalmente en Austria, de destituciones y nombramientos discutibles. Han sido las actuaciones de la curia romana las que han provocado estas protestas de la Prensa y de otros medios de comunicaci¨®n. Los te¨®logos s¨®lo han querido denunciar y evitaren lo sucesivo los acontecimientos que dan lugar a tales protestas.
3. Los documentos del magisterio eclesi¨¢stico de los ¨²ltimos a?os no responden a las expectativas y esperanzas de nuestro tiempo ni tienen suficientemente en cuenta los adelantos de la teolog¨ªa, de la ex¨¦gesis y las ciencias antropol¨®gicas. ?sta es la opini¨®n de muchos, por eso son criticados. Unos documentos mejor elaborados, y teniendo en cuenta la opini¨®n de los fieles y de las conferencias episcopales, hubieran sido mejor recibidos. Generalmente no se trata de verdades de fe, sobre las que no hay discusi¨®n, sino de aplicaciones doctrinales o pastorales a las.necesidades de nuestro tiempo.
4. La doctrina de la Humanae vitae, por m¨¢s que contenga algunas cosas bell¨ªsimas, en algunos puntos esenciales me parece que no es aceptable. Por lo mismo no
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pueden declararse como doctri na vinculante. S. La teolog¨ªa dogm¨¢tica y la teolog¨ªa moral necesitan una re visi¨®n mucho m¨¢s profunda de los de los datos evang¨¦licos, revisi¨®n que se ve frenada e impedida por las medidas disciplinares de la autoridad eclesi¨¢stica. En esta situaci¨®n eclesial pienso que son los obispos los que con libertad evang¨¦lica de bieran levantar la voz y hacer ver al Papa la imposibilidad de se guir sosteniendo y defendiendo algunas ense?anzas, llamadas a veces tradicionales, pero carecen de todo apoyo en las fuentes re veladas. Algunos principios del Concilio de Trento, mal interpre tados, han impedido una reforma m¨¢s profunda del sacramento de la penitencia, sobre el que acaba de declararse la Conferencia Episcopal Espa?ola. Si son los te¨®logos los que levantan la voz y hacen una cr¨ªtica serena y objeti va, pueden ser tachados de sub versivos y considerar su actua ci¨®n como un ataque al Santo Padre. Basta repasar serenamen te las cr¨ªticas que se han hecho a la Declaraci¨®n de Colonia para convencerse de ello.
6. Es evidente que hoy los te¨®logos, en Espa?a m¨¢s que en otras partes, carecen de la nece saria libertad de expresi¨®n. En las clases, conferencias y conver saciones privadas se dicen mu chas cosas que luego no se atre ven a publicar o escribir, porque pueden ser mal recibidas por la Iglesia jer¨¢rquica.
7. En el fondo hay un problema mucho m¨¢s grave: el abandono de la eclesiolog¨ªa de comuni¨®n y del pueblo de Dios para volver a una exagerada estima de la jerarqu¨ªa, como si ella sola concentrara todo el ser de la Iglesia de Jesucristo.-
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