La hora de Managua
EL PRESIDENTE nicarag¨¹ense, Daniel Ortega, reco rre estos d¨ªas Europa occidental con una promesa ya parcialmente cumplida y una petici¨®n cuyo cumpli miento es necesario para que esa promesa no se frus tre. Hace unas semanas, los l¨ªderes del sandinismo resurrtieron el momento de la revoluci¨®n afirmando que la conquista de la democracia "ya no era" un objetivo t¨¢cticO, Una finta instrumental, sino una concepci¨®n estrat¨¦gica, un fin en s¨ª mismo. ?sa es la promesa: hacer realidad de aqu¨ª a las elecciones de febrero una plena in stitucionaliz aci¨®n del Estado democr¨¢tico. La petici¨®n es de una urgente e imprescindible ayuda econ¨®mica.Ortega ha pasado por Espa?a, procedente de Par¨ªs y Bruselas, donde ha hablado con los representantes de la CE, y visitar¨¢ ahora el Reino Unido, la Rep¨²blica Federal de Alemania y Suecia. De Espa?a solicita no s¨®lo una contribuci¨®n relativamente modesta al total de 250 millones de d¨®lares que Nicaragua precisa para que le cuadren las cuentas, sino que tome la iniciativa de un apoyo puramente pol¨ªtico para que Washington modere al menos su apoyo a la contra; de la' RFA pretende otra iniciativa paralela pero de car¨¢cter sobre todo econ¨®mico; a trav¨¦s de la primera ministra brit¨¢nica, Margaret Thatcher, desear¨ªa instrumentar un di¨¢logo pol¨ªtico con su punto terminal en Washington; y a Suecia quiere agradecer todos sus esfuerzos por congregar la generosidad europea en una conferencia de donantes a la que asistir¨¢ Espa?a, a mediados de mayo.
El Gobierno espa?ol ha adoptado, ante las peticiones de Ortega, una actitud a la vez clara y prudente. De un lado, las pruebas de democratizaci¨®n en Nicaragua son notables, aunque justificadamente la oposici¨®n pida nuevas garant¨ªas y vigile la continuaci¨®n del proceso; por ello, Felipe Gonz¨¢lez ha anunciado el pleno apoyo de Espa?a, inicialmente pol¨ªtico y eventualmente econ¨®mico, a las mejores intenciones de Managua. Este aval pol¨ªtico no es ni puede ser un cheque en blanco, pero rodearlo de matices, reservas y cl¨¢usulas suspensivas, como puede ocurrir todav¨ªa en algunas de las escalas europeas, no ser¨ªa hacer justicia a los progresos realizados. Negar ayuda en este momento ser¨ªa sentar las bases de una profec¨ªa autocumplida. Pero, en contrapartida, cualquier detenci¨®n del proceso justificar¨¢ una actitud negativa europea y espa?ola.
S¨®lo la uni¨®n de esas dos v¨ªas de ayuda, la pol¨ªtica y la econ¨®mica, dar¨ªa la medida de la comprensi¨®n europea de un fen¨®meno nuevo, excepcional y esperanzador: una revoluci¨®n en un pa¨ªs subdesarrollado est¨¢ cumpliendo su marcha hacia la democracia con las ¨²ltimas etapas bien reglamentadas.
Es cierto que los vaivenes de la revoluci¨®n sandinista no han sido siempre ejemplares; y es l¨ªcito pensar que ese convencimiento democr¨¢tico reviste apresurados caracteres de conversi¨®n inevitable, pero aqu¨ª no importan tanto las reservas mentales como las acciones concretas. El mundo entera ha votado anticipadamente por la democratizaci¨®n de Nicaragua; el propio l¨ªder sovi¨¦tico, Gorbachov, dej¨® claro en su reciente visita a Cuba que pod¨ªa pasarse sin otro pa¨ªs del socialismo real en Am¨¦rica Latina. Ese coro mundial ha contribuido a aislar al sector m¨¢s duro del sandinismo, lo que, unido a la angustiosa necesidad de un salvavidas econ¨®mico, nos ha llevado al punto de esperanza en que nos hallamos. Por ello, si Europa no apoya ese proceso, y el apoyo tiene hoy especialmente el color del dinero, habr¨¢ perdido una magn¨ªfica oportunidad de marcar la diferencia en un ¨¢mbito regional pol¨ªtico que interesa a todos.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.