La tregua en Beirut, respetada a medias
Los libaneses contin¨²an entendiendo cosas diferentes ante las mismas palabras, seg¨²n vivan a uno o a otro lado de la l¨ªnea verde que divide f¨ªsicamente a la capital, Beirut, y psicol¨®gicamente al pa¨ªs. El llamamiento al alto el fuego efectuado por la Liga ?rabe en la noche del pasado jueves, y que entr¨® en vigor ayer a mediod¨ªa, s¨®lo ha sido respetado a medias.
Los ca?ones callaron moment¨¢neamente, pero no se han puesto en pr¨¢ctica las condiciones estipuladas por los ministros ¨¢rabes. La experiencia de cientos de treguas abortadas a lo largo de 14 a?os de guerra civil, hace temer a los habitantes de ese maltrecho pa¨ªs que no todos los puntos de paso entre los dos sectores que dividen L¨ªbano conseguir¨¢n abrirse y tampoco se levantar¨¢ el bloqueo cristiano a los puertos ?legales.Tanto el Gobierno musulm¨¢n, que preside Selim Hoss, como el Gabinete rival, que lidera el general cristiano Michel Aoun, terminaron por aceptar ayer, de mayor o menor grado, el cese de las hostilidades decretado en T¨²nez por, sus hermanos ¨¢rabes.
Para Hoss, no ha sido demasiado dif¨ªcil. Su mentor, Siria, ha conseguido, a cambio de no oponerse a la tregua, que los ministros de la Liga se olvidaran de mencionar en su resoluci¨®n la retirada de los 30.000 soldados que tiene desplegados en suelo liban¨¦s, la principal petici¨®n de Aoun para poner fin al conflicto.
El jefe del inicialmente provisional Gobierno cristiano, por su parte, ha interpretado el llamamiento al "fin de todos los bloqueos" de una manera muy particular. Aoun, que fue nombrado a dedo el pasado septiembre por el presidente saliente, Am¨ªn Gemayel, s¨®lo se ha referido a lo que denomina "bloqueo sirio de los puertos legales". As¨ª, su comunicado urg¨ªa ayer a los barcos a dirigirse al los cinco puertos legales del pa¨ªs, sin mencionar su sitio en las d¨¢rsenas de las milicias.
Persiste el bloqueo
Esta actitud ha sido interpretada por los partidos pol¨ªticos prosirios como "una continuaci¨®n de su bloqueo mar¨ªtimo de los puertos libaneses", lo que les ha llevado a enviar una carta a la Liga ?rabe, en la que ya acusan a Aoun de haber "violado el alto el fuego". En estas circunstancias, la fuerza multi¨¢rabe de observaci¨®n, que tiene previsto llegar a L¨ªbano en los pr¨®ximos d¨ªas, carecer¨¢ de operatividad por no disponer de ning¨²n poder de intervenci¨®n.El intento del general cristiano, que nunca ha escondido sus pocas simpat¨ªas por los milicianos, de acabar con el imperio de ¨¦stos, que han transformado su pa¨ªs en un reino de Taifias, le llev¨® primero a enfrentarse con la propia milicia cristiana que ahora le apoya, las Fuerzas Libanesas (FL), y, despu¨¦s, con sus tradicionales enemigos musulmanes. Le fallaron los c¨¢lculos. Ni en febrero logr¨® acabar con las Fuerzas Libanesas, como se les conoce popularmente en Beirut, ni ese intento suyo le dio patente de corso para enfrentarse con impunidad a una parte del pa¨ªs que, a falta de respaldo legal, cuenta con la moralidad de su parte.
Su decisi¨®n de acabar con los puertos ilegales que salpican la costa libanesa, a pesar de haber recibido en un principio luz verde de Damasco, irrit¨® en profundidad a los beneficiarios de un sustancioso comercio de armas y drogas. Las milicias musulmanas, con el jefe druso Walid Jumblat a la cabeza, pusieron el grito en el cielo, y recuperaron su a¨²n no olvidada costumbre de resolver los diferendos a tiros.
Lo dem¨¢s es conocido. Siria aprovecha el descontento de sus aliados libaneses para enfrentarse directamente con el principal obst¨¢culo a su hegemon¨ªa en el pa¨ªs vecino.
Durante seis semanas, una de las etapas m¨¢s duras de la guerra civil, acaba con la vida de cerca de 300 personas y termina de destruir los restos de una infraestructura vital, ya de por s¨ª herida de muerte. Tres intentos de mediaci¨®n de la Liga ?rabe se pierden en el vac¨ªo, y empiezan a faltar v¨ªveres en la capital, escenario de la nueva batalla. La reapertura siquiera parcial de los pasos iniciada ayer, supone un alivio para la poblaci¨®n de Beirut, reducida a estas alturas a un mill¨®n de habitantes.
Esta partici¨®n forzada, resulta de forma parad¨®jica inviable. A la vez que se ponen trabas al paso de la gente de uno a otro sector, su interdependencia hace imposible la separaci¨®n definitiva.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.