"No, senor Shamir"
Cuando el primer ministro de Israel Isaac Shamir lleg¨® a los Estados Unidos el pasado 5 de abril, para reunirse por primera vez con el presidente George Bush, le esperaba una sorpresa desagradable. En The New York Times, a toda p¨¢gina, 180 escritores, artistas y fil¨®sofos jud¨ªos, entre: los que figuraban los nombres Mas prestigiosos de Estados Unidos, publicaban el siguiente texto de protesta: "No, se?or Shamir, el juda¨ªsmo norteamericano no os apoya... No os hemos dado un cheque en blanco para seguir derramando sangre... Exigimos que deteng¨¢is vuestra pol¨ªtica amoral, contraria a las tradiciones jud¨ªas, y que pone adem¨¢s en peligro los sagrados intereses de los jud¨ªos de Israel y de Estados Unidos...".Bajo este texto sin precedentes figuraban, entre otras, las firmas de Arthur Miller, Philip Roth, Carl Bernstein, Woody Allen y Michael Lerner, jud¨ªo profundamente religioso este ¨²ltimo y fundador de la revista Tikkun, de importancia creciente.
Al d¨ªa siguiente, un texto de apoyo a Shamir, firmado por Seymour Reich, presidente de la Conferencia de Presidentes de Organizaciones Jud¨ªas de Estados Unidos, apareci¨® tambi¨¦n en una p¨¢gina de The New York Times. Pero el mal ya estaba hecho.
Lenguaje virulento
El diario israel¨ª Yedioth Aharonoth dec¨ªa: "Jam¨¢s hasta ahora jud¨ªos americanos conocidos, de renombre entre el gran p¨²blico, hab¨ªan empleado un lenguaje tan cr¨ªtico y virulento dirigido contra un primer ministro de Israel en momentos de su llegada a Estados Unidos para llevar a cabo discusiones oficiales"."Hoy d¨ªa, cuando un jud¨ªo es un don nadie y quiere convertirse en alguien, critica a Israel", nos dice Kenneth Bialkin, que fue presidente del foro de presidentes de organizaciones jud¨ªas.
Resulta dif¨ªcil calificar de nadie a esos 180 firmantes del texto de protesta contra Shamir, incluso si no se hubiera invitado a Arthur Miller a la Conferencia de Solidaridad con Israel, en Jerusal¨¦n, antes de la partida de Shamir a Washington, adonde ya se dirig¨ªa Kenneth Bialkin...
El hecho es que la naturaleza, la calidad de las relaciones entre el juda¨ªsmo americano e Israel, est¨¢n cambiando. Con el transcurso de los a?os, el Estado de Israel se hab¨ªa convertido para los jud¨ªos americanos en una especie de religi¨®n laica, para retomar la expresi¨®n de algunos rabinos y pensadores judeoamericanos.
Para algunos, sobre todo los que pertenecen a la vieja generaci¨®n, todo comenz¨® con el nacimiento de Israel, en 1948. Para la mayor¨ªa de los jud¨ªos americanos, esta religi¨®n laica se cristaliz¨® a partir de 1967, cuando aquel miedo atroz, intensamente vivido, de ver a David (israel¨ª) aplastado por Goliath (¨¢rabe) dio lugar a un indescriptible alivio, a un inmenso orgullo. ¨²ltimamente, sin embargo, surgen en los muros del templo de esa religi¨®n laica fisuras, grietas crecientes.
La invasi¨®n de L¨ªbano, en 1982, la matanza de Sabra y Chatila (perpetrada por las falanges cristianas, pero encubierta por Sharon), fueron los primeros golpes violentos que hicieron estremecer el templo. Luego vino la intilada, la brutal represi¨®n a la revuelta palestina. La inquietud, el desconcierto de 1982-1983 (L¨ªbano), dio lugar a abiertos interrogantes, a cr¨ªticas resultantes de una nueva toma de conciencia (1987-1988) referente a los enfrentamientos israelo-palestinos en territorio ocupado.
"Cada jud¨ªo se considera como formando parte de la familia. Y la familia tiene derecho a una actitud cr¨ªtica. Algunos murmuran sus cr¨ªticas entre las paredes de la casa. Otros las gritan por sobre los techos. Tenemos el deber de preguntarnos: ?es ¨¦sta la naci¨®n moral, n¨¦mesis de la inmoralidad de la Shoa? ?Se habr¨¢ convertido David en Goliath y Goliath en David?, se pregunta p¨²blicamente Gunther Lawrence, portavoz de Sinagogas Unidas de Am¨¦rica.
Lavar la ropa sucia
He aqu¨ª otro debate que divide al juda¨ªsmo americano: ?hay que criticar a Israel, es decir, a la pol¨ªtica israel¨ª, abiertamente o s¨®lo en privado, en el o¨ªdo de Sha¨ª:nir, de Arens?L¨ªderes como Seymour Reich o Kenneth Bialkin estiman que, a riesgo de debilitar a Israel, "la ropa sucia se lava en casa". Otros, cada vez m¨¢s numerosos, como el rabino Arthur Herzberg, profesor de religi¨®n y de estudios jud¨ªos de la universidad de Dartmouth, o Henry Siegman, director general del Congreso Judeoamericano, est¨¢n a favor de la discusi¨®n abierta.
En ese sentido, se sienten alentados por israel¨ªes como Abba Eban, que fue ministro de Asuntos Exteriores, y por escritores israel¨ªes como Amos Oz, Amos Eylon y A. B. Yehoshoua, que dirigieron una carta abierta a los jud¨ªos norteamericanos: "Manteniendo silencio apoy¨¢is masivamente, eficazmente, una sola faz de la pol¨ªtica israel¨ª, una faz que se. equivoca tr¨¢gicamente. Si est¨¢is en desacuerdo con la pol¨ªtica oficial de Israel, decidIo p¨²blicamente, os lo rogamos. Pues con vuestro silencio tambi¨¦n interven¨ªs en la pol¨ªtica israel¨ª, no lo olvid¨¦is...".
Y los jud¨ªos americanos han comenzado a hablar sin freno en la calle, en los transportes. La amenaza, concretada por un instante al d¨ªa siguiente de las ¨²ltimas elecciones israel¨ªes, de perder completamente su posici¨®n de jud¨ªos, por una enmienda a la ley de retorno prometida por Shamir a los rabinos ortodoxos de Israel, contribuy¨® en gran parte a romper la ley... del silencio.
"Mi padre ha inmigrado aqu¨ª luego de la I Guerra Mundial, desde Rusia. Yo nac¨ª en Estados Unidos, me cas¨¦, y mi hijo mayor despos¨® a una joven americana convertida al juda¨ªsmo por nuestro rabino. ?Ahora Shamir y el rabinato de Israel me dicen que mi nieta, mi Rosy, no es jud¨ªa!".
Mark Talisman, fornido cincuent¨®n que dirige la Federaci¨®n de las Organizaciones Jud¨ªas Filantr¨®picas en Washington, est¨¢ trastornado, fuera de s¨ª, cuando me plantea la contrariedad, la amargura, la c¨®lera de un amigo muy cercano. Se yergue en su silla: "Miles de jud¨ªos americanos reaccionaron de la misma manera, escandalizados, heridos en el fondo del alma por la intenci¨®n de Shamir de deslegitimar a los rabinos conservadores y reformados, pastores de cerca de tres millones de jud¨ªos americanos".
Pero no vayamos a equivocarnos. Israel sigue ocupando un lugar privilegiado en el coraz¨®n de los jud¨ªos norteamericanos. El sondeo llevado a cabo en enerofebrero de 1989 por Stephen Cohen da fe de ello. El 65% afirma: "Si Israel desapareciera destruido, para m¨ª significar¨ªa una terrible cat¨¢strofe personal". El 82% dice: "Aun cuando desapruebo a gunas acciones del Gobierno ae Israel, en nada afecta eso mi personal v¨ªnculo con Israel". Sin embargo, cuando el problema ya no se plantea en t¨¦rminos de destrucci¨®n y supervivencia, la imaambia. A la pregunta "?Tienen los palestinos derecho a una parte de Gaza y Cisjordania, a condici¨®n de no ser una amenaza para Israel?", el 47% de los jud¨ªos responde "s¨ª", el 23% "no" y el 30% "no est¨¢ seguro".
Hablar con la OLP
De la misma manera, el 50% de los jud¨ªos norteamericanos estima que habr¨ªa que entablar conversaciones con la OLP, "si la OLP reconoce a Israel y renuncia al terroris¨ªno". (Aparentemente, la mayor¨ªa de los jud¨ªos americanos, a comienzos de 1989, no sab¨ªa a¨²n que la OLP de Arafat ya hab¨ªa cumplido esas dos condiciones en diciembre de 1988.)"No somos nosotros, los jud¨ªos americanos, quienes nos alejamos de Israel, sino Israel el que se aleja de los valores jud¨ªos", nos dice un rabino de Nueva York, profesor en la universidad de Columbia. S¨²bitamente se dan cuenta de que el Israel de sus sue?os, no s¨®lo ya no existe en la realidad, sino que sus sue?os y los de los jud¨ªos israel¨ªes ya no son los mismos.
As¨ª, en una encuesta reciente realizada por Los Angeles Times se plante¨® la siguiente pregunta: "En tanto jud¨ªo, ?cu¨¢l de las exigencias de las caracter¨ªsticas aqu¨ª planteadas le parece m¨¢s importante para su identidad jud¨ªa: su actitud hacia la religi¨®n jud¨ªa, hacia Israel, con respecto a la igualdad social o hacia cualquier otra cosa?". El 50% respondi¨®: "La igualdad social"; el 17% eligi¨® "la religi¨®n", y s¨®lo el 17% eligi¨® el apoyo a Israel.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.