'Etarras' en Cayo Largo
Cuba es el ¨²nico pa¨ªs que no facilita informaci¨®n al Ministerio del Interior espa?ol sobre los miembros de ETA deportados
El Gobierno cubano mantiene una postura ambigua pero cuidadosa con Espa?a sobre los deportados de ETA. El r¨¦gimen de Castro no facilita informaci¨®n a Madrid sobre los seis activistas de ETA que permanecen en La Habana desde 1984, pero les prohibi¨® organizar las charlas pol¨ªticas que estaban preparando. Cuba impide el proselitismo a ETA aunque ampara discretamente a los activistas. Sin embargo, sostiene una postura confusa evidenciada por el todav¨ªa interrogante de la salida de La Habana de Jos¨¦ Luis Ansola Larra?aga, Peio el Viejo, que ser¨ªa detenido posteriormente en Francia
El Ministerio del Interior espa?ol reconoce que Cuba es el ¨²nico pa¨ªs que no facilita informaci¨®n a Espa?a sobre los etarras deportados. Nadie sabe oficialmente c¨®mo viven y qu¨¦ relaciones guardan en La Habana.La amistad entre Felipe Gonz¨¢lez y Fidel Castro favoreci¨® el amparo de Cuba hacia los etarras, pero el dirigente comunista ha negado cualquier otra extensi¨®n de esa colaboraci¨®n, especialmente en el control de sus movimientos y en el traslado de informaci¨®n.
Los activistas, la mayor¨ªa hist¨®ricos dirigentes de las dos ramas de ETA, llegaron a Cuba en 1984. Todos viajaron a La Habana con sus familias. Sus relaciones no fueron cordiales. Por el contrario, existi¨® un serio enfrentamiento entre los milis y los polimilis sobre diversas posturas, entre ellas la innecesaria continuidad de la lucha armada y la negociaci¨®n con el Gobierno.
Cuba acogi¨® a los dirigentes de ETA Militar Carlos Ibarguren Aguirre, Nervios; Jos¨¦ Ansola Larra?aga, Peio el Viejo; Jos¨¦ ?ngel Urteaga Mart¨ªnez y Jos¨¦ Miguel Arrugaeta San Emeterio. Por parte de los polimilis llegaron tambi¨¦n responsables hist¨®ricos de la organizaci¨®n -Jes¨²s Abrisqueta Corta, Jos¨¦ Mar¨ªa Larrechea Go?i y Jos¨¦ Antonio M¨²gica Arregui-. Los dos grupos evitaron relacionarse durante muchos meses. Ahora se re¨²nen en alguna ocasi¨®n, se respetan mutuamente, pero discrepan abiertamente sobre los problemas m¨¢s conflictivos.
Durante alg¨²n tiempo un agente del servicio espa?ol de espionaje, el Cesid, permaneci¨® en La Habana para obtener informaci¨®n sobre los etarras deportados, pero desisti¨® ante el fracaso de sus intentos.
Ni siquiera el anterior jefe del espionaje cubano, el general Jos¨¦ Manuel Pi?eiro, conocido por Barbarroja, responsable directo de la custodia de los etarras, facilit¨® dato alguno sobre su estancia a los servicios espa?oles.
La salida de Cuba de Peio el Viejo caus¨® una gran sorpresa en el Gobierno espa?ol, que confiaba en que Fidel Castro mantendr¨ªa en su territorio a los deportados. El malestar espa?ol no provoc¨® que Cuba ofreciera una explicaci¨®n oficial a esa salida autorizada oficialmente por el r¨¦gimen de Castro.
Los dos grupos de etarras viven en dos casas diferentes de las afueras de la capital y disponen de un documento de identidad que el Gobierno cubano les renueva anualmente como residentes temporales. La Habana les facilita una subvenci¨®n econ¨®mica y les permite una llamada internacional cada 15 d¨ªas. No obstante, el Gobierno espa?ol paga a Cuba todos los gastos de estancia, al igual que hace con el resto de los pa¨ªses que acogen a activistas de ETA.
El r¨¦gimen castrista les permite libertad de movimientos, reciben visitas y trabajan para el Gobierno cubano. Ellos solicitaron realizar alguna actividad para tener ocupadas algunas horas al d¨ªa. Tambi¨¦n practican alg¨²n deporte por mantener discretamente la forma. Recientemente han asistido al torneo internacional de pelota vasca que se celebr¨® en La Habana a finales de abril en las canchas del antiguo casino deportivo de El Cerro.
Los deportados practican un r¨¦gimen de vida similar a los cubanos, aunque las ayudas que reciben del exterior les permiten comer o cenar ocasionalmente en algunos restaurantes que los trabajadores de La Habana no podr¨ªan visitar con el sueldo de seis meses.
Los activistas han visitado lugares t¨ªpicos de la ciudad. Los fines de semana acuden a las playas pr¨®ximas a la capital y han realizado alguna excursi¨®n a Santiago o a la paradis¨ªaca isla de Cayo Largo.
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