La primera copa de un nuevo Bar?a
Medio campo se volvi¨® loco, grit¨® hasta desesperar, enarbol¨® sus colores amarillos y azulgrana, sac¨® antorchas. El otro medio guard¨® sus globos, escondi¨® sus banderas, enmudeci¨® de desesperaci¨®n. Todo sucedi¨® cuando el Sampdoria ten¨ªa acorralado al Barcelona, que resist¨ªa con mayor voluntad y coraz¨®n que acierto. El gol mortal lo dio L¨®pez Rockarte. Era el segundo. El primero, 76 minutos antes, nada m¨¢s iniciarse el partido, hab¨ªa sido obra de Julio Salinas. Entre uno y otro gol, el Barcelona se comport¨® como todo un campe¨®n. Pasando del dominio m¨¢s absoluto a vivir media hora con el coraz¨®n en un pu?o. Pero gan¨® su tercera Recopa, su sexto t¨ªtulo continental. Y Cruyff sigue sin perder finales. Lleva dos copas holandesas y dos Recopas. Fue una victoria que consagra a unnuevo Barca. Que salva una temporada. Que llena una plaza tan grande y simb¨®lica como la de Sant Jaume. Que une a un pueblo y llena a toda una afici¨®n.Nada m¨¢s pitar el ¨¢rbitro el inicio del partido parec¨ªa que se iba a hundir el mundo. El Barcelona apret¨® el acelerador contra la porter¨ªa donde el Barga de 1961 estrell¨® cuatro postes y perdi¨® la final de la Copa de Europa ante el Benfica. Fue Julio Salinas quien salud¨® a esas maderas y con un contundente gol, les dijo que ¨¦l y su gente estaban all¨ª para ganar. Fueron 20 minutos prodi giosos, dignos de un campe¨®n. 20 minutos que cimentaron la victoria y que pudieron valer la tranquilidad. Pero fall¨® Julio Salinas (m. 12) y Pagliuca hizo la parada de su vida (m. 45). Y el Bar?a tuvo que sufrir tras el descanso Mucho.
El partido no tuvo sorpresas t¨¢cticas por parte de JohanCruyff y Vujadin Boskov. El t¨¦cnico yugoslavo jug¨® con lo puesto, hasta el extremo de tener que forzar la alineaci¨®n de Luca Pellegrini y Gianluca Vialli. Capaz de alcanzar una final de la Copa de Europa con los Garc¨ªas del Madrid, Boskov hab¨ªa dicho antes del encuentro: "No debemos llorar, sino luchar". Y a eso sac¨® a su gente.
V¨ªctor, que en principio parec¨ªa designado a Roberto, se encarg¨® de Eusebio, y Dossena-uno de los hombres m¨¢s peligrosos del conjunto genov¨¦s- pas¨® a ocuparse del valenciano y Cerezo se emparej¨® con Amor, que jug¨® siempre en inferioridad, pues Luca Pellegrini dobl¨® conti nuamente al brasile?o, desequili brando a favor de los italianos la zona ancha del terreno. El Sampdoria tocaba mucho m¨¢s el bal¨®n en el centro, mientras el Barcelona trataba de hacer paredes largas para que el cuero llegase cuanto antes a sus hombres punta, donde Lineker y Beguirist¨¢in intentaban jugar de extremos-extremos con un equilibrista Julio Salinas.
La defensa italiana se fundament¨® en un hombre portentoso -dicen que el ¨²ltimo capricho de Silvio Berlusconi, el magnate del Mil¨¢n- como Luca Pellegrini, capaz de cubrir los extremos y el centro, y hasta de jugar con 14 inyecciones encima, que no impidieron su relevo a los cinco minutos por Bonomi, mientras que Cerezo pas¨® a la posici¨®n de libre. En esa zona vital, Cruyff decidi¨® jugar la carta de la experiencia (Alexanco) y volvi¨® a tener fe ciega en Urbano, un hombre que se ha pasado toda la temporada lesionado. Dos torres que contaron con la colaboraci¨®n inestimable de Aloisio, capaz de darle una patada a Vialli en el primer minuto (merecedora de la tarjeta que recibi¨®) y atar Siempre al ¨ªdolo de toda Italia.
El s¨ªndrome de Sevilla, el miedo a fallar, la sensaci¨®n de que acariciaban la Copa pero que todav¨ªa no era suya se apoder¨® de los barcelonistas, que a sus 20 primeros minutos fulminantes a?adieron otros tantos desconcertantes tras el descanso. Cruyff cambi¨® a Milla por Soler, que se puso a hacer el trabajo de Roberto, y ¨¦ste pas¨® a ocupar el lugar estrat¨¦gico del ma?o.
Durante la ¨²ltima hora los blaugrana no dieron tres pases seguidos, pero sacaron el partido adelante con coraje, lo primero y ¨²ltimo que se le exige a los campeones. Para reforzar esa pasi¨®n y asegurarse la victoria, Cruyff sac¨® a L¨®pez Rekarte para aguantar el diluvio del Samp.
El Sampdoria, que hab¨ªa dado m¨¢s, mucho m¨¢s, de lo que era capaz, se parti¨® el alma hasta el final. Fue muriendo poco a poco con la valent¨ªa que se le presupone a un equipo modesto en coraz¨®n de finalista. Fue una muerte hermosa.
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