Argentina, balance y perspectivas
Las elecciones a las que se ven convocados los argentinos en este 14 de mayo constituyen un suceso extraordinario para la historia institucional y la cultura pol¨ªtica del pa¨ªs suramericano. Por primera vez en 37 a?os se va a producir la renovaci¨®n de las m¨¢ximas autoridades del Estado por la libre decisi¨®n de sus ciudadanos, seg¨²n lo establece la Constituci¨®n nacional. La sucesi¨®n temporal de tantas convocatorias similares en buena parte de pa¨ªses latinoamericanos har¨¢ quiz¨¢ pensar que un hecho de esta naturaleza supone un acontecimiento normal en el desarrollo del sistema pol¨ªtico argentino, cuando lo cierto es que el mismo viene a convertirse en su excepci¨®n frente a la sucesi¨®n de golpes de Estado y endebles Gobiernos semidemocr¨¢ticos desde 1930 hasta ahora.Alcanzar ese objetivo se convirti¨® en la m¨¢xima aspiraci¨®n del Gobierno presidido por Ra¨²l Alfons¨ªn, y su logro -frente al c¨²mulo de frustraciones, fracasos y obst¨¢culos que se han manifestado en seis a?os de accidentado mandato- constituir¨¢ indudablemente la satisfacci¨®n de un deber. Y puesto que de esto se trata, no parece inoportuno hacer un balance de c¨®mo se han comportado en este per¨ªodo el Gobierno, los partidos y la clase pol¨ªtica en general, las corporaciones que tanto influjo tienen en la vida argentina y la propia sociedad civil, sobre todo ante el inmediato futuro, que se abre pleno de pesados interrogantes. No es posible que ese an¨¢lisis pueda hacerse aqu¨ª de manera particularizada respecto de cada una de esas instancias que 'caracterizan el sistema pol¨ªtico (s¨ª acaba de hacerse en Barcelona en el seminario sobre Elfuturo de la democracia en Argentina), pero por lo menos podr¨¢ destacarse el papel que les cupo y les corresponde a todas ellas en la necesaria consolidaci¨®n de la democracia.Vaya por delante, sin embargo, la necesidad de resaltar que Argentina se mueve y deber¨¢ seguir movi¨¦ndose como una pieza m¨¢s en el complicado tablero del ajedrez latinoamericano. Datos para esta afirmaci¨®n lo constituyen lo que dio en fiamarse la guerra del Atl¨¢ntico sur, cuando la infausta e inopinada tentativa de ocupar las islas Malvinas provocada por la dictadura militar en 1982, y la situaci¨®n de absoluto sojuzgamiento generada por el problema de la deuda externa. En ambas situaciones, y salvo escasas excepciones -como la de Espaila e Italia-, el comportamiento de los pa¨ªses centrales ha sido de manifiesta desatenci¨®n por la condici¨®n en que ha quedado colocada Argentina.
Dentro de ese marco internacional y con los duros condicionamientos que el mismo ha supuesto para llevar a cabo una transici¨®n a la democracia, tanto la conducta de los actores pol¨ªticos como la del conjunto de los ciudadanos argentinos se ha movido en un mar de incertidumbres y ambigaedades, aunque deba sefialarse que la de los ¨²ltimos ha sido mucho m¨¢s sincera y apegada a las circunstancias. Vale recordar a este prop¨®sito la vigorosa demostraci¨®n de repudio formulada por la ciudadan¨ªa cuando, ante la virtual sublevaci¨®n de buena parte del Ej¨¦rcito en la Semana Santa de 1987, aqu¨¦lla acudi¨® en masa a la plaza de Mayo, en Buenos Aires, y a otras plazas de capitales de provincias, a manifestar su apoyo al sistema democr¨¢tico. Pero, lamentablemente, la respuesta que los argentinosrecibieron entonces a tales expresiones fue -luego de innumerables presiones ejercidas por las fuerzas armadas- la concesi¨®n de la conocida como ley de obediencia debida propuesta por el poder ejecutivo y sancionada por el Parlamento.
Con ello no s¨®lo se revel¨¦ la responsabilidad de toda la clase pol¨ªtica, escudada tras el falaz argumento de la necesaria reconstrucci¨®n nacional, sino tambi¨¦n se confirm¨® el regreso de la soberbia militar y la quiebra del discurso ¨¦tico que hab¨ªa dado base al triunfo electoral de la Uni¨®n C¨ªvica Radical en 1983.
El cuadro general que los dem¨¢s actores sociales y econ¨®micos han conformado no ha sido coherente ni ha respondido a las reglas del juego para robustecer la transici¨®n a la democracia. La central sindical y las dem¨¢s corporaciones empresariales del agro, la industria y el comercio han preferido actuar al margen de las concertaciones propuestas reiteradamente rk)r el Gobierno. Las 13 huelgas generales dispuestas por la CGT y las reticencias de los empresarios para movilizar sus capitales en la inversi¨®n productiva, prefiriendo la especulaci¨®n financiera, han constituido los impulsos -ya manifestados en la ¨¦poca de los Gobiernos mil?tares- que llevaron a la baja del producto interior bruto, a la desocupaci¨®n laboral, a la retracci¨®n del consumo y a la tremenda aceleraci¨®n de la inflaci¨®n. Los planes de ajuste que el Gobierno y la anterior conducci¨®n econ¨®mica pusieron en marcha (Plan Austral, Plan Primavera, etc¨¦tera) no fueron m¨¢s que paliativos frente a aquellos fen¨®menos, por lo que, a la postre, s¨®lo sirvieron al deterioro de los ingresos, al estancamiento y al caos econ¨®mico.
Semejante panorama ha sido a¨²n m¨¢s perjudicado por la escasa colaboraci¨®n al imprescindible di¨¢logo prestada por la jerarqu¨ªa de la Iglesia cat¨®lica, que, como afirmaci¨®n de su antiguo sost¨¦n al autoritarismo, ha preferido volcarse a las posiciones facciosas de ciertos grupos militares y sindicales antes que servir -en atenci¨®n a su presencia y reconocin¨²ento en su grey- a las verdaderas necesidades para la paz y la convivencia democr¨¢tica.
En ese mar de contradicciones, los dos grandes protagonistas de la escena pol¨ªtica nacional (Uni¨®n C¨ªvica Radical yPartido Justicialista) llegan a la convocatoria del 14 de mayocargados de los equ¨ªvocos que envuelven a ambos partidos y a sus candidatos presidencialescomo para emprender por s¨ª solos -en el caso de que alguna de las dos opciones triunfe con la mayor¨ªa necesaria- la ansiada recomposici¨®n econ¨®mica y
social que Argentina est¨¢ buscando. Los males que las dictaduras militares arraigaron en el sistema pol¨ªtico y en la estructura econ¨®mica del pa¨ªs podr¨ªan ¨²nicamente subsanarse con una homog¨¦nea voluntad de todos los actores con poder institucional y f¨¢ctico. Quiz¨¢ por esto sean las formas conciliatorias o de uni¨®n nacional las ¨²nicas v¨ªas aplicables para mantener la paz y evitar las explosiones sociales. Cierto es asimismo que obtener que la clase militar ocupe su verdadero lugar de defensa de las fronteras nacionales, asumiendo la responsabilidad que le ha correspondido, y frenar las desmedidas ambiciones ego¨ªstas de empresarios y sindicalistas no es tarea sencilla para nadie, aunque todo esto tam
bi¨¦n est¨¦ dependiendo de una imprescindible reforma constitucional a la que debe llegarse cuanto antes si de verdad desea mantenerse la gobernabilidad del pa¨ªs.
Est¨¢ por verse, sin embargo, si los protagonistas de esta contienda electoral -incluidos los partidos minoritarios, que pueden tener un papel relevante a la hora de prestar su apoyo en los colegios electorales si ¨¦stos tienen que constituirse, en el caso de que ning¨²n postulante alcance los votos requeridos para imponer sus propios candidatos- pueden desprenderse de sus pasados partidarios. Los fantasmas que rodean la opci¨®n peronista, en recuerdo de m¨¦todos autoritarios; las mentadas amistades con jerarcas militares, del pasado oprobioso y del presente integrista de ciertos personajes militares que adornan las historias personales de los dos primeros candidatos; las indefiniciones acerca de las grandes cuestiones nacionales que expresan estos mismos; todos son elementos que en muchas personas causan estremecimientos e indecisiones a la hora de depositar su elecci¨®n y dejan pendientes de respuesta los dos grandes interrogantes que podr¨¢n comenzar a ser respondidos despu¨¦s del 14 de mayo: ?ha sido d¨¦bil e ineficaz el Gobierno democr¨¢tico para contener y limitar los intereses facciosos y as¨ª cumplir los objetivos propuestos al comienzo de su mandato?, ?ha estado de verdad consustanciada la sociedad civil argentina con la fuerza de los valores democr¨¢ticos como para confiar en que el peso de ¨¦stos y el ejercicio de las reglas del juego son suficientes para alcanzar semejantes objetivos? En todo caso el deseo m¨¢s acorde con la consolidaci¨®n de la democracia en Argentina deber¨ªa confirmar, despu¨¦s de las elecciones, un no para la primera pregunta y un s¨ª para la segunda.
Roberto Bergalli es profesor titular de la universidad de
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