Mala casta
La ganader¨ªa de bravo no anda muy florida en la actualidad, pero su descastamiento quiere la afici¨®n pensar que no llega al caso de Pablo Romero, hierro famoso cuyo historial tiene hecho trizas con las mansadas que suelta. Lo de ayer a¨²n fue peor que manso, pues parec¨ªa de media casta, o incluso moruch¨®n, a pesar de las espl¨¦ndidas fachadas de sus ejemplares.Una de ellas era tan espl¨¦ndida que provoc¨® una entusiasmada ovaci¨®n del p¨²blico en cuanto apareci¨® en el redondel. Se trataba del sexto toro, deslumbrante c¨¢rdeno claro, botinero si se le miiraba por abajo, badabuno si por en medio, enmorrillado si por la alta aguja. Y muy largo, muy serio dentro de una guapura de cara que hermoseaban negros belfos, ojos garzos, media luna acaramelada sobre el testuz gallardo. El deslumbrante c¨¢rdeno claro Pablo Romero seguramente tuvo revueltas a las vacas del cortijo, y cuando lo embarcaron para la isidrada, las dejar¨ªa llorosas.
P
Romero / Espl¨¢, Morenito de Maracay, De la Vi?aCinco toros de Pablo Romero y 4? sobrero de Dolores Aguirre, serios, con cuajo, de media casta y feo estilo. Luis Francisco Espl¨¢ pinchazo, estocada corta atravesada perdiendo la muleta y descabello (silencio); estocada corta (silencio). Morenito de Maracay, estocada corta delantera atravesada y dos descabellos (pitos); dos pinchazos, otro perdiendo la muleta, otro descaradamente atravesado bajo, otro ca¨ªdo y descabello (silencio). Rafi de la Vi?a: pinchazo, media atravesada descaradamente baja y rueda de peones (pitos); pinchazo y estocada desprendida (silencio). El banderillero Curro ?lvarez result¨® herido grave al clavarse una puya cuando hac¨ªa el quite al picador. Plaza de Las Ventas, 13 de mayo. Primera corrida de la Feria de San Isidro.
El Pablo Romero deslumbrante enamor¨® tambi¨¦n al p¨²blico, parte del cual qued¨® prendado de su palmito y no parec¨ªa percatarse de la p¨²trida mansedumbre que llevaba dentro. Pasa con los toros como con las personas: que triunfan por guapas, as¨ª luego sean idiotas. El amor es ciego y aunque el Pablo Romero estaba m¨¢s a escapar que a embestir, con vergonzante predisposici¨®n a buscar el amparo de los chiqueros, la facci¨®n enamorada del p¨²blico ped¨ªa a gritos que lo colocaran de largo para la suerte de varas, seg¨²n se suele hacer en las buenas lidias de toros encastados, al objeto de exhibir la bravura cabal y vibrar con ella.
Al primer encuentro con el caballo, el toro derrib¨® estrepitosamente, all¨¢ que te va por los suelos la acorazada de picar entera, y ocurri¨® entonces una desgracia pues el banderillero Curro ?lvarez entr¨® r¨¢pido al quite y durante la refriega se le clav¨® en una pierna la puya, que del choque y el derribo hab¨ªa saltado sin control, despedida como lanza. Sufri¨® Curro Alvarez una herida grave, y cuando las asistencias le llevaban a la enfermer¨ªa, iba dejando en la arena regueros de sangre.
Unas acometidas toponas del Pablo Romero a la muleta de Rafl de la Vifia bastaron para consagrar al beHezo, y los enamorados le ve¨ªan noble, cuando en realidad tiraba al monte y pretend¨ªa llevarse prendido en la media luna a Rafi de la Vi?a, que no era culpable de nada. La ¨²nica culpa del inocente Rafi de la Vi?a consinti¨® en embarcar las embestidas toponas, arrimarse, pelear contra el infortunio de un toro de mala casta que romp¨ªa corazones en el tendido.
Toda la corrida result¨® as¨ª, sobrero inclu¨ªdo, quiz¨¢ con la ¨²nica excepci¨®n del quinto, que ese s¨ª tom¨® la muleta y Morenito de Maracay marc¨® los tiempos del redondo, algunas veces bajando bien la mano y acompa?ando la suerte con r¨ªtmico giro de cintura. La faena iba buena, pero no debi¨® hacerla tan larga y reiterativa, pues acab¨® por aburrir al p¨²blico y al propio toro. En su anterior Pablo Romero no tuvo oportunidad de lucirse Morenito: se le quedaba peligrosamente en el centro de la suerte -si es que llegaba a iniciarla- y hubo de abreviar.
Luis Francisco Espl¨¢ sac¨® al primero la media docena de redondos que admiti¨®, y luego le sorte¨® con reflejos y torer¨ªa los testarazos que pegaba con amoruchado estilo. El cuarto -ese, sobrero de Dolores Aguirre- estaba inv¨¢lido y cuando no se ca¨ªa, punteaba en los derechazos que le ensayaba Espl¨¢.
Banderille¨® Espl¨¢ a su primero, con el ameno espect¨¢culo, conocimiento de los terrenos y torer¨ªa que le caracterizan en la preparaci¨®n de la suerte, y el mucho alivio que le caracteriza tambi¨¦n en el momento de la ejecuci¨®n. Al otro no le banderille¨® a causa de la oposici¨®n del p¨²blico, que no admite florituras ni alardes con los toros protestados por su invalidez manifiesta. Morenito de Maracay le cedi¨® un par en el quinto, y lo prendi¨® lateral tras una escalofriante pasada encerr¨¢ndose literalmente en tablas. Morenito no estuvo muy brillante con los palos, y le justifica lo peligroso que result¨® el ganado.
El tercero dirig¨ªa aviesas miradas a Rafi de la Vi?a por encima del estoquillador. Muy mala uva ha de tener un toro para dirigir aviesas miradas por encima del estoquillador. Es se?al de que busca al torero, y si le busca, no habr¨¢ de ser para nada bueno. En efecto, el Pablo Romero se avalanzaba feroche sobre el voluntarioso Rafi de la Vi?a, a quien faltaban pies, manos y muletas para librarse del violento acoso.
Rafi de la Vi?a lo pas¨® mal con ese toro de mala casta, y a¨²n debi¨® pasarlo peor con el sexto, el c¨¢rdeno claro deslumbrante aquel, que le sali¨® lig¨®n y puso al enamoradizo p¨²blico en su contra. Si Rafi de la Vi?a pens¨®, despu¨¦s del trance amargo, que adem¨¢s de tralariro apaleado, ten¨ªa toda la raz¨®n.
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