Locos corredores
Es lamentable que un escritor como Alejandro G¨¢ndara, que demostr¨® en su novela La media distancia una gran sensibilidad para el mundo deportivo, escriba un art¨ªculo tan descalificador y burdok como el publicado en EL PA?S el 6 de mayo con el t¨ªtulo Maratones para el pueblo.
No, se?or G¨¢ndara, los 3.000 corredores no eran s¨®lo oficinistas. Hab¨ªa, entre otros, atletas de elite y populares, amas de casa, estudiantes, parados, especialistas, de profesiones liberales... Todos, en fin, los que conforman el amplio mosaico de las maratones populares. Gente, se?or G¨¢ndara, con muchas horas de entrenamiento en su gran mayor¨ªa y cuyo inter¨¦s en su preparaci¨®n ha sido dada precisamente por la utilidad de esas manifestaciones atl¨¦ticas.
Las maratones populares son motivo de orgullo y prestigio de las grandes ciudades que las organizan. Nueva York, Londres, Boston, Mil¨¢n... entre otras, sufren su marat¨®n volc¨¢ndose en apoyo ciudadano y soportando el inconveniente de los desv¨ªos y atascos para los que no han tenido ni la precauci¨®n ni la oportunidad de leer el peri¨®dico o escuchar la radio con antelaci¨®n. O saber, como una fiesta tradicional que es, que tal acontecimiento tiene lugar cada a?o en d¨ªas determinados. ¨²ltimo domingo de abril para la marat¨®n de Madrid.
Tiene tanto reconocimiento, social y deportivo que el propio
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Rey lo ha honrado aceptando ser maratoniano de honor y figurar para las futuras ediciones con el dorsal n¨²mero 1.
Para terminar, se?or G¨¢ndara, y usando sus desafortunadas palabras, le aconsejo que para volcar su bilis "se disfrace compr¨¢ndose un equipo Adidas en la tienda de moda de su urbanizaci¨®n, una mu?equera azul, camiseta azul, sesgado todo por una bonita raya blanca", y se vaya a trotar al Retiro para bien de la gente de buena voluntad.-
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