Salman Rushdie colabora en la Prensa brit¨¢nica desde su refugio centroeuropeo
Seis guardaespaldas vigilan al escritor anglo-indio condenado por Jomeini
Salman Rushdie ha vuelto a abandonar psicol¨®gicamente su refugio centroeuropeo para mantener su ansiado contacto con los lectores mediante la publicaci¨®n de una cr¨ªtica a la colecci¨®n p¨®stuma de relatos viajeros de su amigo Bruce Chatwin, fallecido a primeros de a?o. El escritor anglo-indio, condenado a muerte por al ayatol¨¢ Jomeini por blasfemar contra el islam, no reflexiona esta vez sobre su situaci¨®n, como hiciera en la primera cr¨ªtica que public¨® tras convertirse en un prisionero de lujo, pero quienes son sus amigos saben que sufre por su forzado alejamiento de los c¨ªrculos literarios.
"Estar con Bruce Chatwin era, normalmente, ser su deseosa audiencia. Su conversaci¨®n pod¨ªa ascender al monte Everest ( ... ) y repentinamente descender a una discusi¨®n sobre las enfermedades que a uno le podr¨ªan pegar putas europeas y africanas", escribe Rushdie, un hombre al que tambi¨¦n le gusta ser el centro de atenci¨®n y pontificar sobre lo divino y lo humano. La imposibilidad de controlar y dirigir esa atenci¨®n es lo que ahora mas echa de menos el autor de Vers¨ªculos sat¨¢nicos, que no tiene a qui¨¦n escribir ni a qui¨¦n leer con asiduidad sus escritos, salvo a su mujer, la tambi¨¦n escritora Marianne Wiggins, que acaba de publicar su novela John Dollar.
Custodia policial
El matrimonio Rushdie vive bajo custodia policial en un pa¨ªs europeo tan discreto que, como dec¨ªa un personaje de El tercer hombre, est¨¢ por dejar su primera huella en los libros de historia. Seis agentes velan d¨ªa y noche por la seguridad de la pareja, que de cuando en cuando recibe las secretas visitas de algunos seleccionados amigos.Esos son momentos agridulces para Rushdie, que puede charlar con ellos sobre literatura, pol¨ªtica o sobre su amistad con Chatwin, con quien comparti¨® durante unas semanas de 1984 un coche todo terreno en el coraz¨®n de Australia, mientras el fallecido escritor preparaba su pen¨²ltima, y probablemente mejor, novela, The Songlines. "Cuando viajas por el campo con alguien durante dos meses se establece una amistad absoluta", dec¨ªa Rushdie al poco de la muerte de Chatwin. "Ahora mi amigo ha muerto. As¨ª que todo esto me importa un bledo".
Todo esto era la presi¨®n creciente de los musulmanes brit¨¢nicos por conseguir la destrucci¨®n de su libro. Jomeini todav¨ªa no hab¨ªa lanzado su condena y el novelista pod¨ªa mantener un distanciamiento ir¨®nico de la crisis. Las palabras del l¨ªder iran¨ª lo cambiaron todo. El desafilo intelectual del brit¨¢nico nacido en Bombay, y educado en un islamismo que luego abandon¨®, se tom¨® amenaza mortal y la huida era la ¨²nica salida. "La situaci¨®n afecta a todo lo que ¨¦l hace", dice ahora uno de sus amigos. No est¨¢ claro si Rushdie escribe, fuera de las cr¨ªticas literarias que de cuando en cuando publica el semanario The Observer, pero s¨ª se sabe que Rushdie "no quiere escribir sobre el islam ni sobre la presente situaci¨®n".
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