Reformas en el Este
EN POLONIA se van a celebrar el 3 de junio unas elecciones legislativas peculiares, pero de una trascendencia democr¨¢tica indudable. Seg¨²n el acuerdo del Gobierno y las fuerzas de oposici¨®n coligadas en tomo al sindicato Solidaridad, un 65% de los esca?os del Sejm, o C¨¢mara baja, ser¨¢ disputado ¨²nicamente por los candidatos del partido comunista, adjudic¨¢ndose el 35% restante a la oposici¨®n. Las elecciones al Senado, c¨¢mara de nueva creaci¨®n, ser¨¢n, por el contrario, totalmente abiertas, como anticipo de las siguientes legislativas, a celebrar ya sin limitaciones.El procedimiento, con sus reservas para un bipartidismo controlado desde arriba, contiene, sin embargo, un mensaje democr¨¢tico inmediato. Dentro de cada uno de los dos bloques enfrentados se dan circunstancias que matizan su car¨¢cter de elecci¨®n cerrada. En primer lugar, en la coalici¨®n gubemamental no se espera que el partido comunista obtenga m¨¢s de un 40% de los esca?os, puesto que sus aliados hist¨®ricos, como es el caso del partido campesino, han obtenido esta vez una representaci¨®n mayor de lo habitual, desde la que pretenden dibujar una imagen propia ante un futuro electorado democr¨¢tico; en segundo t¨¦rmino, Solidaridad, que no presentar¨¢ candidatos al cupo reservado al poder, se ha negado a embolsarse sin lucha los suyos.' Por esta raz¨®n, un cierto n¨²mero de independientes, muchos de ellos comunistas, como el propio portavoz del Gobierno, Jerzy Urban, van a presentarse contra los candidatos de la oposici¨®n. As¨ª, la lucha en el Senado, la disputa de los esca?os de Solidaridad e incluso el reparto final de ftierzas en los esca?os reservados al Gobierno permitir¨¢n valorar el apoyo popular a unos y otros.
Simult¨¢neamente, en la vecina Hungr¨ªa, la jubilaci¨®n de Kadar, responsable de la normalizaci¨®n de 1956 y que se manten¨ªa como presidente honorario del partido, simboliza el nuevo escenario de la reforma. La presencia del viejo estalinista, por simb¨®lica que fuera, otorgaba al secretario general, Karoly Grosz, un papel de refomista moderado que no se correspond¨ªa ya con la realidad. Ahora son figuras como la del l¨ªder radical Inire Poszgay, el primer ministro Miklos Nemeth y el economista Reszo Nyers las que encabezan la reforma, colocando al secretario general como la derecha del movimiento. La reciente derrota de Grosz, que tuvo que ceder a la presi¨®n popular, abanderada por sus rivales en el poder, para detener la construcci¨®n de una presa sobre el Danubio, muestra hasta qu¨¦ punto su posici¨®n se ha debilitado. Grosz ha conseguido retrasar hasta el oto?o una conferencia extraordinaria del partido -la segunda en m¨¢s de 40 a?os- en la que puede cristalizar la ofensiva para su separaci¨®n del cargo. Las diferencias entre el secretario del partido y sus rivales quiz¨¢ son m¨¢s de plazos que de fondo; pero en la intenci¨®n declarada de Grosz de aliWar el restablecimiento del sufragio y del multipartidismo por medio de acuerdos electorales con los partidos burgueses, el comunismo nacional de l¨ªderes como Poszgay ve una amenaza para la esencia de la reforma.
Tanto en Polonia como en Hungr¨ªa se dan pasos decisivos para una transici¨®n relativamente r¨¢pida hacia la democracia; una reforma que habr¨ªa sido impensable sin Mijail Gorbachov en el liderazgo sovi¨¦tico. No basta con ello para que ese proceso culmine adecuadamente; el entendimiento occidental con la Uni¨®n Sovi¨¦tica es la clave de b¨®veda de esa evoluci¨®n. Del triunfo de la reforma en Mosc¨² depende esencialmente la marcha hacia la democracia en la Europa del Este.
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