Manuel Cu?a Nov¨¢s
La amplia memoria de un 'ni?o rojo'
Y entre ellos, los de la guerra Civil, cuando convivi¨® con los ni?os que llegaban desde los escenarios de la contienda al hogar infantil que sus padres, ambos maestros, regentaban en Ciudad Real. Con el abandono que la responsabilidad parental le impuso, se dedicaba a observar a aquellos "hu¨¦rfanos, pilluelos y ladronzuelos". El episodio tiene que ver con los dos a?os de trabajo en el Senado, y de ¨¦l cree que "ser ni?o es una plenitud y no un tiempo de transici¨®n" para la edad adulta. Cu?a naci¨® en Pontevedra en casa de una abuela que aprendi¨® a leer a los 82 a?os, y creci¨® deprisa. Cuando entraron los nacionales en Ciudad Real dispar¨® al aire, con un fusil robado y con 15 a?os, los ¨²ltimos tiros que se oyeron por all¨ª.Se escap¨® a Pontevedra. "All¨ª era un ni?o rojo rodeado de ni?os de derechas que quer¨ªan seguir jugando a la guerra conmigo. Lo pas¨¦ muy mal, muy mal...". Cu?a se repleg¨® en s¨ª mismo y surgieron el di¨¢logo interior y los poemas, - una constante vital que cuajar¨ªa en 1950 en un libro en gallego, Fabulario novo, "cuando este idioma era a¨²n un dialecto". Este libro y varios galardones le granjear¨ªan el respeto y el afecto de sus conciudadanos. Y vendr¨ªan "las hojas volanderas", que sigue repartiendo entre sus amigos, su trabajo en la revista Litoral y en el Diario de Pontevedra, donde era redactor de mesa.
Gravemente enfermo de tuberculosis, quiso "cumplir con la existencia" y se cas¨® a los 19 a?os con una joven de 15, con la que a¨²n convive y con quien tuvo dos hijos. Consigui¨® un puesto de funcionario en el Ayuntamiento, que "gracias a la picaresca y a un buen alcalde" traspas¨® a su mujer para poder descubrir el Par¨ªs existencialista, "que esperaba una eclosi¨®n de las humanas libertades".
Cu?a ha sobrevivido a una grav¨ªsima leucemia que dej¨® de molestarle hace un cuarto de siglo y a una depresi¨®n que lo atenaz¨® durante cuatro a?os. Incluso a un periplo con los pescadores del Gran Sol en el que se dio por perdido el barco: a su regreso encontr¨® a su mujer y a sus hijos vestidos de negro.
Est¨¢ en el Senado porque sinti¨® "la tentaci¨®n de poner una rosa en cada pupitre", pero ha observado que la pol¨ªtica "es estar m¨¢s cerca de los problemas y m¨¢s lejos de sus soluciones". ?l, que sabe que "ni uno solo de sus conciudadanos" ha dejado de votarle, trabaja duro por si acaso, y sentencia que "el peor pecado de esta sociedad es uno que la Biblia no perdona: el de la palabra vana".
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