Trajes de luces, tendidos de sombras
Suena el clar¨ªn, el diestro avanza hacia el toro con paso firme, y en el tendido se hace un silencio de expectaci¨®n. Pero lejos de ba?arse en un sol radiante, ese tendido est¨¢ en la m¨¢s negra oscuridad: nos encontramos en una sala de cine.En el recientemente restaurado Cine Dor¨¦ de Madrid, la Filmoteca Espa?ola celebra su propia feria de San Isidro: memorables t¨ªtulos sonoros y mudos de la filmograf¨ªa taurina. En estos festejos ning¨²n reventa enga?a, ning¨²n animal se cae, ninguna se?ora clava las rodillas en la espalda de nadie. En esta plaza todas las entradas son barrera.
En la inauguraci¨®n vimos Tarde de toros, un cl¨¢sico dirigido en 1955 por Ladislao Vajda. Es la historia profesional y personal de tres matadores -el veterano en declive,, el torero de moda, el joven-, en un cartel de lujo: Domingo Ortega, Antonio Bienvenida y Enrique Vera. ?Con qu¨¦ arte y naturalidad torean! Ortega, todo sobriedad y poder¨ªo; Bienvenida, alegre vistosidad; Vera, arrojo con sentimiento. Y no son malos actores.
A veces la pel¨ªcula alcanza gran fuerza, como en la escena del espont¨¢neo que, mientras torea de maravilla, recibe una comada terrible; el empresario que se hab¨ªa negado a contratarle se acerca a la mesa donde se desangra y empieza a leerle los nombres de las plazas donde el joven se ha ganado el derecho a torear. El chaval muere feliz. Un primer plano muestra la hoja que le¨ªa el empresario. No hay nada escrito. Es una hoja en blanco.
Pedro Beltr¨¢n, un guionista y "aficionado pr¨¢ctico y te¨®rico" que ha seleccionado los t¨ªtulos, reconoce que muy pocos directores se han sabido concentrar en la corrida y rechazar historias superfluas o folcl¨®ricas. Entre quienes peor han entendido la fiesta son los cineastas norteamericanos, y si se proyecta en este ciclo la muda Sangre y arena, con Rodolfo Valentino, es precisamente para mostrar esta carencia.
"Por lo dem¨¢s, he intentado reunir aquellas pel¨ªculas que tienen m¨¢s inter¨¦s en la parte documental taurina o muestran los entresijos de la fiesta de la forma m¨¢s realista", afirma Beltr¨¢n.
Entre los t¨ªtulos as¨ª seleccionados est¨¢ ?Torero! (1955), de Carlos Velo, mezcla de ficci¨®n y documental que cuenta la vida del diestro Luis Porcuna, llamado el Gitano de M¨¦xico, y que caus¨® sensaci¨®n al proyectarse en el festival de Cannes de aquel a?o. Tambi¨¦n se ver¨¢ El momento de la verdad (1965), dirigido por el italiano Francesco Rosi y protagonizado por Miguel Mateo, Miguel¨ªn, en donde se revelan aspectos menos salubres de esos entresijos. El filme comienza con una inolvidable secuencia de la Semana Santa sevillana, que plasma la mezcla de religi¨®n y militarismo.
En casi todas estas pel¨ªculas se confla el papel principal a un torero; si fuera un actor profesional, habr¨ªa que trucar muchos planos de la lidia. Curiosamente, los toreros suelen interpretar con soltura, pero para Beltr¨¢n esto es l¨®gico: incluso cuando est¨¢ toreando, un matador est¨¢ representando un papel. "Es cuesti¨®n de arroparles con buenos actores", se?ala.
Como fue el caso de Manuel Ben¨ªtez, El Cordob¨¦s, en su primera pel¨ªcula, Aprendiendo a morir. Durante el rodaje los t¨¦cnicos se sorprendieron tanto por su expresividad como por la rapidez con que aprend¨ªa sus di¨¢logos. No s¨®lo los suyos, sino los de los dem¨¢s actores. Y eso que apenas parec¨ªa consultar el gui¨®n. Hasta que se descubri¨® el secreto: un ayudante de direcci¨®n le le¨ªa cada escena y el torero lo memorizaba todo. Era la ¨²nica manera: el ¨ªdolo de las multitudes no sab¨ªa leer.
William Lyones periodista.
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