La 'reventa' s¨®lo atiende por recomendaci¨®n
La expectaci¨®n sin precedentes que ha levantado la Feria de San Isidro ha provocado tambi¨¦n un hecho ins¨®lito: que para conseguir una entrada para las corridas grandes haya que acudir a la reventa con recomendaci¨®n. "Entre todos los reventas que estamos en la plaza no reunimos m¨¢s de 16 localidades. Tenemos que guardarlas para los asiduos. Venga luego por si conseguimos algo m¨¢s de papel". Esto lo dec¨ªa El Globero el d¨ªa de Curro Romero. "?Oiga, que vengo de parte del se?or Gonz¨¢lez! Y lo que quiere es dos tendidos de sombra". "Entonces prepare de 20 billetes para arriba".En taquilla las 3.500 entradas que quedan sin abonar se agotan el primero de los seis d¨ªas de antelaci¨®n con que se ponen a la venta. En la reventa no aguantan mucho m¨¢s. "?Para los toros!" "D¨¦me dos". "Para ma?ana". "No, no, para hoy". "Para hoy compro, no vendo, porque ya no me queda nada".
Las localidades que se suelen revender son tendidos altos del cinco o del seis, de unas 650 pesetas. En la rev¨¦ntan se ponen a mil duros. "?Pero si esto es de sol!". "Mire usted, es una entrada y ya es bastante. La he comprado a 4.000". En esas condiciones el precio de salida es dificil de rebajar. Los reventas, ante el poco papel con el que se han podido hacer porque los abonos se vendieron por tarjetas, se dedican a comprar localidades a los aficionados. "Siempre hay alg¨²n nervioso dispuesto a vender porque le pagamos alto. Por eso luego no podemos rebajar el precio".
'Yuppies' al sol
Esta situaci¨®n ha originado una transformaci¨®n en la policrom¨ªa de la plaza. Antes la sombra era oscura porque all¨ª se refugiaban los serios trajes de los hombres de empresa que abandonaban precipitadamente sus despachos a la hora de los toros. El sol, por el contrario, reluc¨ªa con las camisas blancas, remangadas, de los asalariados, ¨¦sos que por unas pocas pesetas saciaban su afici¨®n de siempre.
Ahora en el sol todo es confusi¨®n, que comienza en los interiores de la plaza. Porque esos ejecutivos -gomina, clavel y habano-, acompa?ados de espectaculares se?oras, ya no entran por el patio de arrastre o por la puerta grande, sino cerca de la de cuadrillas para subir por esas estrechas escalerillas que conservan un inconfundible olor a farias de tantas palmas que han buscado apoyo en el pasamanos. Luego, dentro, toman posesi¨®n de sus nuevos dominios. Porque, a mil duros el tendido, cada local¨ªdad es un privilegio. Que se lo pregunten a El Soro, escayola a cuestas, y a su preciosa y embarazada esposa.
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