?Cena de gala?

Ser dirigente de la China comunista no ha dependido nunca de las cenas de gala, a pesar de los numerosos banquetes que los contestatarios de Pek¨ªn echan en cara a sus jerarcas. La URS S ha conocido tambi¨¦n purgas y contrapurgas. Pero desde los a?os treinta hasta mediada la d¨¦cada de los ochenta ¨¦stas han sido relegadas a los interiores palaciegos. Por el contrario, las revoluciones de palacio en China siempre han tenido algo que ver con la invasi¨®n de la calle. Zhao Ziyang no es m¨¢s que la ¨²ltima v¨ªctima de esta curiosa dial¨¦ctica. La vieja guardia del aparato comunista ha decretado que el recreo ha terminado. Pero todav¨ªa es preciso conseguir que los estudiantes vuelvan a clase. La extra?a humildad con la que Li Peng ha solicitado al Ej¨¦rcito el restablecimiento del orden parece indicar que act¨²a con una cierta prevenci¨®n. De hecho, los camiones de tropas enviados a la plaza de Tiananmen no parecen demasiado amenazantes. El primer ministro chino se ha visto obligado a admitir que, despojado de todo apoyo como un vulgar Noriega, no deb¨ªa su supervivencia pol¨ªtica m¨¢s que a la amenaza armada. En cualquier caso, los dos interlocutores privilegiados de Pek¨ªn en este momento sabr¨¢n valorar con indulgencia este llamamiento al orden: la URSS no desea que su vecino se embarque en nuevas aventuras, mientras que a Jap¨®n no le viene mal poder seguir en tratos con un gigante encadenado.

22 de mayo