Los buenos oficios de Mitterrand
AUN EXPRESANDO formalmente su adhesi¨®n a la posici¨®n norteamericana en la disputa que Washington y Londres sostienen con la Rep¨²blica Federal de Alemania a prop¨®sito de la modernizaci¨®n de los misiles nucleares de corto alcance que la OTAN tiene estacionados en suelo alem¨¢n occidental, el presidente Mitterrand parece haber aprovechado su estancia de fin de semana en la casa de vacaciones del presidente Bush para acercar las posiciones de ambas partes. En este enfrentamiento, Francia se encuentra especialmente bien situada para ejercer de mediadora: sin desligarse de la pol¨ªtica nuclear estadounidense y del principio de disuasi¨®n en el que se apoya su propia force de frappe (la fuerza nuclear francesa), Par¨ªs comprende sin duda las razones de un pa¨ªs que, como la RFA, ser¨ªa, en todas las hip¨®tesis previsibles, el escenario de cualquier enfrentamiento nuclear y que, en consecuencia, trata de aprovechar la din¨¢mica de desarme impulsada desde Mosc¨² para llegar a un acuerdo que elimine todo armamento nuclear de su territorio.Las iniciativas de Mijail Gorbachov han ido poniendo a Occidente frente a la necesidad de alterar un pensamiento estrat¨¦gico construido sobre la base de un desequilibrio de fuerzas a favor del Pacto de Varsovia que hac¨ªa imprescindible la disuasi¨®n nuclear. El problema que se plantea es hasta d¨®nde llega la sinceridad de los prop¨®sitos de desarme sovi¨¦ticos y, sobre todo, si la posici¨®n interna de Gorbachov es lo suficiente fuerte como para sostener en el futuro esa pol¨ªtica. Ante esas preguntas, los pa¨ªses de la Alianza Atl¨¢ntica no dan una respuesta un¨¢nime. Para unos -EE UU y el Reino Unido, sobre todo-, los sovi¨¦ticos deben confirmar con los actos la bondad de sus intenciones antes de que Occidente comience a desmantelar los restos de su pol¨ªtica de disuas¨ª¨®n. Para otros -la RFA y los pa¨ªses mediterr¨¢neos-, las propuestas de la URSS ofrecen la oportunidad de alterar sustancialmente un esquema de defensa basado sobre una costos¨ªsima disuasi¨®n mutua. Ambas posturas han cristalizado ahora en el tema de los misiles de corto alcance.
Hace semanas, Mosc¨² lanz¨® su propuesta de una negociaci¨®n para la eliminaci¨®n de este tipo de armamento: la opci¨®n triple cero. Washington y Londres rechazaron la negociaci¨®n con el argumento de que el desequilibrio es tal (88 Lance estacionados en la RFA, frente a los 1.400 del Pacto de Varsovia) que a la reducci¨®n mutua debe preceder un considerable desarme unilateral sovi¨¦tico, tanto nuclear como convencional. Por el contrario, la RFA inst¨® a Estados Unidos a emprender inmediatamente negociaciones con la URSS para eliminar los misiles. El Gobierno de la RFA cuenta en su apoyo con encuestas seg¨²n las cuales el 80% de los alemanes occidentales est¨¢ en contra de mantener esas armas en su territorio. La debilitada posici¨®n de la coalici¨®n de centro-derecha que gobierna en Bonn explica en gran medida el rechazo a tomar una decisi¨®n sumamente impopular en la RFA antes de las elecciones federales previstas para 1991.
El presidente Mitterrand, en su fin de semana con Bush, ha conseguido rebajar el nivel de crispaci¨®n existente hasta el punto de que el propio presidente norteamericano declar¨® que Washington y Bonn estaban "muy, muy cerca" de encontrar una soluci¨®n a su disputa. El presidente franc¨¦s aseguraba, por su parte, que no hab¨ªa raz¨®n para decidir que no se modernizaran los misiles de corto alcance, pero que tampoco era preciso tomar la determinaci¨®n antes de tiempo. Parece l¨®gico pensar, pues, que una soluci¨®n de compromiso podr¨¢ alcanzarse antes de la cumbre de jefes de Estado de la OTAN de la semana que viene. Bonn aceptar¨¢ probablemente que se adopte una decisi¨®n formal de modernizar los misiles a expensas de que unas futuras negociaciones hagan innecesario su despliegue final. Washington, por su parte, aceptar¨¢ que se inicien conversaciones para eliminar dichas armas, pero a condici¨®n de que se progrese en las negociaciones sobre armamento convencional. Es decir, no bajar la guardia, pero tampoco subirla anticipadamente.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.