Parodia conformista
Las innumerables aventuras del Sherlock Holmes literario han servido en no menos numerosas ocasiones para alimentar guiones cinematogr¨¢ficos tratados en los m¨¢s dispares tonos gen¨¦ricos.Ahora nos llega una nueva utilizaci¨®n del h¨¦roe de la Inglaterra victoriana, en forma de parodia, con un sugerente planteamiento inicial. Sin pistas (Sherlock and me) nos presenta al doctor Watson como escritor de las aventuras detectivescas, personaje inventado por ¨¦l. El ¨¦xito de dichos relatos en la revista The Strund le impulsa a fingir en la realidad la existencia del h¨¦roe, a cuyo fin contrata un actor de teatro para que represente ser, y d¨¦ vida, bajo su dictado, a la criatura de ficci¨®n literaria. Actor que, al poseer una personalidad distinta a la del famoso detective -aqu¨ª presentado como una creaci¨®n del doctor Watson-, permite a Caine realizar una doble interpretaci¨®n: como actor c¨®mplice de Watson, mujeriego, aIcoh¨®lico y jugador, y como Holmes. Ben Kingsley, uno de los actores con mayor capacidad para mantener el brillo intenso de la mirada, encarna al doctor Watson.
Sin pistas
Direcci¨®n: Thom Eberhardt. Gui¨®n: Larry Strawther, Gary Murphy. Fotografia: Alan Hume. M¨²sica: Henry Mancini. Producci¨®n: Marc Stirdivant. Estados Unidos, 1988. Int¨¦rpretes: Michael Caine, Ben Kinsley, Jeffrey Jones, Lysette Anthony, Peter Cook, Paul Freeman, Nigel Davenport, Pat Keen, Mathew Savage, Tim Killick, John Warner, Matthew Sim, Harold Innocent. Estreno en Madrid: cines Rialto, Luchana.
Esta licencia creativa del gui¨®n y su planteamiento despiertan el inter¨¦s al establecerse una reflexi¨®n sobre el autor y su criatura, donde ¨¦sta puede fagocitar a su creador, al tiempo que exponen la necesidad de una adecuada representaci¨®n para conseguir una imagen veraz en apariencia, m¨¢s cre¨ªble a¨²n que la propia realidad.
Este desarrollo, presente en la primera mitad del filme, es el mayor m¨¦rito de Sin pistas, cuyo inter¨¦s desciende conforme avanza y se produce el desenlace de su intriga, para caer en la simple parodia.
Por ello la pel¨ªcula defrauda en su conjunto, pues despu¨¦s de haber esbozado acierto en su ambicioso planteamiento inicial, lo abandona, y se conforma, inexplicablemente, en discurrir por derroteros facilones, lo que supone una ruptura con su discurso principal, al que intenta regresar, sin demasiada fortuna, en su final.
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