Se acab¨®
Nos estamos quedando sin im¨¢genes, y nadie nos advirti¨® con tiempo. Buceamos en el mar de los sargazos fotogr¨¢ficos y ya ni siquiera nos reconocemos entre las antiguas barbas por la paz y la guerrilla. Hasta ayer cre¨ªmos, como la letra del tango, que 10 a?os no eran nada. Pero de pronto nos ha ca¨ªdo encima el peso de las eras y por la noche hemos dormido abrazados a la almohada, con ese amor sobrero de hu¨¦rfanos insomnes y el h¨¢bito infantil de Linus, aquel amigo de Charlie Brown que hab¨ªa aprendido a succionar en su pulgar todas las esencias del planeta. Por el televisor, en huelga de celo, millones de chinos lanzan tomates a la efigie de Mao. Nunca el fin de siglo fue tan fin de todo. Cre¨ªmos rozar la eternidad de las ideas y hemos resultado ser restos de serie, palabras de desguace y ap¨®logos del despiste internacional. Lo dicho, desaparecen las im¨¢genes y pronto nos quedaremos s¨®lo con la medallita de la comuni¨®n colgada del cuello y aquel filete de fotomat¨®n con la primera novia, la que mejor nos bes¨® porque nunca lo hizo.Mientras tanto, a fuerza de bracear en las ¨²ltimas copas de la madrugada, hemos perdido de vista nuestro lugar en el mundo afectados por ese nuevo s¨ªndrome de China. ?Estamos en la plaza de Tiananmen ti?endo el rojo oficial de rojo tomatero? ?O nos mantenemos tras los despachos ideol¨®gicos como si la larga marcha se nos presentara m¨¢s larga todav¨ªa? Se nos ofrece apuntarnos a una cura de rejuvenecimiento r¨¢pido a cambio de poner nuestro pasado de colores en lej¨ªa. Se acaba la quimera esf¨¦rica de Galileo y la Tierra tiende a ser progresivamente plana. Esa espalda de Europa que ten¨ªamos al Este se nos va desplazando hasta el ombligo. Los mismos r¨®tulos de ne¨®n fluminar¨¢n en breve con sus burbujas las noches de Mosc¨² o de Barcelona. Mandaremos al chico a estudiar empresariales al nuevo foro de Yen¨¢n y compraremos una dacha junto a un campo de golf del mar Caspio. En el caj¨®n quedar¨¢n fotos amarillentas de cuando cre¨ªmos que el hombre era su disfraz y el Che Guevara dec¨ªa aquello de "crear un, dos, tres, muchos Club M¨¦diterran¨¦e...".
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