Una pista en la lluvia
Fue hace siete a?os. Despu¨¦s de salvar el Moldava, el convoy entra en un t¨²nel. Un largo t¨²nel de pol¨ªtica y met¨¢foras crudas. Como era de esperar, llov¨ªa en Praga, y se cumplieron todas las sospechas: ni rastro de Franz. Ni en las librer¨ªas, ni en el museo de la literatura, ni en las conversaciones. "No era un escritor checo. Escrib¨ªa en alem¨¢n". Un busto estriado por la intemperie en su casa natal es el ¨²nico vestigio, y resultaba casi una afrenta ante tanto olvido. Luego, un largo viaje en tranv¨ªa hasta el cementerio de Strasschnitz. Cerrado el sector donde dorm¨ªa Kafka. Salt¨¦ un muro con el temor infantil a las bayonetas de la ortodoxia socialista. Por entre senderos de hiedra y derrumbe, encontr¨¦ el monolito. Tan sobrio como su existencia. Sus huesos se pulverizan entre los de su padre, Hermann, y los de su madre, Julie. Me abrac¨¦ a la piedra sin que mediara m¨¢s que la fraternidad de los hu¨¦rfanos. Lo m¨ªo nunca fue un un amor homosexual.
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