30 por hora
Existe en la frontera que separa a B¨¦lgica de Holanda un cartel que prohibe a los motoristas ir a m¨¢s de 100 kil¨®metros por hora. Y a esa velocidad se cruza de un pa¨ªs a otro sin que haya siquiera un indiferente aduanero.No es cosa, claro, de que fuera colocado un cartel similar en el paso fronterizo que, a las afueras de Badajoz, separa Espa?a de Portugal. No est¨¢n para eso nuestras carreteras, pero siendo m¨¢s modestos, podr¨ªa sugerirse a nuestros respectivos automovilistas una velocidad de crucero de 30 kil¨®metros por hora. Doce millones de espa?oles pasar¨ªan a Portugal como quien va a Valencia, y tres o Cuatro millones de portugueses llegar¨ªan a Sevilla como si entraran en Coimbra. Y si alguno piensa que la eliminaci¨®n de los pasos fronterizos puede desmochar las identidades nacionales, debe recordar que las aduanas nunca impidieron el paso de las panzerdivisionen y ning¨²n guardia de la circulaci¨®n tiene que decir cu¨¢l es mi casa y cu¨¢l la del vecino para que reconozca mi portal. Yo, con mi vecino, me llevo estupendamente. Incluso compartimos la antena parab¨®lica.
La din¨¢mica de la CE est¨¢ haciendo m¨¢s porque nos entendamos espa?oles y portugueses que a?os de pactos ib¨¦ricos y verborrea demag¨®gica. Hasta el Rey estuvo en Portugal en plan europeo y no se le han ca¨ªdo los anillos por ir al monasterio de Batalha a reconocer la derrota de sus antepasados en Aljubarrota, hace siglos. Ojo: sin embargo, lo importante no fue la derrota, sino el nacimiento de la identidad portuguesa frente a Castilla. Naci¨® Portugal, y de otras batallas posteriores acab¨® naciendo Espa?a. Y como no seguimos en guerra, aquella victoria portuguesa no es s¨®lo lusa, sino que forma parte de nuestra historia com¨²n (igual que lo son las de los holandeses sobre Felipe II; para eso le puso el rey Juan Carlos una corona a Guillermo el Taciturno en Delft). Vamos, que Aljubarrota es como la batalla de Poitiers: un jal¨®n de la historia europea. Portugal y Espa?a somos Europa. Y adem¨¢s, tenemos mejor marisco.
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