Las concesiones ¨¢rabes en Casablanca
"Si Nasser levantara la cabeza... ", dec¨ªa el pasado viernes en Casablanca un antiguo colaborador del rais egipcio. En efecto, nunca una cumbre ¨¢rabe hab¨ªa contado con una participaci¨®n tan masiva de jefes de Estado; nunca los moderados hab¨ªan tenido tanto peso en las decisiones y, sobre todo, nunca una reuni¨®n semejante hab¨ªa concluido con resoluciones tan esperanzadoras para la paz. En Casablanca el mundo ¨¢rabe acept¨® por primera vez de modo colectivo el derecho de Israel a existir en paz y dentro de fronteras seguras.La Prensa de Rabat y Casablanca resaltaba ayer el papel de Hassan II en el alumbramiento de esas buenas nuevas. El pr¨®ximo 9 de julio el soberano marroqu¨ª celebrar¨¢ su 602 aniversario con la satisfacci¨®n de haberse consagrado como un estadista internacional. En s¨®lo seis meses ha sido el anfitri¨®n de tres cumbres de jefes de Estado, los del ?frica franc¨®fona, el Magreb y la Liga ?rabe. Desde el viernes, el monarca preside adem¨¢s el Alto Comit¨¦ de la Liga ?rabe, destinado a promover una Conferencia Internacional de Paz en Oriente Pr¨®ximo y a encontrar una f¨®rmula para detener las sangr¨ªas de L¨ªbano.
El pasado enero, Hassan II declar¨® al director de EL PA?S: "Israel siempre ha resuelto sus problemas con guerras victoriosas y ha terminado por olvidar c¨®mo se habla, c¨®mo se negocia". Como era la pretensi¨®n del monarca, la reuni¨®n ¨¢rabe de Casablanca ha vuelto a dejar a Israel en flagrante fuera de juego, como ya lo hicieron la intifada y el c¨®nclave palestino de Argel del pasado noviembre. Durante mucho tiempo Israel utiliz¨® el argumento de la intransigencia de los ¨¢rabes. Ven ustedes, dec¨ªan los israel¨ªes, no podemos fiarnos de nuestros vecinos; en realidad aspiran a destruir nuestro Estado, a arrojar los jud¨ªos al mar.
Hoy eso ya no vale. Israel no puede resolver sus actuales problemas con una guerra rel¨¢mpago. La cumbre de Casablanca fue lo m¨¢s lejos que pod¨ªa en el camino de las concesiones. Dar un paso m¨¢s hubiera significado negar el derecho del pueblo palestino a construir un Estado sobre las porciones de su antiguo territorio que la Historia les ha dejado: Gaza, Cisjordania y el casco antiguo de Jerusal¨¦n.
El reingreso de Egipto
Hassan II de Marruecos, Hussein de Jordania, Fahd de Arabia Saud¨ª, el argelino Chadli Benyedid y el iraqu¨ª Sadam Hussein hab¨ªan elaborado una estrategia consistente en lograr el refuerzo de sus filas con el reingreso de Egipto en la Liga Arabe tras 10 a?os de ostracismo provocados por la firma de los acuerdos de paz con Israel de Camp David. Una vez conseguido tal objetivo -la presencia del egipicio Hosni Mubarak en Casablanca fue el primer gran resultado pr¨¢ctico de la cumbre-, se trataba de avalar la ofensiva de paz de Yasir Arafat. El sirio Hafez el Asad y el libio Muaminar el Gaddafi llegaron a la ciudad marroqu¨ª como los ¨²ltimos representantes del nasserismo, de un panarabismo ret¨®rico, radical y populista convencido de la posibilidad de destruir Israel por las armas. Pero ambos militares, aspirantes al t¨ªtulo de Saladino de los tiempos modernos, estaban muy capitidisminuidos. En primer lugar, por una raz¨®n hist¨®rica: Nasser y su demagogia hab¨ªan sido arrollados en la guerra de los seis d¨ªas. El radicalismo s¨®lo hab¨ªa llevado a los ¨¢rabes a acumular derrota tras derrota, y a los palestinos a perder cada d¨ªa un nuevo palmo de su patria.En segundo lugar, los propios Gaddafi y Asad no eran lo que fueron, lo que quisieron ser. Gaddafi era ahora s¨®lo un ni?o mimado al que sus pares miraban con condescendencia pero cuyos discursos seudorrevolucionarios eran escuchados con una no disimulada sonrisa. Asad, por su parte, estaba puesto en evidencia por su alianza con los ayatol¨¢s persas frente a sus hermanos ¨¢rabes de Irak; sus intentos sistem¨¢ticos de destruir la Organizaci¨®n para la Liberaci¨®n de Palestina (OLP) y sus bombardeos contra los ¨¢rabes cristianos de L¨ªbano. La victoria del campo de los moderados en Casablanca fue contundente.
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