Entre el reconocimiento y la garant¨ªa de un derecho
En estos d¨ªas en que la pol¨¦mica sobre el derecho a la opci¨®n de abortar parece ya superada y una dishomog¨¦nca y privada red de centros sanitarios cubre mayoritariamente la demanda existente, parece conveniente volver a lo que tendr¨ªa que haber sido el debate inicial.El n¨²mero de abortos que anualmente se realizan en nuestro pa¨ªs (entre 70.000 y 100.000) es suficientemente importante como para reflexionar sobre las causas que los motivan y las situaciones de dolor que crean en mujeres y familias que optan por la interrupci¨®n de un embarazo.
Resulta alarmante que el n¨²mero de, intervenciones sobre el aborto desde los medios de comunicaci¨®n en el pa¨ªs, tanto de los que defendemos el derecho a disponer de esa opci¨®n como de los que niegan el derecho a decidir de las mujeres, supere ampliamente la informaci¨®n sobre la concepci¨®n y las diferentes formas de planificar los nacimientos.
El derecho a las gestaciones deseadas est¨¢ reconocido, pero un derecho sin los correspondientes servicios es la inexistencia del derecho de facto.
El resultado de la pol¨¦mica, de las acciones judiciales sobre mujeres y profesionales, de la falta de garant¨ªas sanitarias, ha sido una despenalizaci¨®n del aborto en determinados supuestos, una oferta privada de centros sanitarios para realizar los abortos tempranos, una declaraci¨®n oficial dishomog¨¦nea (que creo atribuible fundamentalmente al temor a posibles represalias por grupos incontrolados), comunidades aut¨®nomas sin centros p¨²blicos ni privados realmente disponibles, mayor¨ªa de situaciones rechazadas por "no legales" en la sanidad p¨²blica, ninguna planificaci¨®n geogr¨¢fica de las redes utilizables ni informaci¨®n p¨²blica de las mismas..., y algo muy importante, ning¨²n aumento valorable de la oferta de servicios de planificaci¨®n familiar ni, de informaci¨®n sobre la prevenci¨®n del aborto.
Exponer la vida
Para la mayor¨ªa de las mujeres, y tambi¨¦n para sus familias, el aborto es una dif¨ªcil elecci¨®n. La problem¨¢tica interna que genera un embarazo no deseado no suele acabar con la intervenci¨®n, y a esto hay que a?adir la dificultad externa para localizar un servicio de planificaci¨®n familiar con las m¨ªnimas garant¨ªas.
Todas aquellas que pudimos observar en el Reino Unido o en Holanda la experiencia de mujeres que obten¨ªan su primer pasaporte para ese viaje y que estar¨ªan pag¨¢ndolo de muchas maneras durante bastante tiempo, estamos seguras de que cuando una mujer decide que no puede seguir con su gestaci¨®n lo consigue aun a costa de exponer su vida.
Hemos superado esa etapa negra, y hoy, salvando las dificultades de distancia geogr¨¢fica, econ¨®mica y de desinformaci¨®n, es factible entrar en contacto con un mediador (en muchos casos no sanitario) que facilite la direcci¨®n de una cl¨ªnica acreditada.
Pero el gran reto contin¨²a, la condici¨®n de mujer est¨¢ ¨ªntimamente ligada con su capacidad de procrear, y, por tanto, su libertad y sus derechos s¨®lo podr¨¢n ser reales cuando disponga de una oferta accesible de servicios para ejercerlos.
Afirmar que existe el derecho de voto cuando para poder ejercerlo hay que desplazarse muchos kil¨®metros, recurrir a los circuitos m¨¢s dispares para informarse del lugar o tener que pagar por ello, har¨ªa pensar en una falacia. Si adem¨¢s ejercer ese derecho pudiera suponer publicidad, juicios de, valor no soficitados, valoraciones de legafldad no profesionales e incertidumbres en cada etapa del proceso, estar¨ªamos seguros de que el objetivo ser¨ªa la " disuasi¨®n de la utilizaci¨®n del derecho por la serie de dificultades y la indiferencia a las mismas.
Hoy se puede conseguir en nuestro pa¨ªs una interrupci¨®n de embarazo salvando en la mayor¨ªa de los casos las dificultades mencionadas y mediante el pago del servicio. Pero esta indudable mejora no puede hacer pensar que la provisi¨®n de servicios en cantidades y calidad suficiente es una realidad.
Prevenci¨®n
No parece que la regulaci¨®n de la objeci¨®n de conciencia, la oferta desde todos los centros p¨²blicos y la garant¨ªa de atenci¨®n accesible y profesional a todas las mujeres desde la sanidad p¨²blica sean hoy los objetivos de la pol¨ªtica sanitaria. Pero sin entrar en estas medidas, que parecen ser demasiado radicales, y aun habiendo delegado desde, las instancias p¨²blicas la atenci¨®n a las cl¨ªnicas privadas, deber¨ªan asegurarse los servicios sanitarios de informaci¨®n y atenci¨®n que permitieran una accesibilidad geogr¨¢fica, que garantizaran el derecho a la privacidad de las personas y el respeto por las mismas.
La informaci¨®n institucional sobre los servicios realmente disponibles (p¨²blicos y privados), garantizada en todas las consultas y centros de atenci¨®n primaria, y sobre la importancia de la prevenci¨®n, son claves para que el derecho a decidir sea una realidad.
Como reflexi¨®n lineal, a mi modo de ver fundamental, propondr¨ªa la observaci¨®n de los servicios dirigidos a la promoci¨®n y atenci¨®n en salud reproductiva y sexual. Las redes paralelas de servicios con titularidades jur¨ªdicas diferentes, una oferta insuficiente, una informaci¨®n escasa y a¨²n inexistente en muchas zonas del pa¨ªs, podr¨ªan hacer pensar que el futuro de la planificaci¨®n familiar en nuestro pa¨ªs no depende s¨®lo en la voluntad pol¨ªtica ni del colectivo de profesionales, ni tan siquiera s¨®lo de las mujeres, y, por tanto, de la necesidad de iniciar un camino de debate y cooperaci¨®n para propuestas y programas entre instituciones, profesionales y el acceso de mujeres y familias a los recursos que garantice la libre elecci¨®n del n¨²mero y espaciamiento de los hijos o hijas.
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