Carla Corso
Una bandera por las libertades de las prostitutas
Carla Corso cambi¨® su empleo de camarera por la prostituci¨®n cuando comprob¨® que pod¨ªa ganar m¨¢s dinero trabajando menos. Reconoce sin rodeos que la profesi¨®n que ejerce desde hace casi 20 a?os es especial. "Yo vendo sexo", dice, "es mi trabajo. Todos los d¨ªas ocupo mi puesto cumplo con un horario y respeto las normas de la calle".Es presidenta de la Comisi¨®n de Derechos Civiles de las Prostitutas en Italia y dirige su lucha contra lo que considera el principal enemigo de su trabajo: una legislaci¨®n que recorta sus libertades. "El Estado no debe intervenir; es un servicio interpersonal entre una prostituta y un cliente. Cada una de nosotras establece sus propias reglas, su horario y sus tarifas".
Carla Corso, una mujer alta y rubia que ha rebasado ya los 42 a?os, ha expuesto en Bilbao sus opiniones sobre el tema en unas jornadas que se celebran a lo largo de esta semana. Y ha intentado dibujar una imagen diferente de las prostitutas. "La informaci¨®n que circula sobre la prostituci¨®n es machista. No parte de la mujer, sino del cliente, a quien le gusta decir que domina a la prostituta, que manda y controla". Por el contrario, Corso afirma que la prostituta acepta un acuerdo con el cliente, pero ella impone sus normas".
No se arrepiente del camino laboral elegido. Viv¨ªa en su ciudad natal de Verona y "el ambiente era muy opresivo. Mi madre, una mujer culta de origen burgu¨¦s, hab¨ªa muerto, y mi padre, un obrero de mentalidad tradicional, quer¨ªa que yo estuviese en casa cuidando de ¨¦l y de mi hermano mayor", recuerda. "Abandon¨¦ mi casa a los 21 a?os. Empez¨® para mi una vida muy alegre y divertida".
Ahora Carla vive en Pordenone, un pueblo cercano a Venecia, junto a su amiga Mar¨ªa P¨ªa, tambi¨¦n prostituta, y a su compa?ero Paolo. "Mi vida es bastante normal. Me gusta salir al campo, leer y escuchar m¨²sica".
Sheila Nicholls, una joven londinense de 19 a?os, ha rechazado lo que quiz¨¢ pod¨ªa haber sido el mejor contrato de su vida tras interrumpir, completamente desnuda, un partido de cr¨ªquet que se celebr¨® el lunes en Londres entre las selecciones de Inglaterra y Australia y que era retransmitido por televisi¨®n. Sheila, que dio una vuelta completa al campo e incluso ofreci¨® a los espectadores una espectacular cabriola, rechaz¨® una oferta de 1 revista Penthouse para posar desnuda a cambio de 100.000 libras (unos 20 millones de pesetas). La joven, estudiante en Colchester, ha pedido disculpas y ha explicado que le invadieron unas terribles ganas de desnudarse y dar una vuelta al campo. "S¨®lo por placer", ha dicho. Su padre, Marck Nicholls, ha decidido cerrar la puerta de su domicilio a la Prensa, con Sheila dentro.
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