?Desaparece la psiquiatria?
Insiste el autor del art¨ªculo en la pol¨¦mica en torno a la posible y paulatina desaparici¨®n de la psiquiatr¨ªa, ciencia que pierde terreno y competencias por el progreso del conocimiento de actividades como la gen¨¦tica, la neurolog¨ªa o la medicina interna. La inquietud que se oculta en la sospecha de desaparici¨®n de la psiquiatr¨ªa radica en la p¨¦rdida o el olvido del camino psicopatol¨®gico, que ha sido sustituido por las eficacias inmediatas de la investigaci¨®n cient¨ªfica.
Las ideas que expone Haro Tecglen en su art¨ªculo sobre la psiquiatr¨ªa (v¨¦ase EL PAIS de 2 de mayo) me parecen admirables y oportunas, y su modo de escribirlas, enormemente eficaz. En pocos p¨¢rrafos logra provocar una sensaci¨®n de frustraci¨®n, y al mismo tiempo de esperanza, que a mi entender coincide con lo que sentimos un gran n¨²mero de profesionales suficientemente experimentados, tras abundantes a?os de dedicaci¨®n a los menesteres de la psiquiatr¨ªa.Es indudable que entre los determinantes de su buen decir se da una especial perspicacia indagatoria que le permite al autor hacerse cargo de lo que pasa -a pesar de lo enga?oso que pueda resultar la catalogaci¨®n de 400 tipos de depresiones-; acertar en las cuestiones que se est¨¢n dirimiendo y, sobre todo, apuntar a la crisis de los fundamentos que deben justificar la actividad cl¨ªnica del psiquiatra.
Muy de destacar es la confianza que manifiesta ante la figura del psiquiatra que con su ojo cl¨ªnico -su experiencia supera las pruebas y las clasificaciones, y con su actitud ejerce una ftinci¨®n de amparo y de apoyo social. Esta amable referencia recuerda la que siempre se hizo del m¨¦dico de cabecera. Un comentano que indica la vitalidad de esta profesi¨®n, amenazada, seg¨²n el autor, por el agotamiento o la comercializ aci¨®n.
Desalojo territorial
Por eso resulta m¨¢s destacable la contraposici¨®n de la sospecha de una pr¨®xima desaparici¨®n de la psiquiatr¨ªa en favor de actividades con mayor fundamentaci¨®n cient¨ªfica, como son la gen¨¦tica, la neurolog¨ªa o la medicina interna. Se?ala as¨ª uno de los efectos, hist¨®ricamente comprobados, que ejerce el progreso del conocimiento fisiopatol¨®gico sobre la pertenencia de los trastornos al ¨¢mbito de la psiquiatr¨ªa. En otros tiempos, la epilepsia y la par¨¢lisis general progresiva fueron consideradas enfermedades t¨ªpicamente psiqui¨¢tricas. Es evidente que el avance de las ciencias biol¨®gicas, en la misma medida en que aclaran -o explican los mecanismos alterados, tienden a desalojar a la psiquiatr¨ªa de estos territorios. La supuestamente posible desaparici¨®n de la psiquiatr¨ªa ser¨ªa as¨ª la consecuencia l¨®gica y leg¨ªtima de la p¨¦rdida continua de territorio ante el avance -de todo punto deseable- del conocimiento cient¨ªfico. El que actualmente se pueda lograr una aclaraci¨®n cient¨ªfica de los modos de aparici¨®n de las demencias, y evitar as¨ª la tragedia que son los enfermos de Alzheimer, incluir¨ªa definitivamente estos trastornos en las especialidades de neurolog¨ªa, endocrinolog¨ªa o gen¨¦tica.
Aunque este hecho ser¨ªa en su momento un acontecimiento jubiloso para toda la humanidad y para los psiquiatras que trabajan en esa direcci¨®n, no cabe duda que tambi¨¦n puede ser analizado como un paso m¨¢s hacia el desalojo de la psiquiatr¨ªa de territorios que se le supon¨ªan propios.
Desde esa perspectiva, la situaci¨®n del psiquiatra, en cuanto profesional expuesto a quedar sin contenido propio, puede resultar inc¨®moda, y en ning¨²n caso podr¨ªa justificarse exclusivamente por el hecho de que aumente el n¨²mero de personas que le buscan, bien sea por su experiencia, por su disposici¨®n de ayuda o por su capacidad de apoyo. El fen¨®meno social del incremento de las medicinas alternativas permite abundantes interpretaciones, pero ning¨²n psiquiatra aceptar¨ªa el quedar incluido entre los curanderos de la tribu, por muy respetuosos que seamos ante esa figura destacable en los antecedentes de la medicina.
Discurso cultural
Adem¨¢s de estas dos posibilidades extremas que son la desaparici¨®n o el curanderismo, se puede pensar que la psiquiatr¨ªa -aunque de suyo no sea m¨¢s que una actividad cl¨ªnica-, en la b¨²squeda de fundamentos que le sean propios -que es tarea de la psicopatolog¨ªa-, seguir¨¢ siendo motivo y ocasi¨®n, tanto en el ¨¢mbito de la experiencia como en el de los conocimientos, de aportaciones importantes para la salud y para la cultura. Nadie puede dudar de la influenc¨ªa ejercida por la psicopatolog¨ªa psicoanal¨ªtica en la configuraci¨®n del mundo en el que ahora vivimos: en el de la vida cotidiana y en el discurso cultural.
La inquietud que se oculta en la sospecha de desaparici¨®n de la psiquiatr¨ªa radica en la p¨¦rdida o el olvido del camino psicopatol¨®gico que ha sido sustituido por las eficacias inmediatas de la investigaci¨®n cient¨ªfica (fisiopatol¨®gica y farmacol¨®gica) -de ah¨ª la corriente que llamamos psiquiatr¨ªa biol¨®gicay por la urgencia social de los planteamientos asistenciales que exigen estrategias t¨ªpicas de la ingenier¨ªa social: as¨ª es como el psiquiatra, mitad m¨¦dico cient¨ªfico, mitad asistente social, evidencia su situaci¨®n de crisis.
Como sucede en todas las situaciones de crisis, hay razones para destacar los riesgos y para alimentar esperanzas. Sabiamente, Haro Tecglen destaca ambas. Basa la esperanza en la figura y el bien hacer del psiquiatra con lo que argumenta desde una experiencia individual y destaca el riesgo cuando reflexiona sobre la carencia de fundamentos que se le hace patente.La tarea de la psicopatolog¨ªa es fundamentar desde la realidad el trabajo del psiquiatra. Fue lo que hizo Jaspers para la psiquiatr¨ªa cl¨¢sica y lo que hizo Freud para la pr¨¢ctica psicoanal¨ªtica. Ambas psicopatolog¨ªas han sido eficaces y su huella es indeleble en la pr¨¢ctica cl¨ªnica y tambi¨¦n en nuestro entendirniento del hombre. En la insuficiencia de ambos para dar cuenta adecuada de fen¨®menos de orden cl¨ªnico -la alucinaci¨®n, el delirio y la despersonalizaci¨®n, entre otros- o de car¨¢cter antropol¨®gico -lo que sea el cuerpo, en qu¨¦ consiste el enfermar, c¨®mo pesan las relaciones interpersonales- se hace ver su limitaci¨®n metodol¨®gica: as¨ª pues, las tareas cient¨ªficas del presente son comprender y asumir tales limitaciones -en cuanto limitaciones metodol¨®gicas-, retroceder m¨¢s all¨¢ de sus fundamentos y asegurar unos nuevos principios. Esto requiere atenerse a los contenidos hist¨®rico-filos¨®ficos en los que se sustentaban estas psicopatolog¨ªas, para cumplir sus pretensiones de realidad y de verdad con respecto a los fen¨®menos cl¨ªnicos y antropol¨®gicos que exigen nuestra respuesta.
Ciencias del hombre
En este tr¨¢nsito, la psicopatolog¨ªa se encuentra inexorablemente con los problemas del presente y con la perientoriedad de incorporarlos a su reflexi¨®n: el sujeto, la conciencia, el lenguaje, la intersubjetividad, la inteligencia sentiente, etc¨¦tera. Problemas asaz m¨¢s vivos y reales que los divertimientos mediatos y objetivos que sobre lo humano realiza la bloqu¨ªmica... y algunas ciencias del hombre.
De todo esto cabe esperar que en un futuro la experiencia psiqui¨¢trica ostente la consideraci¨®n que posee de suyo y que la psiquiatr¨ªa est¨¦ en disposici¨®n de ofrecer al resto de la medicina el sentido al que ¨¦sta, de acuerdo a su historia, est¨¢ orientada, y as¨ª pueda evitar su ya iniciado deterioro en las contradicciones inherentes a su ceguera tecnol¨®gica.Nada de este avanzar tiene que ver con modelos cerrados o determinaciones seguras, ya que la psiquiatr¨ªa est¨¢ entregada en su acci¨®n al despliegue de la libertad. Tiene que ver m¨¢s bien con un sereno estar abierto a lo otro en su inmediatez y cotidianidad.
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