Matanza en Tiananmen.
Hay que decirlo desde el principio. S¨®lo repulsi¨®n, asco y tristeza pueden producir las im¨¢genes y las noticias que nos han llegado desde esa plaza de Pek¨ªn. Resulta imposible comprender que desde las ideas del socialismo y de la izquierda se ordene disparar por la espalda a unos miles de estudiantes que reclaman lo que Marx hab¨ªa dicho, "el comunismo ser¨¢ el reino de la libertad". Resulta ir¨®nico que las palabras utilizadas horas despu¨¦s de los hechos por las autoridades chinas fuesen pr¨¢cticamente id¨¦nticas a las utilizadas por los pa¨ªses del Pacto de Varsovia para justificar la invasi¨®n de Checoslovaquia en agosto de 1968 y la destituci¨®n de Dubcek, secretario general del partido. En ambos casos se ha logrado "una gran victoria" y se ha aplastado la "revuelta contrarrevolucionaria". No hay cosa que nos produzca mayor dolor, a aquellos que hemos dedicado una parte de nuestra vida a luchar por cambiar una sociedad que no nos gusta, que ser conscientes de la falsedad que encierran tales afirmaciones. Lo que ha hecho el Gobierno chino, o los duros del aparato, nada tiene que ver ni con el socialismo ni con la izquierda. Es, simplemente, un acto de barbarie.Pero ?por qu¨¦ ha ocurrido esto?, ?son irreformables los sistemas de socialismo real, como mantienen las fuerzas del mundo conservador?
En agosto de 1986 tuve la ocasi¨®n de conocer y conversar ampliamente en Pek¨ªn con Hu Yaobang, secretario general del Partido Comunista Chino (PCCh). En este momento, el indiscutible l¨ªder del sector progresista del partido.- Resulta dificil olvidar sus palabras, "lo cierto es que el modelo de socialismo planificado, estatalizado y centralizado no funciona. Tenemos derecho a buscar nuestro modelo de socialismo. Hemos de ser consecuentes, pero va ser muy dif¨ªcil".
Pero Hu Yaobang, como Dubcek, como Nagy, como Berlinguer, como Gorbachov y como tantos otros, ten¨ªa raz¨®n. La rigidez del sistema, la burocratizaci¨®n del aparato del partido, la ausencia de pluralismo pol¨ªtico y de mecanismos de control, la ineficacia de la planificaci¨®n econ¨®mica estatal, la corrupci¨®n ampliamente extendida y el peso asfixiante de los gastos militares situaron al sistema al borde mismo de la quiebra pol¨ªtica, econ¨®mica y moral. En consecuencia, la perestroika, en sus diferentes versiones, no es simplemente el resultado de la voluntad de un dirigente l¨²cido y valiente, sino una necesidad hist¨®rica, consecuencia de la propia evoluci¨®n de un s¨ªstema que necesita un proceso de reforma integral.
Los dirigentes ortodoxos del PCCh han vivido en la vana ilusi¨®n de creer que el socialismo real es reformable parcialmente, s¨®lo en su vertiente econ¨®mica, sin querer comprender que el problema de la democracia no es divisible. No hay reforma econ¨®mica sin libertades p¨²blicas. Son dos caras de la misma moneda. Los dirigentes chinos han pagado el precio de los aspectos impopulares que supone la reforma econ¨®mica, como son la inflaci¨®n, el desempleo y la corrupci¨®n y, a cambio, no han ofrecido los mecanismos democr¨¢ticos de participaci¨®n y control que una sociedad adulta y desarrollada demanda. El conflicto era inevitable y los involucionistas dentro del partido han ganado, aunque sea a costa de miles de muertos. Y como todos sabemos, no hay muchas alternativas. Lo que se est¨¢ discutiendo en la URSS, en Hungr¨ªa, en Polonia o en China, hasta ahora, es la realizaci¨®n de un proceso de tr¨¢nsito a la democracia, aunque tenga ritmos o contenidos diversos. Pero seamos claros. S¨®lo caben dos alternativas: una evoluci¨®n, cuyo desenlace final es un sistema democr¨¢tico pluralista, o la involuci¨®n pura y dura, dirigida por los ortodoxos del leninismo. No tienen lugar h¨ªbridos intermedios por la propia e inexorable inercia de las reformas.
Una cosa resulta evidente. Las reformas del sistema parecen posibles, pero son extraordinariamente dif¨ªciles y exigen una gran habilidad pol¨ªtica. Lo ocurrido en China es un aviso para los que desde la derecha dudan de la conveniencia de apoyar a Gorbachov. El l¨ªder sovi¨¦tico tiene poco tiempo y cualquier duda sobre la actitud a adoptar podr¨ªa ser suicida para la URSS y para toda Europa.
Gorbachov ha acertado al comenzar por la reforma pol¨ªtica antes que la econ¨®mica. En poco tiempo ha cambiado su situaci¨®n en las estructuras del partido, eliminando de la direcci¨®n pol¨ªtica a los adversarios de la perestroika. Hasta ahora, partido y Estado se confund¨ªan en una misma estructura, por la cual el partido vaciaba de contenido al Estado. El objetivo de Gorbachov es claro. Se trata de separar las dos estructuras y construir un consenso popular de apoyo a laperestroika, canalizando a trav¨¦s de una nueva estructura de instituciones del Estado, libres del lastre del partido, las demandas de una sociedad de cambio.
Intentar la reforma econ¨®mica a trav¨¦s de la burocracia del partido, donde los niveles de corrupci¨®n, como ha se?alado el propio Gorbachov, son evidentes, ser¨ªa boicotear la propia reforma. Los hechos han demostrado que es m¨¢s f¨¢cil cambiar la correlaci¨®n de fuerzas en los ¨®rganos directivos del partido que en la estructura de base, donde dominan los peque?os bur¨®cratas que disfrutan de un enorme poder.
Es dificil suponer cu¨¢l pueda ser la evoluci¨®n de los acontecimientos en Pek¨ªn. En todo caso, la victoria de los duros resulta profundamente negativa e incluso inquietante. Por una parte puede frenar el proceso de desideologizaci¨®n de la pol¨ªtica de seguridad, manteniendo la pol¨ªtica exterior como una pol¨ªtica de confrontaci¨®n de sistemas. El renacimiento en China de la teor¨ªa de que "las relaciones internacionales son una prolongaci¨®n de la lucha de clases" puede dificultar la coyuntura internacional.
Por otra parte, es evidente que los acontecimientos de T¨ªananmen debilitan la posici¨®n de Gorbachov y suponen un evidente refuerzo para los pa¨ªses antirreformistas del Este. El llamado "eje antirreformista", constituido por la RDA, Checoslovaquia y Ruman¨ªa, ver¨¢ apoyadas sus tesis de que es necesar¨ªa "la vigilancia activa contra los intentos de los capitalistas que, siguiendo sus nociones de clase, intentan desestabilizar el sistema socialis
Por todo ello, los acontecimientos que se desarrollen pr¨®ximamente ser¨¢n de la m¨¢xima importancia.
En todo caso, sepa el pueblo chino que, desde muy lejos, somos muchos los que nos sent¨ªmos parte integrante de los que han convertido el nombre de Tiananmen en un mito para el futuro del socialismo en libertad.
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