Despu¨¦s de Jomeini
LA MUERTE de Jomeini no s¨®lo ha alterado los presupuestos sobre los que se apoyaba en Ir¨¢n la estructura del poder -liderazgo carism¨¢tico e indiscutido de un solo hombre-, sino que ha puesto a sus sucesores frente a la dificultad de conservar un sistema de gobierno al que le va a faltar la clave de b¨®veda que lo mantuvo en pie. Porque si de los sucesos de los ¨²ltimos d¨ªas puede sacarse una conclusi¨®n, es que el reducido grupo de figuras pol¨ªticas y religiosas que detentan el poder en Teher¨¢n parece dispuesto, al menos en una primera etapa, a preservar el r¨¦gimen jomeinista.El centro del poder sigue estando en el establishment de la revoluci¨®n, y los que acompa?aron al ayatol¨¢ durante los pasados 10 a?os, fueran radicales o moderados, aliados o rivales entre s¨ª, han hecho desde su muerte una exhibici¨®n de unidad. El mensaje es claro: la desaparici¨®n del ayatol¨¢ no cambia nada. Sin embargo, tras la ausencia del l¨ªder, no es dif¨ªcil apreciar en los planes de sus sucesores una inflexi¨®n hacia un mayor praginatismo pol¨ªtico.
Una inflexi¨®n que podr¨ªa concretarse en una cierta moderaci¨®n de los aspectos religiosos del r¨¦gimen, en una relativa apertura hacia Occidente y, sobre todo, en una tendencia a poner -fin al aislamiento pol¨ªtico y econ¨®mico del pa¨ªs. Y ello porque los nuevos dirigentes no tendr¨¢n m¨¢s remedio que aprender, tarde o temprano, la lecci¨®n de junio de 1988 cuando, invadidos por los iraqu¨ªes, aislados econ¨®micamente y con la poblaci¨®n desmoralizada, se vieron obligados a hacer la paz, perdiendo de hecho la guerra.
Ello no significa en absoluto -y Occidente har¨ªa mal en interpretarlo as¨ª- que los sucesores de Jomeini tengan la menor intenci¨®n de desmontar los principios b¨¢sicos sobre los que se asienta el r¨¦gimen puesto en pie hace 10 a?os. Las escenas de histeria producidas durante el entierro del imam ilustran bien sobre los elementos irracionales sobre los que se basaba el v¨ªnculo que Jomeini establec¨ªa con una parte importante del pueblo iran¨ª. Unos elementos que, llevados al paroxismo, explican en gran parte el rastro de fanatismo, terror y muerte que ha acompa?ado al r¨¦gimen iran¨ª durante todos estos a?os. Pero que la figura del anciano d¨¦spota sea irrepetible y que muchos de los aspectos odiosos del sistema puedan desaparecer en un cierto plazo no quiere decir que los fundamentos de la Rep¨²blica Isl¨¢mica de Ir¨¢n no sean bastante m¨¢s s¨®lidos de lo que se suele creer fuera del pa¨ªs.
Si los nuevos dirigentes quieren hacer compatibles las particularidades de su sistema con una mayor integraci¨®n en la comunidad de naciones tienen a mano por d¨®nde empezar: dejar de financiar o amparar actos terroristas en otros pa¨ªses y lograr la liberaci¨®n de las decenas de rehenes occidentales que mantienen cautivos sus correligionarios libaneses. Hasta que eso no ocurra, ning¨²n gesto de Teher¨¢n hacia el exterior merecer¨¢ ser tenido en cuenta.
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