M¨¢s sobre ascensores

Soy uno de los millones de usuarios de ascensores de este pa¨ªs. Le voy a relatar una desagradable aventura que vivimos tres familiares m¨ªos y yo en uno de estos trastos, en un edificio p¨²blico dependiente de Sanidad y d¨ªas antes de la cat¨¢strofe de Bellvitge.Est¨¢bamos bajando cuando el ascensor dio una tremenda sacudida y qued¨® parado en seco entre dos pisos. Tras el susto, y ante lo in¨²til de seguir pulsando botones, recurrimos al timbre de alarma. Acudi¨® el conserje y comprob¨® lo que nosotros ya sospech¨¢bamos: que no pod¨ªa hacerse otra cosa que avisar a los bomberos. Frente a nosotros hab¨ªa un muro herm¨¦tico, las puertas de los dos pisos eran absolutamente inaccesibles y ni por arriba ni por abajo pod¨ªa escaparse de aquella trampa inesperada.

Acudieron los bomberos y, gracias a su presteza y profesionalidad (vaya desde aqu¨ª nuestro agradecimiento para ellos), el suceso se sald¨® con un susto, ligeras contusiones y unos 40 minutos de incertidumbre. Pero lo peor fue comprobar in situ algo que es ciertamente poco tranquilizador: ese ascensor, como la mayor¨ªa, no ofrece posibilidad alguna de escape en caso de emergencia mayor. Ni siquiera cuenta con una rendija de respiraci¨®n, ?nada! Una aut¨¦ntica caja fuerte.

Mi conclusi¨®n final, que remito a los responsables de la Administraci¨®n, es la siguiente: ?c¨®mo no est¨¢ previsto que los ascensores tengan obligatoriamente una trampilla de escape para casos de emergencia? ?C¨®mo es posible que la mayor¨ªa de ellos sean aut¨¦nticos ata¨²des de hierro?-