Espa?a en Europa: esperanzas y problemas
Quiz¨¢ la nota distintiva del programa del CDS radique en la permanente tensi¨®n que destila entre el prop¨®sito decidido de avanzar hacia la uni¨®n europea y la defensa de los grandes intereses nacionales, que pueden verse seriamente perjudicados si no se enfoca con acierto nuestra actuaci¨®n en las instituciones comunitarias. Felipe Gonz¨¢lez y el Gobierno del PSOE, presos de un europe¨ªsmo ret¨®rico, no han sido buenos gestores de los intereses espa?oles. Han carecido de un proyecto global para defenderlos, han estado demasiado preocupados por la configuraci¨®n final de la CE y se han inventado una ant¨ªtesis, todav¨ªa ficticia, entre el modelo conservador y el modelo progresista que oculta la verdadera tensi¨®n entre los pa¨ªses miembros m¨¢s desarrollados y los menos desarrollados. La CE tiene hoy un presupuesto m¨ªnimo, que adem¨¢s no es redistributivo. El d¨ªa que los socialistas alemanes o franceses defiendan que sus pa¨ªses -Francia y la Rep¨²blica Federal de Alemania- deben aportar, en t¨¦rminos absolutos, m¨¢s que otros al presupuesto comunitario para, por ejemplo, ayudar al desarrollo en Andaluc¨ªa, Galicia, las Castillas, Canarias o Extremadura, y otras zonas desfavorecidas de Europa, ese d¨ªa, y s¨®lo ese d¨ªa, se podr¨¢ hablar de que frente al mercado ¨²nico de Thatcher se encuentra el modelo redistributivo, hoy inexistente y ni siquiera previsto, del que sin fundamento hablan los socialistas.Espa?a tiene su lugar m¨¢s adecuado en Europa; en una Europa crecientemente institucionalizada a cuya construcci¨®n debe contribuir. Pero este horizonte, compartido hoy por todos, o casi todos, no exime; por el contrario, obliga a someter a discusi¨®n el transcurso del proceso mismo y su eventual culminaci¨®n. El Acta ¨²nica suscita una meditaci¨®n que, afirmando como premisa mayor la necesidad de la uni¨®n europea, quiere dejar de lado cierto europe¨ªsmo ingenuo. En la CE, los socios m¨¢s antiguos, que son tambi¨¦n los m¨¢s ricos, defienden palmo a palmo, con dureza, con tenacidad y sin complejos falsamente europe¨ªstas sus respectivos intereses nacionales.
Modificar comportamientos
El juicio que se hace hoy precisamente de la Comunidad Europea despu¨¦s de m¨¢s de 30 a?os de existencia es que, globalmente, ha beneficiado m¨¢s a los pa¨ªses de mayor desarrollo. La pol¨ªtica de cohesi¨®n econ¨®mica y social recogida en el Acta ?nica es en el fondo un reconocimiento expl¨ªcito de ese hecho. El cambio de tendencia a que debe conducir en principio su aplicaci¨®n equilibrada exige correlativamente un cambio de actitud b¨¢sica en los pa¨ªses m¨¢s desarrollados. Y mientras estos pa¨ªses no modifiquen, en t¨¦rminos reales, su comportamiento, tendremos que embridar el impulso europe¨ªsta, justo hasta el l¨ªmite en que se pudieran empezar a producir da?os irreversibles.
En estas premisas hay que situar la posici¨®n espa?ola, porque, en particular en los pr¨®ximos a?os, se pueden originar da?os irreparables. Y es obvio que no resulta posible limitarse a recurrir de manera sistem¨¢tica o permanente a las cl¨¢usulas de salvaguardia o a solicitar un incremento gradual de los fondos estructurales que, adem¨¢s, no resolver¨¢n por s¨ª solos ni el desequilibrio que hoy tiene la Comunidad Europea, ni menos a¨²n paliar¨¢n los efectos negativos del reto de competitividad que tenemos ante nosotros.
Podr¨ªa decirse que Espa?a, o mejor, la conciencia colectiva de los espa?oles, ha entrado en la Comunidad Europea con cuatro prop¨®sitos o esperanzas:
-Vivir en un sistema de libertades.
-Recuperar su atraso hist¨®rico y situarse entre los pa¨ªses m¨¢s desarrollados, modernos y avanzados.
-Defender y proyectar su identidad y potencial cultural fortaleciendo los v¨ªnculos de Europa con la Comunidad Latinoamericana de Naciones.
-Resolver viejos pleitos hist¨®ricos, como Gibraltar.
El proceso de integraci¨®n de Espa?a en la Comunidad Europea y la evoluci¨®n de la propia Comunidad Europea hacia su uni¨®n econ¨®mica y pol¨ªtica han de servir razonablemente a estos grandes intereses nacionales. De lo contrario, se podr¨¢ producir una frustraci¨®n colectiva con consecuencias dif¨ªciles de calibrar. Lo que la Comunidad Europea no puede ser es un mecanismo de consolidaci¨®n de Espa?a como pa¨ªs subordinado. O la Comunidad Europea sirve para desarrollar y modernizar Espa?a y elevar sustancialmente el bienestar de los espa?oles o Europa simplemente no llegar¨¢ a ser la uni¨®n proyectada. Por eso, Centro Democr¨¢tico y Social (CDS) entiende que es irrenunciable para cualquier Gobierno espa?ol defender en el marco comunitario esos intereses nacionales sin dejar de mirar el horizonte de la uni¨®n pol¨ªtica europea.
Desde otra perspectiva y en s¨ªntesis, el salto cualitativo desde el Estado nacional hasta una cierta forma de uni¨®n de Estados europeos s¨®lo podr¨¢ producirse si se avanza simult¨¢neamente en tres frentes:
a) En la plena realizaci¨®n a escala europea de los valores democr¨¢ticos y en el m¨¢s amplio ejercicio por los ciudadanos europeos en cuanto tales de los derechos democr¨¢ticos y de las libertades civiles.
b) En la construcci¨®n de instituciones europeas verdaderamente democr¨¢ticas y representativas. En todo caso, la cesi¨®n de soberan¨ªa nacional a la Comunidad Europea desde los Estados s¨®lo podr¨¢ hacerse a instituciones plenamente democr¨¢ticas, y de ning¨²n modo a estructuras burocr¨¢ticas o a ¨®rganos t¨¦cnico-pol¨ªticos con capacidad decisoria, en los que acaban por predominar los intereses de los pa¨ªses m¨¢s fuertes.
c) En la plena realizaci¨®n a escala europea de los valores que en los pa¨ªses comunitarios encarna el Estado social o el Estado de Bienestar. La cohesi¨®n social, el espacio social europeo o la pol¨ªtica social com¨²n son conceptos cuya definici¨®n debe incluir, necesariamente, una dimensi¨®n redistributiva de la renta y de la riqueza a escala comunitaria.
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