Corcuera no se llama Juli¨¢n
Toda situaci¨®n pol¨ªtica espa?ola resulta perennemente suceptible de empeoramiento, como si fuera preciso que las cosas que van mal demuestren que pueden acabar peor. Si alguien tiene la menor duda respecto de cuanto antecede, una muestra de realismo y no de pesimismo, bastar¨¢ recordar lo que viene sucediendo en las ¨²ltimas semanas con ese caso peregrino que uno, en su perplejidad, no sabe si denominar GAL o Amedo. Ya hace un par de meses parec¨ªa imposible que una cuesti¨®n como ¨¦sa se entenebreciera m¨¢s, pero obedeciendo a la m¨¢xima antes citada hay que admitir que hoy todav¨ªa produce mayor sonrojo. Para que la progresi¨®n se detenga convendr¨¢, sin ninguna iron¨ªa, sino como quien descarga un peso de conciencia, recordar d¨®nde nos encontramos ahora y cu¨¢les son las exigencias morales imprescindibles si verdaderamente queremos no avergonzarnos de nuestra democracia.Lo ¨²ltimo consiste en la creciente sensaci¨®n de que en Espa?a hay un solo poder, el Ejecutivo, y que ¨¦ste se complace y regocija en la ignorancia sobre esta espinosa cuesti¨®n. Si el fiscal del caso cambia y la Audiencia Nacional se lava las manos por el procedimiento de llegar a la conclusi¨®n de que hay una Iaguna legal" respecto de los gastos reservados, ya se dir¨¢ en qu¨¦ queda el poder judicial en nuestro pa¨ªs. Respecto del Legislativo, basta con echar una ojeada a la reciente intervenci¨®n de Corcuera en el Congreso, ante una interpelaci¨®n: en un pa¨ªs en que no ha habido ni siquiera una comisi¨®n de encuesta sobre el particular, todo un ministro se permite decir que los fondos reservados fueron creados por el Parlamento para que el mismo ignorara no ya su destino, sino qui¨¦n entreg¨® qu¨¦ cantidades a qui¨¦n cuando se ha planteado la abominable posibilidad de que haya existido una actuaci¨®n delictiva. El Ejecutivo, que ha hablado por boca del ministro Corcuera, ha demostrado cu¨¢l es su actitud por el procedimiento de llamar "mentiroso" al interpelante y por el de arg¨¹ir que no encontr¨® papel alguno respecto de estos fondos. El Gobierno no sabe, no contesta, no quiere saber, y cuando se le pregunta se encoge de hombros indignado y dice, con toda la raz¨®n, que no informa m¨¢s porque no.
A veces las maldades del presente provocan el recurso a la Historia, aunque la referencia a ¨¦sta resulte particularmente estremecedora. A comienzos de 1921 empezaron a correr rumores en Espa?a de que el general Mart¨ªnez Anido estaba pretendiendo liquidar el terrorismo barcelon¨¦s mediante la ley de Fugas. El propio Gobierno daba la sensaci¨®n de mirar a otro lado cuando se le preguntaba, y la Prensa daba por supuesto que tal "procedimiento" estaba sien-
Pasa a la p¨¢gina siguiente
Viene de la p¨¢gina anterior
do utilizado. Hubo un partido, el PSOE, que el 25 de enero de ese a?o public¨® un manifiesto con lo que era la postura l¨®gica y moral. Dec¨ªa que "hoy ese m¨¦todo sumar¨ªsimo, fuera de toda norma jur¨ªdica, de acabar con los hombres que son considerados como sospechosos o son objeto de delaci¨®n se ha convertido en el sistema normal y continuo empleado singularmente por las autoridades de Barcelona"; ¨¦se era condenable, pero m¨¢s lo ser¨ªa "que no despertara un clamor general de indignaci¨®n" en la opini¨®n p¨²blica.
Int¨¦rprete de ella, un diputado del PSOE que se llamaba Juli¨¢n Besteiro interpel¨® unos d¨ªas despu¨¦s, el 10 de febrero, al Gobierno sobre el particular. Describi¨® los casos de "ley de fugas", y cuando el presidente del Gobierno le record¨® que tambi¨¦n hab¨ªan muerto guardias civiles, le repuso: "?Le parece al se?or Dato que es igual que una banda de terroristas contra la ley ejecute actos que pueden merecer toda la reprobaci¨®n que su se?or¨ªa quiera a que los agentes de la autoridad ejecuten esos mismos actos?". Besteiro deb¨ªa de estar pasando por una aut¨¦ntica angustia moral: desde hac¨ªa tiempo hab¨ªa previsto que se plantear¨ªan momentos penosos cuando hubiera que interrogarse sobre los medios de luchar contra el terrorismo. "Creo", a?adi¨®, "que esos momentos han llegado, y en perspectiva y en lejan¨ªa me. produc¨ªan espanto; hoy creo que la actitud que hay que adoptar es la de hacer frente a las circunstancias, por desagradables que sean". La ausencia de claridad y de voluntad de mostrar la verdad escueta era lo m¨¢s contraproducente de todo porque "podr¨ªa suceder que la opini¨®n sacara la impresi¨®n de que a la naturaleza moral y a las convicciones jur¨ªdicas y sociales del Gobierno repugnaran esos procedimientos, pero hay una fuerza oculta en la sociedad espa?ola que impone que el Gobierno, contra su creencia y contra su voluntad, los ampare".
Le¨ªdas estas palabras, que producen la misma deprimida angustia moral con que fueron pronunciadas, no cabe la menor duda de que el ministro Corcuera no se llama Juli¨¢n; no ve uno c¨®mo podr¨ªa afirmar que la herencia ideal de aquel diputado de 1921 est¨¢ personificada ahora en ¨¦l. Si la vejez es la ausencia de curiosidad, habr¨¢ que concluir que el ministro Corcuera ha cristalizado en el pleistoceno; tan escasas son sus ganas de enterarse de lo que pas¨® en tiempos de su antecesor en el cargo. Pero la opci¨®n del desconocimiento puede incluso aceptarse en un hombre p¨²blico; lo que es injustificable es la radical ausencia de esa vibraci¨®n ¨¦tica que palpit¨® en las palabras de Besteiro. Cuando, est¨¢ soso o cuando se mira por la ma?ana al espejo para afeitarse, ?no se pregunta el ministro Corcuera acerca de lo que sucedi¨® y de su moralidad?
Yo quiero creer que en la Espa?a reciente no ha habido un Mart¨ªnez Anido; lo que pido es que el Ejecutivo ayude mi voluntad de creer con argumentos l¨®gicos y no con calificativos como "mentiroso", propinados a quienes tienen el vicio de preguntar. Quiero creer que el Ejecutivo ha actuado con absoluta correcci¨®n en todo este asunto, pero si no admitiera que ha obstaculizado el esclarecimiento de los hechos, me volver¨ªa por completo esquizofr¨¦nico. Ahora, ya que no es posible otra cosa, quisiera recordarle que, exactamente como suced¨ªa en 1921 y bien dijo Besteiro, cualquier prop¨®sito, transparente o no, de velar la verdad no tiene otro resultado que empeorar la situaci¨®n; por razones morales, pero tambi¨¦n pr¨¢cticas, urge liquidar ya este espectro que planea sobre nuestra vida p¨²blica.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.
Archivado En
- Gente
- Declaraciones prensa
- III Legislatura Espa?a
- Jos¨¦ Luis Corcuera
- Opini¨®n
- Juli¨¢n Besteiro
- Audiencia Nacional
- Magistratura
- Caso Fondos Reservados
- Fiscales
- Ministerio del Interior
- Presidencia Gobierno
- GAL
- Terrorismo Estado
- PSOE
- Gobierno de Espa?a
- Legislaturas pol¨ªticas
- Tribunales
- Corrupci¨®n pol¨ªtica
- Casos judiciales
- Partidos pol¨ªticos
- Poder judicial
- Corrupci¨®n
- Ministerios
- Grupos terroristas