Jacqces Delors, peligro para Europa
Con el habilidoso empleo de la confusi¨®n ideol¨®gica, el presidente Delors se ha convertido en mister Europa. Ahora nadie sino mistress Thatcher se atreve a se?alar las peligrosas consecuencias de su pol¨ªtica a la cabeza de la Comisi¨®n Europea, y ella lo hace desde premisas tambi¨¦n criticables.La voz de los europe¨ªstas partidarios de la libertad, la concurrencia y la descentralizaci¨®n se ve ahogada por el fragor de la batalla entre el centralista de Bruselas y la soberana de Londres.
La biograf¨ªa de Jacques Delors deber¨ªa habernos alertado sobre su trayectoria a la cabeza de la Comisi¨®n. Este antiguo empleado del Banco de Francia (instituci¨®n que cuenta con m¨¢s de 100.000 empleados), se adhiri¨® al partido socialista franc¨¦s hace 10 a?os y fue ministro de Econom¨ªa en el primer Gabinete de Fran?ois Mitterrand -s¨ª, ese Gabinete abri¨® las compuertas a la marea Inflacionista con una inconsiderada pol¨ªtica social y de gasto p¨²blico.
Antiguo jefe de Asuntos Sociales en el Comisariado del Plan Franc¨¦s, as¨ª como presidente de la Comisi¨®n Econ¨®mica y Monetaria del Parlamento Europeo, no es de extra?ar que haga de la uni¨®n monetaria basada en un banco central europeo y de la Carta Social impuesta por las directrices de Bruselas dos de los elementos fundamentales de sus esfuerzos para llegar a una Europa unida.
Frente a ¨¦l mistress Thatcher dice muchas cosas sensatas y alguna imprudente. Naturalmente que no es ¨¦ste el momento para que la libra esterlina se adhiera al Sistema Monetario Europeo (SME), con una tasa de inflaci¨®n que rebasa el 8% anual -como no lo era para la peseta con cuatro puntos de referencia entre su inflaci¨®n y la alemana.
Ciertamente que la creaci¨®n de un banco central dirigido por la Comisi¨®n de Bruselas, o entregado a tecn¨®cratas del estilo de los que gobiernan el Banco de Francia es un panorama inquietante que provoca la oposici¨®n del Bundesbank, entre otros, por estar ¨¦ste sometido a reglas que hubiesen impedido a Delors cometer las tropel¨ªas que cometi¨® corno ministro de Econom¨ªa de Francia.
Claramente tiene mistress Thatcher raz¨®n al decir que no ha purgado al Reino Unido de socialismo y sindicalismo para que ahora volvieran ambos males brit¨¢nicos por la puerta de Bruselas.
Sin embargo, yerra la esforzada Thatcher en abandonar su postura con el s¨ªmbolo de la soberan¨ªa nacional. No es ¨¦sa una idea que entusiasme a los europe¨ªstas y la persistencia de aparatos estatales independientes y centralizadores no es del mejor augurio para quienes defendemos la Europa de los individuos y de los consumidores.
La confusi¨®n ideol¨®gica del debate europeo nace de que no son dos los campos en liza en la construcci¨®n de una Europa unida, sino tres; Jacques Delors y mistress Thatcher se diferencian en punto a socialismo pero se asemejan por su creencia en una administraci¨®n fuerte -en Bruselas o en Londres- Entre ellos hay una tercera postura, la de quienes buscan crearse un espacio com¨²n europeo, pero por el juego espont¨¢neo de las fuerzas sociales liberadas de la vigilancia administrativa. Las tres posturas son pues: soberan¨ªa nacional sin socialismo, soberan¨ªa de Bruselas con intervencionismo, y convergencia espont¨¢nea de los pueblos gracias a la libertad cultural, econ¨®mica y social
Puestos a elegir entre Delors y Thatcher, sin embargo, el europe¨ªsta libertario se inclina por la dama. Baste el ejemplo de la Carta Social europea. Mister Delors, los Gobiernos que se ponen al servicio de grupos de productores y los sindicatos empe?ados en una batalla retr¨®grada contra quienes m¨¢s necesitan trabajar, hablan de la necesidad de resistirse al dumping social. Por este t¨¦rmino tan raro se quiere significar la indignaci¨®n de los obreros ricos de los pa¨ªses con una Seguridad Social elefanti¨¢sica ante la competencia de los trabajadores de los pa¨ªses m¨¢s pobres, que no pueden ofrecerse el lujo de gozar de servicios sociales basados en la confiscaci¨®n tributaria en vez del ahorro familiar.
En una entrevista del a?o pasado al diario Lib¨¦ration, el presidente Delors se insurg¨ªa contra la posibilidad de que las empresas renovaran repetidamente los "contratos de duraci¨®n determinada" cuando son ¨¦stos los que fomentan el empleo de trabajadores no sindicados. Preguntando qu¨¦ pensaba de la apertura de los comercios en domingo, Delors contest¨®: "Es como la libertad de circulaci¨®n de los futbolistas. He puesto freno a eso". Precisamente.
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